Por Jesús Evelio Inestroza Manzanares
En el año de 1836 don Próspero Herrera envió una carta a sus hermanos Dionisio y Justo, donde exponía argumentos que definían su pensamiento económico, que era el generalmente aceptado por los centroamericanos que ostentaban el poder en aquel momento coyuntural. Don Próspero había elaborado un proyecto ayudado, según él “por sabios de Francia” durante su permanencia en aquel país europeo y lo había compartido en Estados Unidos con el honorable Eduardo Livingston. A juicio de aquel ilustre hondureño era urgente y necesario iniciar las negociaciones para construir el canal interoceánico en Nicaragua, para integrar Centroamérica al mundo, especialmente a las tres naciones más poderosas “más industriosas, más comerciales y más vecinas” lo que debía iniciarse con un programa de colonización europea y norteamericana para llevar a la República la industria agrícola, manufacturera y comercial. Su propuesta fue compartida a sus hermanos y comunicada en carta formal al gobierno del Estado de Honduras que era dirigido en ese entonces por el coronel Joaquín Rivera. 1
Exponía Próspero Herrera que la revolución que concluyó en 1829 había destruido el fanatismo, el monopolio y otros embarazos y obstáculos que se oponían a la marcha del sistema liberal, agregando: “yo entendí que una nueva era comenzaba, en que sin dificultades, de la parte del gobierno, yo podía desde aquel punto comenzar a proporcionar a mi patria, todos los bienes que se hallaban a mi alcance. En consecuencia, desde aquella época he dirigido proyectos a ese ministerio, que consultados por varios de los hombres más respetables de Europa, por su ciencia se creyeron de la mayor importancia. Mis objetos fueron: dar la respetabilidad a ese gobierno: levantar su crédito abatido: procurar a Centroamérica las luces que necesitaba: arreglar la hacienda pública, tan arruinada, o crearla, por mejor decir: establecer rápidamente nuestras comunicaciones con la Europa para gozar de los bienes que nos ofrece su civilización: servirnos de extranjeros útiles que puedan contribuir a nuestros progresos: dar a conocer ese país al mundo y a la Europa en particular: la mejora de nuestras leyes: el arreglo amigable de nuestras diferencias con Colombia, México y Belice: el reconocimiento de nuestra independencia por España”. 2 Herrera fue más preciso en carta dirigida a Livingston: en ella le manifestaba su preocupación por asuntos concretos de la economía 1° el arreglo de la hacienda pública de Centroamérica tan necesaria para la existencia de su gobierno 2° el derrame de su civilización o en otras palabras “enviar de Inglaterra y Estados Unidos las luces y el capital necesario”. Más adelante hablaba de establecer cónsules en varios puertos de la República y Casas de Agencia en algunos de ellos para imponerse de dar a conocer las razones para establecer estas instituciones y formas comerciales, que eran las de inspirar a los comerciantes la necesaria confianza sobre las medidas a emplearse para formar el capital: sobre el modo más adecuado de destruir obstáculos y promover al comercio facilidades, y en fin sobre las disposiciones que debían tomarse para excitar en los habitantes el espíritu de empresa y nuevos hábitos de industria por medio de los estímulos. 3 Que todo esto se podía arreglar, pues los centroamericanos tenían virtudes indispensables para abrir el camino, estas eran: la generosidad, la hospitalidad, la frugalidad, el amor a su patria, y sobre todo, su amor a la independencia, este último “el sentimiento más generalizado en la población y más inveterado en el corazón de cada uno de los habitantes”, que se fortalecía bajo a inspiración “del gobierno sabio y liberal de los Estados Unidos que tanto admiran” 4
Actividades productivas
En la época histórica que el general Morazán tuvo figuración política en el agitado contexto republicano, primero como secretario general, presidente del Consejo Representativo y jefe supremo de Honduras, y luego como presidente federal de Centroamérica, la economía del Estado estuvo sumida en una crisis profunda que se articulaba y era solidaria con los problemas políticos y económicos que abatían al gobierno en general y a la sociedad hondureña en particular. Con excepción de estudios recientes que tratan este tema histórico, son pocas las referencias que se tienen en este momento sobre los elementos que configuraban la economía nacional en la etapa que nos ocupa.
