¿Nuevo Código Penal?

Por Benjamín Santos

benjamin-santos-new_70Se ha hecho pública la noticia de que el Congreso se dispone a  discutir y aprobar en un tiempo no previsto  un nuevo proyecto de Código Penal que se elaborará con la asesoría técnica y apoyo financiero de la Unión Europea. La justificación es que conviene elevar las penas a algunos delitos y, sobre todo incluir nuevas figuras delictivas relacionadas sobre todo con la utilización de  las nuevas tecnologías con fines delictivos. En pocas palabras, la creatividad de los legisladores  para encontrar respuestas jurídicas  tratará de competir con la creatividad de los delincuentes para crear nuevas formas de cometer delitos o de evadir el imperio de la ley.

El desarrollo del derecho tiene que acompañar y, en algunos casos, anticipar  la dinámica de la realidad social. Hay ramas del Derecho que regulan relaciones que cambian muy poco y eso explica que el Código Civil cumplió en el 2006 cien años de existencia y conserva su vigencia con la única excepción del libro primero que fue derogado casi totalmente cuando se creó el Código de Familia. Su contenido patrimonial se mantiene inalterable con la excepción de la propiedad rural sometida al régimen de la Reforma Agraria. No pasa lo mismo con las ramas del Derecho que regulan las relaciones sociales  que cambian con más frecuencia por las mismas exigencias de la justica y la equidad  que permiten disminuir las desigualdades que afectan la dignidad humana.

El Derecho Penal es la rama de derecho público que regula los delitos y las penas así como las medidas de seguridad. El Código Penal anterior tuvo una vigencia  de 1906 a principios de la década del 80 del siglo pasado. En una sociedad que pasó lentamente de medio millón de habitantes a ocho millones y en la cual se mantenía una cultura basada en la práctica de los principios religiosos con una estrecha coordinación entre la familia, la escuela, la Iglesia y el Estado, le creatividad delictiva tenía poco espacio de manera que el catálogo de delitos y penas diseñado desde principios de siglo y que  a su vez reproducía casi textualmente el código español de 1870, se mantenía inalterable.

Se ha aducido como motivación principal para cambiar el Código Penal que el actual  ya tiene 30 años, pero comparado con el de 1906 es todavía muy joven. La razón principal que debe aducirse son los cambios acelerados que han ocurrido en el mundo de la delincuencia que de ser nacional se ha vuelto regional y transnacional, se ha globalizado, de manera que ningún Estado con sus propios recursos tiene capacidad para enfrentar con éxito  la ola delictiva. A esto debe sumarse el uso de  las nuevas tecnologías  que han aumentado los delitos financieros, la  corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado  de una manera casi incontrolable.

Se justicia, entonces, la aprobación de un nuevo Código Penal. Pero queda una duda. Hemos heredado de la Revolución Francesa la tendencia a resolver todos los problemas  con nuevas leyes o la reforma de las vigentes. Antes de  la Revolución aludida, la burguesía tenía el poder económico, pero no controlaban el poder político para legislar a su favor. Con la Revolución, las cosas se revirtieron: se pudieron emitir las leyes que le dieran firmeza, estabilidad y prosperidad a la nueva clase social.

Desde entonces creo yo, en forma atrevida, que viene esa costumbre de considerar  solucionados los problemas con solo modificar el marco jurídico. Por ese camino  nos hemos llenado de tantas leyes que no hay abogado que las conozca ni burro que pueda cargarlas de un solo viaje.  Tan así que solo para contarlas hubo que solicitar la  cooperación técnica y financiera de Dinamarca hace pocos años. El recuento se hizo en la entonces llamada Secretaría de Gobernación y Justicia.
Hay otro mito que conviene combatir. Se cree que la elevación de  las penas en el Código, producirá un efecto disuasivo en los delincuentes como si estos anduvieran con el Código en las manos para calcular el delito que van a cometer con el tamaño de la pena que tendrán que cumplir. Si no hay un sistema de justicia eficiente  para juzgar y ejecutarlo juzgado, tendremos más de lo mismo. Bien venido el nuevo Código, pero… no es suficiente.