Por Boris Zelaya Rubí
“A los vándalos encapuchados les pagan para infiltrarse en las movilizaciones sociales pacíficas. Las personas que desfilan amparadas en el derecho que tienen constitucionalmente, deben detener a los entrenados en sembrar el caos y sacarlos de su manifestación a como dé lugar, los bochincheros están entrenados para hacer creer que la ideología contraria a la de ellos, es lo que ha traído como consecuencia para las poblaciones, la ignorancia convertida en las inequidades sociales, drogadicción, y dinero fácil”.
Los enemigos del imperio y socialistas por imitación, admiradores de Chávez (el finado), de Maduro, Ortega y de los sobrevivientes del sistema de Cuba y las “brisas bolivarianas”, están a punto de convertirse en la peor pesadilla de los que creemos en la democracia, pero no en la burundanga del “tal Mel” quien la llama “democracia socialista”, recurriendo a los vándalos pagados, adoctrinados por unos cuantos y enervados por drogas, para que tengan el valor de enfrentarse a un ejército armado y tolerante por órdenes superiores, permitiendo que los “garrudos mozalbetes” o “chavos rucos”, les lancen turuncazos con las manos.
Los miopes de derechos humanos, ven la violencia solamente del lado que les conviene, defendiendo a los “muchachos reprimidos”, verdaderos delincuentes, que son los que queman y saquean negocios y vehículos. Los guardianes del orden ¡no tienen derechos ni protección legal!
Los cabezas calientes de la izquierda, aprovechan cualquier descontento, para que sus encapuchados se infiltren entre los peticionarios y estos ni cortos ni perezosos, lo permiten en sus marchas de protesta, aprovechando los “tirapiedras” para atemorizar al gobierno y en los momentos de incertidumbre logran sus “conquistas económicas”, porque el estado cede para evitar mayores daños al país, tanto internamente como al exterior.
A propósito de gente de otras ideologías infiltradas secretamente, uno de esos líderes que se resisten al anonimato y viven del pasado, saltando de un partido a otro para ver qué consiguen, fue calificado por un militar golpista como una “patastera ideológica”. El actual político en condición de “dinosaurio”, se movía a su propia conveniencia económica, donde le era más fácil penetrar, es así que cuando participamos en un movimiento político, descubrimos a un “infiltrado pagado” que le informaba a un líder de aquellos años, todas nuestras estrategias y pleitos internos, un exhibicionista que lo único “dulce” que tenía era la sangre. Siempre han existido los “lleva y trae” tarifados y como lo dijo hace muchos años Chia Lin: “Un ejército sin agentes secretos es como un hombre sin ojos y sin oídos”, un partido sin “orejas” es similar a lo dicho por el estratega.
A nuestro Ejército según los “dimes y diretes”, lo han querido convencer de participar en un golpe de Estado. Creemos que esos seudolíderes en vez de incitar a las Fuerzas Armadas a romper el orden, deberían visitar aldeas y caseríos, para captar simpatías y lograr que los ciudadanos los favorezcan con sus votos en el próximo ejercicio electoral, ¿será que encuentran más sencillo, según ellos, hacerse del poder por otros medios? Se equivocaron! Continúan generando el pánico con sus comandos insurreccionales, pero no tarda la inteligencia policial y militar en acorralarlos y encarcelar a los que han venido a enseñarles el A, B, C, a los vándalos, que se vuelven expertos en la generación del caos y la destrucción de la democracia.
Aunque los buenos somos más, no se trata de un enfrentamiento entre facciones ideológicas, porque sería caer en el juego de los “ñangaritas de cafetín”: ¡la revolución civil! mejor ponemos orden y que prevalezca la democracia, expulsando del país a unos diez revoltosos y continuar el actual período de gobierno en paz. El resultado de las futuras elecciones será otra historia.
De rodillas solo para orar a Dios.