Por Otto Martín Wolf
De acuerdo al diccionario del Español Jurídico -y hasta hace poco a nuestras costumbres- aquella persona que, habiendo cometido un delito, es juzgada y enviada a prisión se llama reo.
Por qué será entonces que un grupo, que yo llamaría “pussys”, trata de suavizar las cosas refiriéndose a ellos como “privados de libertad”.
Los verdaderos privados de libertad son aquellos, la sociedad entera, que es afectada por delincuentes.
Todos los que no pueden caminar por las calles con tranquilidad -de día y mucho menos de noche- porque un ladrón les despoja de sus pertenencias.
Aquel que estaciona su auto cinco minutos y cuando regresa lo encuentra sin batería… sin llantas, equipo de sonido o, simplemente, lo pierde para siempre.
Las personas que salen de sus casas sin saber si al regresar la encontrarán como salón de baile.
Las mujeres y niños que son abusadas sexualmente por degenerados.
Esos son los privados de la libertad de vivir en paz.
Los otros, los ladrones, asesinos, violadores y delincuentes en general son, por definición, reos, nada menos.
Esos “pussys” parecen querer hacer creer que la sociedad ha privado de su libertad a los reos, cuando son ellos los que han renunciado a la misma debido a su comportamiento.
A esos reos lo único de que la sociedad les priva es la libertad de seguir asaltando, violando, robando y matando.
Esa es una libertad a la que no tienen derecho y es culpa de ellos, de nadie más.
Son reos y punto.
Pero, aún así, esas mismas criaturas, mientras se encuentran en prisión, siguen cometiendo delitos, dirigiendo pandillas, organizando crímenes.
Son los mismos a quienes sus mujeres les llevan droga escondida en la vagina y algunos hombres granadas de fragmentación dentro del ano.
No necesitan andar sueltos para seguir atentando contra la libertad de vivir en paz a la que tenemos derecho quienes no nos dedicamos al crimen, aún en prisión nos siguen privando de nuestra libertad.
Los “pussys” deberían pensar primero en las víctimas y luego en los reos.
Los comunicadores sociales, los mismos que se quejan tanto del crimen y la falta de seguridad, son los primeros que deberían llamarlos por su nombre.
Nosotros somos los privados de libertad, ellos son los reos.
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