Pocas cosas pasaron en este país en las últimas seis décadas sin que Ramón Custodio López no haya estado como testigo directo. El “Cariato” la huelga del 54, la defenestración de Julio Lozano, el golpe a “Pajarito”, los gobiernos militares y la “Década perdida” de los 80. Fue aquí donde escribió su página cívica. Un lobo solitario que se enfrentó a la doctrina de seguridad en un momento cuando decir derechos humanos era sentencia de muerte. Valiente, franco y de pocas pulgas, ahora prepara sus memorias. Ya casi retirado, teniendo como amigo a su hijo, “Monchito”, vive con la conciencia tranquila de haberle servido a la patria. Su impronta en la defensa de los derechos humanos marca un antes y un después en el país.
Usted que vivió todas las etapas del país desde los años cuarenta, ¿con cuál se queda?
Creímos que el militarismo dañaba el país y volvimos a la democracia, pero comenzó el bipartidismo. Ahora ya no hay bipartidismo y estamos remilitarizando el régimen civil. Es como un ir y venir: Un pasito pa’ lante y dos pasitos pa’ atrás.
¿Mira avances?
No hay una ruta consistente sobre un futuro donde las cosas mejoren, lo que siempre hay es un retroceso, peores situaciones. Es difícil mantener el optimismo, toda mi vida luché pensando que el país iba a cambiar pero perdí el optimismo y pase al pesimismo.
¿Se perdió el liderazgo nacional de hombres y mujeres?
Hay un desgaste. Los liderazgos no se improvisan, son el resultado de una vida apegada a principios y valores. En el presente hay un vacío de liderazgo y ojalá que los jóvenes llenen ese vacío.
De los gobiernos democráticos, ¿cuál fue el mejor?
No es cuestión de gusto. No hay gobiernos perfectos pero hay algunos que demostraron que es posible hacer las cosas bien. Maduro llegó a equilibrar los ingresos con los egresos, demostró que es posible evitar el déficit fiscal. Flores sacó adelante el país después del Mitch.
¿Y los otros?
Pues, todo es cuestión de ir viendo qué hizo bien cada quién porque no se les puede condenar categóricamente.
Sus padres eran salvadoreños. ¿Qué los trajo aquí?
Mis padres ingresaron al país entre 1918 y 1919, buscando trabajo en los campos bananeros. Ahí, mi padre, que era un gran ebanista, hacia champas para los campeños.
¿Por qué pasaron a vivir a Tegucigalpa?
Porque un amigo de Tegucigalpa llamó a mi padre que se viniera para enseñar ebanistería en la Escuela de Artes y Oficios. Llegaron a vivir en la esquina de la cuarta avenida y novena calle de Comayagüela. Ahí nací, el hijo menor de seis hijos.
¿Qué lo motivó a estudiar medicina?
Fue un dilema por que no hallaba qué estudiar. Ninguno de mis padres eran estudiados pero mi madre quería que estudiara en la universidad. Empecé a estudiar medicina a los 17 años.
¿Cuál es su signo zodiacal?
Nací el 11 de diciembre de 1930, soy un sagitario, fanático de la honestidad y la rectitud, pero con el defecto de ser pocos tolerantes, muy delicados y nos gusta hacer las cosas a nuestra manera.
¿Sufrió el cariato?
Mi padre era de ideas progresistas, no se metía en política, pero cuando subió el general Carías, toda la familia salimos exiliados a El Salvador, tenía tres años y fue mi primer exilio.
¿Fue una orden del cariato sacar a los extranjeros?
No fue una orden, pero en forma preventiva, mi padre se fue. Mi madre tuvo que regresar a vender esos bienes inmuebles pero no pudo y se quedó cuidándolos. Yo regreso al año, a la misma casa en Comayagüela pero mi madre, con mucha visión, compró casa en el barrio Los Dolores, viendo que era un mejor ambiente crecer en Tegucigalpa.
¿Conoció al general Carías?
No, personalmente, pero fue nuestro aliado cuando nos tomamos el cuartel de San Francisco, el 1 de agosto de 1956 para derrocar a Julio Lozano Díaz. Yo estuve dentro del cuartel, como estudiante de Medicina, dábamos el servicio médico.
¿Cuál fue su primer acto en causas políticas?
En diciembre de 1943, cuando el ataque de Japón a Estados Unidos en Pearl Harbor. Hicimos una gran manifestación contra los nazis y japoneses y mi maestro de cuarto grado, profesor Joaquín Bográn Fiallos, portaba la bandera. Eso me hizo despertar simpatía por la democracia.
¿Se involucró en la huelga obrera de 1954?
