Por Carlos Gilberto Sandoval
En el año 2010, el abogado Rodil Rivera Rodil, en su libro “Antología Histórica”, escribe con prosa de elegante sencillez, así como sabe hacerlo sin retoricismos vacuos, de alambicadas fantasías, sobre el indiscutible y esclarecido poeta Umar Khayyam, cuyo nombre verdadero era Fath Omar ibn Ibrahim al Khayyam, quien nació en Nichapur, Persia, hoy Irán, en el año 1050 y, falleció, en la misma ciudad en el año 1132.
Además de gran poeta lírico, era astrónomo, filósofo, matemático y médico. Fue astrónomo de la Corte del Sultán Seldjucida Malik Chah y responsable del calendario islámico en 1074 y de la solución de las ecuaciones de segundo grado.
Kahyyam se hizo famoso a partir de las traducciones de su poemario Rubayyat, por el inglés Ewar Fitzgerard y por el portugués Octavio Tarquino de Sousa en 1859.
Los 101 Rubayyat son cortos, epigramáticos de gran perfección formal. Cada cuarteto constituye un poema que es elegía definida y continua.
El pensamiento en el poemario oscila entre el escepticismo y el misticismo; constituye también, meditaciones sobre el destino inexorable del hombre encarnado en la “nada” y la muerte con fe mística, con actitud estoica, llevando una vida virtuosa, que a veces encuadra con la poesía céltica con la imposibilidad de afirmar la “nada” como problema de vacío.
Los Rubayyat representan una profunda inspiración lírica transformada por los conocimientos científicos y filosóficos del autor.
El estoicismo significaba enfrentar el destino con coraje y dignidad. Se le consideraba un hedonista a la manera de Epicuro, de Horacio y de los estoicos, con gusto satisfactorio por la vida y sin temor alguno hacia la muerte.
El “post morten nihil” de Séneca, la melancolía de Heráclito: “todo resbala, nada se detiene” están presentes en los versos de Khayyam.
Parménides y los eleatas, afirmaron que: “solo el ser es y el no ser no es, solo cuando se niega el ser, aparece la nada; casi como una negación de la negación o el sic et non (si y no) del sufrido filósofo Abelardo”.
Es preciso anotar que las traducciones del inglés Fithgerard y del portugués Octavio Tarquino de Sousa, fueron censuradas por otros literatos; sin embargo, no incidieron sobre la forma del gran poeta lírico.
Cabe destacar igualmente que “el hombre camina por un ámbito de encrucijadas y de influencias insoslayables, desarrollando una elucubración persistente sobre el tiempo, moviéndose entre la añoranza del paraíso y la tierra de promisión nunca alcanzada, como un soñador de arquetipos, que miran correr el agua del río de Heráclito, sin bañarse nunca en él”.
Considerado el poeta hasta hoy, como uno de los más famosos literatos del mundo. He aquí unos cuantos versos suyos:
“Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy”.
“Oigo decir que los amantes del vino serán condenados”.
“Si los amantes del vino y del amor van al infierno, vacío debe estar el paraíso”.
“Ignoro si existen la justicia y la misericordia”.
“Coge un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe, pensando en que después la luna te busque en vano”.