El pasado 3 de octubre en un evento de la Casa Morazán, la Academia de Geografía en Historia de Honduras y el Instituto Morazánico, platicamos con algunos de los asistentes de lo que fue el histórico inmueble antes de haberse destinado a la Biblioteca y Archivos Nacionales indicándoles que en los años cincuenta funcionó la farmacia “La Nueva” del Dr. Zoilo M. Valle.
Una maestra que participó en el Conversatorio me dijo que ahora operan cadenas de farmacias, pero que antes lo más popular eran aquellas que por barrios o zonas prestaban sus servicios para la venta de medicinas y si podíamos en nuestra columna semanal hacer una referencia de las más conocidas en aquel entonces en la Tegucigalpa del ayer.
De lo que sabemos con mucho agrado haremos un sucinto relato histórico. El Real de Minas de Tegucigalpa, atrajo a muchos españoles que empezaron a llegar después de 1579 cuando comenzó a trascender la riqueza de los minerales de plata y oro en la región montañosa del repartimiento que don Pedro de Alvarado hizo a los capitanes Lope de Cáceres y Gregorio Muñoz.

La mayoría lo hicieron para dedicarse a la minería, otros a labores agrícolas, a la ganadería y a la crianza de aves para comerciar con la gente que se había instalado en el naciente poblado dedicado a la explotación de minas.
A medida que iba creciendo el pueblo con castellanos, con indígenas y con el mestizaje, las necesidades colectivas surgieron en la formante sociedad, siendo una de ellas la atención a las enfermedades.
Los yerbateros comenzaron a actuar y en comunión con los curanderos de los aborígenes que conocían de las propiedades medicinales de plantas de la región, se dedicaron con brebajes y sustancias a curar a los enfermos de problemas respiratorios, estomacales y de las fiebres que acusaban por la presencia de insectos vectores del paludismo y a saber qué otras enfermedades.
El Dr. José María Reyna Valenzuela, cronista de la ciudad, investigó que el primer boticario aprobado y autorizado para preparar y expender medicamentos en la Villa apareció en 1761 . El español Manuel Cubas se estableció en la zona próxima a “La Moncada” y en su botica despachaba los productos farmacéuticos que importaba de Guatemala y España como ungüentos, pomadas, polvos medicinales, aceites purgantes de ricino y castor, el elixir de alcanfor considerado entonces estimulante cardíaco, esencia de ipecacuana, sales y en su mortero trituraba las raíces de ruibarbo, de romero, de jengibre, la ruda, el apasote y otras plantas medicinales de la zona que vendía en sobrecitos además los famosos macitos de manzanilla y zacate de limón .

Para el siglo XIX, los criollos y varios españoles instalaron puestos de venta de medicamentos y al abrirse la Facultad de Medicina en la Universidad Nacional se anexó la Escuela de Química y Farmacia que permitió la profesionalización de hondureños que se dedicaran a ésta actividad.
Las Farmacias tomaron vida y al entrar al Siglo XX con los adelantos médicos y los descubrimientos farmacológicos, se establecieron los negocios de venta debidamente reglamentados y con las regencias de los especialistas en la rama que garantizaban el expendio de los productos.
Vamos hacer remembranzas de aquellas farmacias que funcionaron en la capital desde los años veinte, treinta y cuarenta y que hoy sólo son eso, recuerdos.
“Farmacia Unión” propiedad del Dr. Marco T. Mendoza funcionaba en un viejo edificio del centro de la ciudad donde estuvo el “Hotel Progreso”, posteriormente una fábrica de cigarrillos.- El inmueble (foto 1), estaba en la esquina del callejón de la Catedral Metropolitana frente al Museo Nacional de don Miguel Cruz Zambrana. La Farmacia fue consumida por un incendio en los primeros años de la década de los cincuenta.

“Farmacia La Nueva” que por la petición de la maestra que encontré el pasado 3 de octubre motiva esta columna, fue su ´propietario el Dr. Zoilo M. Valle estaba instalada en la esquina de la Casa Morazán frente al Cinema Variedades (foto 2) era de las farmacias más surtidas en la capital y en ella se expendían los productos medicinales elaborados en los “Laboratorios Valle” que se encontraban en la esquina de la calle hacia El Jazmín.
La farmacia “Ariza” – propiedad del Dr. Ariza se estableció en una casa de esquina en la estrecha calle que comunica a la avenida Gutenberg con el arbolito de La Plazuela o callejón San Miguel en el Guanacaste. La farmacia Modelo propietario fue el Dr. Cástulo Trochez y se encontraba en una casa de doña Celia de Mendoza frente al viejo edificio de Quinchon León, donde hoy está la tienda original de Larach & Cía. en el centro de la ciudad capital (foto 3) La Modelo por la seriedad y prestigio del Dr. Tróchez se distinguió entre las mejores de Tegucigalpa.
Farmacia “Villeda Morales” propiedad del Dr. Manuel Villeda Morales y se encontraba en el mismo edificio donde operaban oficinas y talleres de Diario “El Cronista” en la calle de La Fuente .- El Dr. Villeda Morales y su esposa Doña Hortencia y como eficiente empleado Armando Castro, atendían solícitamente a su clientela