De algún modo porque era interno del San Felipe y llevamos una brigada médica a El Progeso con Enrique Aguilar Paz, Mario Pineda Coello y Mario Alcerro Castro.
¿Su primer sufragio?
Voté en 1954 por Ramón Villeda Morales pero como ganó por mayoría simple el asunto fue llevado al Congreso. Ahí, el general Carías se abstuvo con sus diputados y se rompió el quórum, quedando de dictador don Julio Lozano Díaz, que era vicepresidente, porque el presidente Juan Manuel Gálvez se había ido a Panamá simulando una enfermedad.
¿Se comprobó que el presidente Gálvez se hizo el enfermo?
Era obvio, luego regresó y se miraba sano.
¿Cuál fue su protagonismo en el golpe de Estado a Villeda Morales?
Nos refugiamos en la embajada de Costa Rica. Estuve exiliado con el doctor Villeda Morales, Óscar Flores, Agripino Flores y los hermanos Milla Bermúdez.
¿Cúal es su especialidad médica?
Estuve 3 años especializándome en Patología Clínica en la Escuela de Postgrado médico de la Universidad de Londres. La banderita hondureña era la única. Mi madre financió mis estudios.
¿Quiénes son los pioneros de los laboratorios médicos en Honduras?
En primer lugar, los Molina, un técnico muy bueno, luego el doctor Raúl Durón Membreño. Después puse mi laboratorio el 15 de marzo de 1970. Trabajé en la profesión porque tenía la especialidad de Hematología.
¿Villeda Morales le ofreció un cargo público?
No. Mi liderazgo fue temporal, político, tuve una aplaza en el San Felipe, como patólogo clínico y fui catedrático 15 años en la universidad pero me retiré porque se perdió disciplina y seriedad en la enseñanza médica.
En ideologías, ¿en qué corriente se ubica?
Libre pensador. Eso me ha mantenido hasta cierto punto independiente y sin posibilidades de llegar al poder. Nunca milité en ningún partido político.
¿Es cierto que Villeda Morales propició un autogolpe?
Es un capítulo triste de la historia, es difícil tener toda la información, lo cierto es que los militares dieron un golpe militar, entonces, es difícil saber lo que pasó.
Cuando se postuló Jorge Bueso Arias, ¿lo apoyó?
Como yo era amigo de Modesto Rodas Alvarado, me abstuve. Perdimos un gran presidente.
¿Trató al general López Arellano?
Lo conocí el día 27 de junio en la junta directiva del Colegio de Médicos. Honduras había roto relaciones con El Salvador y veía venir la guerra del 69. A la 1:00 de la mañana, nos presentamos ante López Arellano como directivos del Colegio Médico y nos pusimos a la orden, fue un servicio militar patriótico.
Siendo sus padres salvadoreños ¿dudó por un momento apoyar a Honduras?
Le voy a contar una anécdota: Pasada la guerra, recibí la visita de Enrique Aguilar Paz y me dice: Te andamos felicitando porque dirigiste los servicios médicos a pesar que tu madre era salvadoreña. A mí se me había olvidado eso, y aún a conciencia hubiera actuado del lado de acá porque soy hondureño.
¿Por qué fue la guerra del 69?
El trasfondo fue un conflicto migratorio. Los gobiernos salvadoreños propiciaban la emigración ilegal a Honduras, haciéndoles creer que había pacto migratorio. Cuando el general López Arellano anuncia que no va a continuar acuerdos migratorios, estalla la guerra. El Salvador siempre se preparó para esa guerra.
¿Cuándo fundó el Codeh?
En el 1981, nos integramos en un comité cinco personas: Manuel Acosta Bonilla, Guillermo Molina Chocano, José Sarmiento Soto, Mauricio Villeda y su servidor.
¿Cuál fue la idea de crearlo originalmente?
Nos preparábamos para la Doctrina de la Seguridad Nacional que imperaba en esa época histórica y coincidió con la captura de un grupo cristiano de base de monseñor Arturo Romero. Después vinieron los desaparecidos, los ejecutados, los torturados, las cárceles clandestinas militares.
Dicen que era una banderita de batalla para agarrar dólares…
Así decían pero quedó demostrado en juicio ante la CIDH todo el esquema clandestino que habían montado.
¿Lo intimidó Álvarez Martínez o algún militar?
Nunca lo traté personalmente pero las amenazas eran reales, no había que decirlas, los desaparecidos eran reales, la vigilancia, todo.
Aparte de los bombazos en su laboratorio, ¿cuál fue la amenaza más seria?
