Rosario Carrillo Padilla
Estudiante de la Licenciatura en Relaciones Internacionales
r.carrillo789@unitec.edu
UNITEC, campus Tegucigalpa
Pensar globalmente y actuar localmente es una idea que cada vez prolifera más en el discurso de algunos estados, y también de organismos internacionales, al momento de referirse a la problemática ambiental; sin embargo, después de muchos años de escuchar este dicurso, no se ha logrado configurar como un modelo de vida de los ciudadanos de los países del mundo.
En la actualidad, se han generado diversas manifestaciones en contra de las violaciones de los derechos humanos, y en contra de los múltiples atentados hacia la naturaleza. Las agendas mundiales no logran incidir de forma contundente en la realidad y en la conciencia de los mandatarios y de la población mundial en general. Las luchas e iniciativas de personajes emergentes, con sus discursos y acciones en defensa de los recursos naturales y del medio ambiente, producen eco en las personas que aún son capaces de reconocer la dependencia del ser humano de la naturaleza. Asimismo, se espera que tales luchas e iniciativas produzcan efecto en la agenda de aquellos que ostentan el gobierno de las naciones.
Últimamente, se ha difundido la participación de una joven sueca de 16 años, Greta Thunberg, en la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas, acontecida el lunes 23 de septiembre de este año. En su discurso, Thunberg invita a contrarrestar el desinterés por el cambio climático y sus efectos en la vida humana. Por otro lado, ella señala cómo se ha subestimado el agotamiento de los recursos naturales, los cuales existen de manera limitada, no solo para la generación actual sino para las generaciones futuras.
Al percibir el nivel de conciencia ambiental en personas tan jóvenes como Greta, y al compararlo con el grado de indiferencia que gran parte de los hondureños y de muchos otros ciudadanos del mundo parecen mantener ante esta problemática, se verifica que un sector de la humanidad se rige bajo principios de autodestrucción, puesto que el daño hacia la naturaleza acelera la desaparición de la especie humana. Es por ello que, es indispensable, que la población hondureña en específico, por ser nuestra patria, debe implementar pequeños cambios que aseguren el desarrollo sostenible. Entre esos cambios es urgente desarrollar una conciencia ambiental, comenzando por acciones tan sencillas como no tirar basura en las calles ni en las áreas verdes, educar y crear conciencia sobre los efectos de la contaminación, cuidar las fuentes de agua, no talar los árboles, y establecer programas de reforestación y darle seguimiento a estos proyectos, para garantizar la supervivencia de la flora y por ende, de la fauna.
Como lo decía Greta: “Hemos aprendido que, si no actuamos por nuestro futuro, nadie dará el primer paso. Somos aquellos por quienes hemos estado esperando”. Es necesario olvidar la idea errónea de que solo las personas con poder económico y político pueden contribuir a la disminución del impacto ambiental. La unidad entre las personas conscientes de este flagelo constituye la esperanza para el rescate del planeta; por tal razón, se debe actuar desde ahora para que toda esta preocupación no sea disipada una vez más. Es oportuno que la voz de todos sea escuchada y sea tomada en serio, que los proyectos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible tengan el verdadero apoyo de los gobiernos de cada nación.
Si no es ahora, ¿cuándo?, ha llegado el momento de asumir la función de seres con razonamiento. Es propicio que cada ser humano se convierta en un agente de cambio, no solo dentro de su país. Hay que pensar que cada buena acción en el espacio local surte efecto a escala global.
Abg. María Fernanda Reina García
Directora de la columna “La Voz de la Academia”.