El comercio
Tenía obstáculos considerables: los caminos en su mayoría eran angostos y tortuosos, aunque existían caminos reales estos eran transitables en las planicies, que por cierto eran muy pocas si se considera que los grandes centros comerciales estaban flanqueados por cadenas montañosas donde era común que se enmontaran los caminos en todas las épocas del año, especialmente en las estaciones lluviosas; las operaciones comerciales resultaban costosas, pues los comerciantes invertían en compra y alquiler de bestias resistentes a la carga, que debían ser reemplazadas dependiendo de la distancia bien por agotamiento o porque se lastimaban o morían en el tránsito. Además, la accidentada geografía hacia inútil o limitada la utilización de carretas u otro medio de transporte; las poblaciones se encontraban dispersas y separadas por llanuras y montañas desiertas exponían a las mercaderías por falta de abrigo contra las lluvias y la falta de auxilios o imposibilidad de cruzar los ríos; en ocasiones los comerciantes contrataban escoltas armadas para protegerse de forajidos y ladrones que acechaban en los caminos y despoblados, donde no alcanzaba el celo de las autoridades, abundando los informes y denuncias sobre caminos infestados de ladrones, que dejaban a los comerciantes sin los efectos que conducían o las mulas que los transportaban; era común la falsificación de moneda de toda clase y la circulación de la provisional, aquella porque afectaba a los comerciantes y la última que no teniendo más valor que el del metal inestimado perdía al poco tiempo su valor nominal frecuentemente en 50% y a veces en un 100% de acuerdo con denuncias presentadas al gobierno; se quejaban los comerciantes de violaciones a la libertad del comercio al impedirse la extracción de mercancías, ganado y tabaco por la existencia de leyes generales y reglamentos municipales, especialmente en tiempos de escasez y hambrunas; y se denunciaba también la carencia de aranceles en “las aduanas interiores” que a juicio de los comerciantes eran incompatibles “con la libertad nacional, con la prosperidad de los pueblos y con el decoro de la Constitución”, pues recaían en el capital y no sobre los productos.
La hacienda
Estaba relacionada por vínculos estrechos con el comercio, aunque su situación era muy particular. Las haciendas tenían una tendencia a declinar por diferentes causas: el desgaste o agotamiento de los suelos destinados para pasto; los incendios ocasionados por transeúntes procedentes de otros lugares, vecinos y labradores; la mala vecindad; encarecimiento del manejo de las propiedades especialmente en la contratación de trabajadores; abigeato; reducción de la demanda de ganado en el comercio local y regional; los daños ocasionados por insectos, serpientes venenosas y murciélagos que increíblemente provocaban una mortandad en el ganado, estimada entre un 8% y 12%; los efectos devastadores del volcán Cosigüina en la zona sur del Estado que redujo las haciendas en Choluteca a dos y hasta tres cuartas partes en ese departamento; y por último el pago obligatorio de contribuciones anuales, el pago de contribuciones forzosas, los saqueos realizados por “los revolucionarios” y fuerzas del gobierno en épocas de guerra, y el pago de diezmos y primicias. 5
La agricultura
No estaba libre de todas las dificultades y problemas que hemos mencionado: predominaba el monocultivo basado en los granos básicos como el maíz, el frijol, el maicillo y en menor medida el arroz y el trigo, eran muy escasos los sembradíos de añil, grana, cacao y vainilla, productos que eran muy apreciados en el mercado exterior; el cultivo de la caña se localizaba en algunas regiones y estaba relacionado con la fabricación de dulce de panela y el aguardiente, que era un producto estancado. El cultivo del tabaco estaba sujeto a una serie de regulaciones en su siembra y comercialización y tenía un control federal lo que facilitó el aparecimiento de un sector de cosecheros y rematantes que se constituyeron en una poderosa oligarquía local. En general los agricultores consideraban que sus principales problemas eran la escasez de brazos provocada por “la inconstancia” de los operarios y su propensión a la vagancia, la dispersión de la población, la falta de estímulos del Estado; las cargas civiles de que hemos hablado en el caso de los hacendados y las cargas eclesiásticas; el exceso o escasez de aguas, pues se dependía del invierno; las plagas incontrolables que atacaban los cultivos; y el empobrecimiento progresivo de las tierras. 6