Cuando un oficial me puso la pistola 45 en el pecho en la plaza Los Dolores frente a mi casa. Guardé la serenidad porque sabía que estaba en peligro. Le dije que no se comprometiera, que fuera adonde el general que lo mandaba y le dijera que viniera personalmente, que lo estaba esperando. Y el hombre bajó el arma, pero fue el momento más difícil que pasamos. Tengo el nombre de él.
¿Supo quiénes tiraron la bomba en su laboratorio?
Comprobé que había sido Luis Posadas Carriles, que dirigía un grupo de la resistencia cubana en San Pedro Sula y cayó preso en Panamá. Rafael Nodarse me pidió que fuera a verlo. Al final, lo perdoné y me prometió que se retiraría del terrorismo. La presidenta Moscoso le dio su libertad, la gente de los derechos humanos de Nicaragua me trató de traidor y agente de la CIA.
¿Por qué se retiró del Codeh?
Me retiré en 1999 porque los sectores políticos de izquierda conspiraron para controlar el Comité, creyendo también que era la gallina de los huevos de oro. Así, fueron los mejores aliados de los militares y del sistema de violadores de los DD HH. Desde entonces no sé qué fue del Codeh.
¿Qué piensa de la corrupción y la impunidad?
Van juntas y lo peor es que tenemos la buena costumbre de aceptar al corrupto en vez de señalarlo. El corrupto ya no oculta lo que se roba.
¿Cómo fue su relación con la prensa?
Mire, la primera vez que comparecí a un espacio de HRN fue en 1946. En los años 80 tuve muy buena cobertura, pero me gané la antipatía de algunos de sus colegas, porque consideraron que era muy estricto, no caigo en la trampa de la repregunta, si ya contesté para qué repetir.
Una vez, el ingeniero Vallejo, director del Noticiero El Minuto de Radio América, dijo al aire que miraba frecuentemente a un coronel prófugo de la justicia pero la policía no lo capturaba.
Usted lo llamó al noticiero para decirle que era cómplice porque no lo reportó, ¿Se acuerda?
(Se ríe por primera vez en la entrevista) No lo recuerdo con detalles, pero es cierto. Considero que alguien que ve un prófugo de la justicia y no lo reporta es cómplice porque lo encubre, es un acto involuntario, pero así es la ley.
¿Algunos periodistas con los que se llevó bien?
De la vieja guardia, con Moisés Ulloa Duarte, nos distanciamos un tiempo porque era un hombre de la Embajada Americana pero luego hicimos las paces. Rodrigo Wong Arévalo, Alfredo Villatoro. De los recientes, Óscar Calona, me entrevistaba de a cada ratos, y Julio Velásquez, que trabajó conmigo en el Conadeh.
¿Tiene amigos?
Tengo amigos, muy buenos, el mejor es mi hijo “Monchito”.
¿Y enemigos?
Tengo unos ocultos y otros encubiertos, me imagino que después del golpe de Estado que le llaman al 28 de junio del 2009 mucha gente ha dejado de quererme pero no soy monedita de oro y actúo de acuerdo a mi conciencia.
¿Acepta que le digan golpista?
Depende quién me lo diga porque la verdad los golpistas son todos los que iban a montar una constituyente a espaldas de todos, esos son golpistas, cualquiera de esos que me llame golpista, me deja sin cuidado.
¿Qué legado dejó al frente del CONADEH?
Definitivamente, demostré que se puede ser independiente en este país, ningún poderoso me doblegó.
Álvarez Martínez, Discua Elvir, Hung Pacheco ¿quién fue más protagónico en temas de derechos humanos?
Mire, el más inteligente de los tres fue Luis Alonso Discua Elvir. Siempre estuvo atento y las respuestas que me dio fueron adecuadas.
¿Sigue activo?
Estoy a la distancia, participo con algunos grupos tratando de orientar a los jóvenes para que nunca dejen de luchar.
¿Escribirá sus memorias?
Las estoy escribiendo, hay quien quiera editarlas, estoy trabajando disciplinadamente pero no es fácil.
Hemos recorrido 60 años en esta entrevista ¿Cómo le gustaría que lo recordaran?
Como un buen hondureño que supo vivir de acuerdo a su conciencia para dormir tranquilo.
¿A cuántos hondureños rescató de las garras del temible DIN?
A muchos, que ahora me dan gracias por estar vivos o porque los saqué de la prisión.
Dicen que usted protegió a su hijo cuando el accidente de la muchacha del Central ¿Es cierto?
No es cierto. Fueron momentos difíciles porque iba a Miami a operar a mi esposa. Cuando me avisaron, fui a la posta policial, lo hallé en celdas comunes. Fue juzgado, llevado a un centro para menores y ahí estuvo en detención y no libre como decía la gente. Hicieron las pruebas de alcohol y se probó que fue una imprudencia temeraria.