Por Carolina Alduvín
En los años 80s este país gozaba de una aparente enorme prosperidad sin límites, se notaba en las universidades del primer mundo, el número de becarios beneficiados por el boom de la riqueza petrolera, rivalizaba con los de Arabia Saudí. No significaba que esos recursos se distribuyeran de manera equitativa, o que se destinaran en forma transparente al desarrollo social y económico de esos lugares; mientras los saudíes comentaban muy críticamente al respecto, los latinos solían lucir más frívolos al respecto. Los cuantiosos ingresos, más temprano que tarde alimentaron la siempre acechante corrupción, aunque igual se invertía en obras de desarrollo material, el derroche se fue haciendo cada vez más escandaloso. Alguien vio la oportunidad de brillar en medio del descontento y así surgió la figura de Chávez redentor.
Las alarmas antidemocráticas sonaron muy fuerte entre los conocedores del estilo autoritario, sin importar cuál fuera el discurso redistributivo. Hubo el natural tira y afloja entre los privilegiados de turno -corruptos o no- y los nuevos beneficiarios del populismo. Curiosamente, los eternos intervencionistas no prestaron mucha atención, se decía que el petróleo venezolano no era tan atractivo como el de medio oriente, que no representaba un peligro en términos de terrorismo y que ya caería por su propio peso. Un cuarto de siglo después la profecía no se ha cumplido, pese a que el líder carismático en su momento ya no está, los ingresos han mermado en gran medida y el descontento no se limita a las antiguas clases privilegiadas.
Colombia tiene el número de exilados más alto, los demás países reciben refugiados en forma proporcional a la distancia física y cultural que los separa. En los últimos años, entrar y salir de Venezuela es cada vez más difícil, apenas salen vuelos a Bogotá y Panamá por la única aerolínea que sigue sirviendo a su capital; la censura a sus medios de comunicación ha sido progresiva, sin métodos abruptos que la hagan evidente al exterior. El descontento ante la escasez de alimentos y la falta de muchos medicamentos, de libertad y de oportunidades, no se reflejó en las más recientes elecciones, por lo que los señalamientos de fraude y usurpación no cesan dentro ni fuera de sus fronteras.
De alguna manera, la oposición pudo obtener mayoría en la Asamblea Nacional y su presidente autoproclamarse líder de la nación con regular reconocimiento internacional. México se ha escudado en su tradicional política de no intervención para disimular su simpatía por Maduro, mientras los adversarios de AMLO hasta lo acusan de desviar recursos de los contribuyentes mexicanos para mantener a raya a los opositores del actual régimen venezolano. Los medios internacionales nos muestran que las manifestaciones de ambos bandos son nutridas e indistinguibles. Suena a que Maduro tan solo se sostiene porque con algunos recursos que no alcanzan para toda la población, sigue comprando la lealtad de muchos militares, estos tal vez se la debían al antecesor, es difícil entender que la mantengan a un sucesor tan poco carismático.
Como sea, el punto de no retorno no estuvo bien calculado en los acontecimientos de las últimas semanas. Se afirma que los dictadores asesinan, encarcelan o destierran a sus opositores, defensores de oficio de Maduro sostienen que no lo es y la prueba es que a Guaidó no le ha ocurrido ninguna de las 3; en cambio a otros, como su segundo sí. ¿Será que no cede a la tentación por miedo a la reacción internacional? Esta podría de una vez por todas decidirse por intervenir a favor de su defenestración, el secretario Pompeo afirma que es posible y atribuye a Cuba el que no se haya concretado la salida de Maduro por haber unos 25 mil efectivos cubanos infiltrados en las fuerzas de seguridad e inteligencia venezolanas, por lo que anuncia nuevas sanciones a La Habana.
Todo parece indicar que Trump no quiere estropear su relación con Rusia y menos por un país latinoamericano, hay piezas más grandes que preservar en su ajedrez; lo que no deja de mostrar debilidad y que por mucho que se niegue, los rusos fueron clave para que los estadounidenses promedio se encuentren hoy tan bien representados, pese a la corrección política tan desplegada en tiempos de Obama. ¿Será posible que Guaidó concerté un segundo aire para un nuevo intento? ¿Podrá o no, la oposición venezolana librarse de Maduro sin intervención externa?