Por: Carlos Medrano
Periodista
Honduras ocupa de manera urgente tomar medidas contundentes y únicas en su historia democrática en contra de quienes violan la ley flagrantemente y con la impunidad que el sistema permite.
El delito del secuestro, por ejemplo, es uno de los más infames, ya que, por razones económicas, un ser humano es privado de su libertad, -muchos de ellos en condiciones inhumanas-, mientras sus familiares en ese periodo de rapto entregan una cantidad de dinero para su rescate.
Las víctimas, en muchas ocasiones, no ven la luz del sol durante su requisa, no pueden hablar, son apartados del mundo real, no comen bien y son objeto de un ataque psicológico que, de llegar vivos a su casa, tendrá repercusiones negativas por el resto de sus días.
Los secuestradores tienen un objetivo perverso en contra de una persona que no tiene ninguna culpa, no ha hecho ningún mal, es inocente, más que ser blanco de un maquiavélico plan que estrictamente tiene que ver con ganar dinero de manera ilícita y sin mayor sacrificio.
Para frenar este delito, se deben de tomar medidas igual de desproporcionadas que las adoptadas por los delincuentes, aleccionar a quienes están detrás de estos secuestradores y someter a estas personas que están poseídas por el mal.
Igual, hay asesinos y violadores confesos que tiene la mente ya pervertida, degenerada y enferma, y que una vez paguen su pena, irán a cometer los mismos delitos en contra de esta permisiva sociedad, necesitada de una justicia eficiente y dura.
Una persona que viola a una infante indefensa, sometiéndola brutalmente para saciar una mente pervertida y enferma, obedece a un ser humano despreciable que merece un castigo definitivo, que disuada a quienes cometen este tipo de aberraciones.
La niña, con su cuerpecito todavía en formación, es víctima de un salvaje que la somete sexualmente sin que la frágil criatura siquiera sepa lo que es el sexo, ella es una de tantas víctimas de cientos y miles de hondureños que tienen este tipo de actividades delincuenciales y que se han amparado en el silencio cómplice, por ejemplo de algunas madres que no denuncian al padrastro por temor al divorcio o a la venganza.
Esta personita nunca volverá a ser la misma, no solo porque se le quito su virginidad de manera brutal e inmisericorde, sino porque en su mente nunca se borrarán las huellas de ese fatal día.
Hay asesinos por encargo, los sicarios por ejemplo, que por una paga le quitan la vida a otro ser humano, solo porque pertenecen a una pandilla o a una mara o porque recibirán una paga por su fechoría.
Al asesino confeso, quien algunas veces prefirieron tomarse la ley por sus propias manos, no puede ser que tenga una pena benevolente, con la posibilidad de salir de la cárcel, luego de haber cometido su delito.
Honduras necesita adoptar medidas valientes y contundentes en contra de los mal-nacidos, ya que no es justo que un delincuente sea llevado a la cárcel, lo mantengamos durante 30 años y salga con la posibilidad de continuar con su vida negativa.
Se necesita de gente valiente, de una clase política que quiera en verdad sanear a la sociedad y arreglar el problema, dejarse de esa vulgar política que no soluciona nada, politiquería que es más de lo mismo, hacer circo y más circo sin resultados positivos.
Yo sí creo que al igual que ocurrió en Singapur, con medidas enérgicas y profilácticas, el país se enrutará hacia nuevos estadios de desarrollo que nos permita vivir bajo la ley y bajo los mandamientos de Dios.
carlosmedrano1@yahoo.com