Por Carolina Alduvín
Los candidatos perdedores en las pasadas elecciones se dividen en 2 grupos: los que, a sabiendas de no tener oportunidad, igual se lanzaron, apostando a obtener una o dos diputaciones, con miras a ser el fiel de la balanza en las votaciones determinantes que quedan sumamente cerradas y, así negociar posiciones, prebendas u otros beneficios. Y los ingenuos que pensaron que después de todas las maniobras que hizo el otro para reelegirse, se las iba a dejar arrebatar en las urnas. Luego de gritar, llorar, patalear, incendiar la capital y hasta acudir a Washington, D.C. a pedir ayuda, claudicaron de la forma más vergonzosa al juramentarse en las respectivas diputaciones en el CN, con lo que renunciaron a toda autoridad moral para reclamar.
Más adelante, al no poder, desde el Congreso detener algunas disposiciones atentatorias a la educación y a la salud pública, los “opositores” y un par de líderes oportunistas salen a las calles a medir fuerzas, dizque defendiendo el derecho del pueblo a la salud gratuita –como si fuera efectiva y expedita en la realidad– y a las pocas semanas comienzan a anunciar sus precandidaturas para los próximos comicios. Sin embargo, a la hora de aprobar el vergonzoso nuevo Código Penal, en el que según afirman los expertos, se permite a los diputados apropiarse a discreción de fondos públicos y no ser perseguidos por ese y otros delitos, las voces “opositoras” se llaman a silencio.
Hace tiempo que ciertos aliados fantasean con sacar al gobernante del poder, nada les ha funcionado; desde las entusiastas marchas con antorchas en 2015 al conocerse de los saqueos al IHSS, que fueron perdiendo fuerza poco a poco, pasando por el alegado fraude electoral de hace 2 años, hasta el reciente fallo de la justicia extranjera que declaró culpable de narcotráfico y delitos conexos a un hermano del Presidente, ven la oportunidad de volver a intentar paralizar el país e incendiar las pocas fuentes de empleo, exigiendo una vez más la salida del gobernante. Además de ingenuos, se pasan de ilusos; y no es que me parezca correcto lo que está ocurriendo, seguro que no lo es, pero si la alternativa es la actual “oposición”, la sabiduría popular reza que es mejor malo conocido…
La ley es clara y precisa al disponer a quién o quiénes y en qué orden corresponde la sucesión en caso de que el Presidente renunciara o se ausentara del cargo. Los 3 supuestos aliados que están llamando a la paralización y a los disturbios que invariablemente siguen a las concentraciones, ya sacaron a relucir sus profundas diferencias que ni siquiera son ideológicas sino de protagonismo y su afinidad del diente al labio. Es por eso que nadie los toma en serio, que las manifestaciones no resultan tan masivas como las proyectadas en redes sociales por el partido de gobierno y, si degeneran en violencia callejera es porque ellos mismos lo permiten y se suman. Quedan alegando que, el desorden lo hacen infiltrados, puede ser, pero les pasa por admitir a cualquiera, con tal de que se vea bulto y, sobre todo, por dejarse llevar por la animosidad que genera el odio, moneda de reclutamiento para sus seguidores.
La otra ilusión de desierto que los pierde es, pensar que los gringos le van a retirar el apoyo luego del fallo en contra del hermano. Tenemos clara la doble moral que con respecto al tráfico de estupefacientes tienen en aquel país del norte, la actividad, legal o no, es un enorme negocio que salpica desde gobiernos hacia abajo; lo estamos viendo con las payasadas que ocurren en México. Se llegó hasta rumorar que las gloriosas que desfilaron el otro día podrían retirarle el respaldo que lo mantiene en el cargo, sin duda hay más de un inconforme en las filas, hasta se especula que por eso hubo una barrida hace poco. Los tiempos han cambiado, la moda de los gobiernos militares ha pasado, podría volver como toda moda, pero no es hora.
Se dice que, si los esfuerzos por sacar del poder a quien lo ostenta no tienen éxito en esta semana, ya no va a ocurrir, y es lo que se ve. Se insiste en que recibió sobornos, que está metido hasta el cuello, eso no era más que argumentación de los fiscales para ganar el caso. Pocos se suman al paro convocado y cuando se les pregunta, no argumentan más que inmediateces personales o de grupo, no es cuestión de rectitud, ni de vergüenza, ni de juicio político, a cada grupo representado se le dan las prebendas que clama y protesta silenciada.