Farmacia Reforma se encontraba en los bajos del Hotel Honduras en el edificio conocido como “Los Corredores” (foto 4) entre el Café de París y la Cantina “La India”. Fue su propietario el Dr. Juan Manuel Durón y era muy popular porque abría sus puertas diariamente de Lunes a Domingo.
Farmacia “Santa Bárbara” antes de registrarse bajo este nombre y operar en el barrio Los Dolores, la farmacia del Dr. Erazo funcionó en la esquina de una vieja casa en la subida a La Cabaña frente a la capilla Adventista (foto 5). Antes de fallecer el Dr. Erazo la llamó Farmacia Popular y su viuda la mantuvo algunos años y después la vendió al Dr. Raúl Trochez que la transformo en la “Santa Bárbara”. La “Santa Teresa” propiedad de doña Francisca Durón, operó primero en la planta baja del edificio donde estuvo el Instituto San Francisco esquina opuesta a Chinda Díaz en la avenida Cervantes (foto 6) después pasó a un inmueble frente al Hotel Prado siempre sobre la misma arteria capitalina.
Farmacia “San Rafael” propiedad del Dr. Mariano Jiménez T estaba al servicio de los capitalinos frente al almacén La Urbana en la avenida Paz Baraona hoy calle peatonal, su regente fue el Dr. Armando Jiménez, su hijo, quien por muchos años la manejó y modernizó ampliándola con acceso a dos de las principales calles céntricas de Tegucigalpa. Farmacia “San Carlos” del Dr. Carlos Villela estaba ubicada en una casa propiedad de don Donato Díaz Medina, contiguo a la residencia de la familia Flores Cubas, próximo a la Corte Suprema de Justicia (foto 7), hoy las ruinas de la Casa Ramón Rosa sede del Museo del Hombre Hondureño en la avenida Cervantes.

Farmacia Honduras del Dr. Napoleón Pineda la instaló en la calle que de La Isla conecta con la parte alta de la calle de La Hoya al costado oriental de la Iglesia La Merced. La “Honduras” estuvo antes de cerrar donde años después se levantó el edificio Fiallos Soto. “Farmacia Comayagüela” ubicada en la Calle Real de Comayagüela, una de las más prestigiadas farmacias de la capital que por su proximidad al puente Mallol a solo dos cuadras mantenía clientela de los habitantes del otro lado del Río Grande. Su propietario fue el Dr. Manuel Reyes fabricante del analgésico “Neuralgina”.
Farmacia “La Providencia” otra de las tradicionales farmacias de la ciudad gemela funcionaba en una amplia casa de esquina sobre la tercera avenida de Comayagüela en la intersección con la quinta calle. Su propietario fue el Dr. Rafael Vijil y era un centro de mucho prestigio en la venta de medicinas. Farmacia “Normal” su propietario fue el Dr. Miguel Barahona y estaba frente a la Escuela Normal de Señoritas. La “Normal” por su proximidad al mercado San Isidro mantenía una numerosa clientela, especialmente la gente del interior que acostumbraba a realizar sus compras en los fines de semana.

Al poco tiempo de haber obtenido su título de químico farmacéutico el Dr. Miguel Andonie Fernández abrió las puertas de la “Farmacia Regis” allá en los años finales de los cuarenta en la esquina de la calle que conecta a la avenida Máximo Jérez con La Pedrera y en ella recordamos al Dr. Raúl Leitzelar como regente y entre sus gentiles despachadores a Alfredo Oseguera, hoy la Regis es una cadena de farmacias.
Otras farmacias del ayer capitalino la “Don Bosco” frente al parque La Libertad en Comayagüela propiedad del Dr. Julio Valdez, estaba ubicada muy próxima al recordado salón “La Magnolia”. La “San Miguel” propiedad del Dr. Arita, funcionó en la esquina de la calle de la vieja Policía Nacional en el Barrio Abajo de Tegucigalpa frente a la casa donde se estableció el centro de ventas de la Zapatería Atenas. La Farmacia “Vida” que se instaló muy próxima a la Casa de Salud La Policlínica en Comayagüela frente a la panadería de la familia Vázquez Cao y sus propietarios siempre cuidaron el prestigio ganado con mucho esfuerzo profesional. “La Subirana” , la “Torres Fiallos”, la “Karnel” , la “Universal” del Dr. Foad Asfura , la “Central” , “La Cruz Roja” del Dr. Roberto Gómez Rovelo en la zona de Los Dolores, la “Tegucigalpa” del Dr. Héctor Pineda en el barrio La Ronda , la “Cosmos” en la Avenida Centenario de Comayagüela y otras pequeñas que poco a poco fueron desapareciendo.
Hoy, prevalecen las farmacias de cadenas, pero las que les hemos mencionado representan el recuerdo de un pasado ligado a la historia de nuestra ciudad capital.
Hasta la próxima semana.