Por José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® japo916@yahoo.es
Para mi honra y orgullo, fui formado en mi niñez con principios morales, éticos y cristianos en el hogar, luego en mi adolescencia, en la Escuela Militar General Francisco Morazán, me fueron inculcados profundos valores patrios, el culto a la verdad, obediencia, disciplina y respeto al prójimo, en el marco de la trilogía Lealtad, Honor y Sacrificio por mi pueblo, mi familia y por mi amada patria, constituyéndose en la piedra angular y principal cimiento para mi desempeño profesional y en todos los actos de mi vida en lo social, laboral y familiar.
Por consiguiente y consciente de mis deberes como hondureño, no puedo menos que reaccionar con indignación cuando se irrespeta a la patria, la cual juré honrar y defender de cualquier agresión u ofensa mientras tenga vida, venga de donde venga, sea de extranjeros o de malos hondureños que persiguen propósitos personales.
En esta oportunidad, y con el debido respeto a los amables lectores, me siento obligado a pronunciarme enérgicamente en contra de la inadmisible calificación, que una autoridad judicial en un juzgado de Nueva York, expresó públicamente en contra de nuestra patria Honduras, señalándola irresponsablemente en sus argumentos como un narco-Estado, calificación que rechazo vehemente de manera categórica.
Lo más cruel se da en la difusión masiva hecha por la prensa local e internacional, que en su afán de informar no midieron el daño provocado a la patria y a los hondureños de bien que somos la mayoría, aunque para algunos fue divertido, producto de una incultura del escándalo y el chisme que no mantiene pero entretiene.
Mi rechazo no es antojadizo, está respaldado en observaciones y hechos que me amparan para expresar mi desacuerdo por semejante atropello, y del cual han hecho eco muchos compatriotas, unos por interés promovido por su condición inamistosa en contra del ciudadano hondureño enjuiciado en esa corte, (abogado Juan Antonio Hernández Alvarado) y contra su hermano el actual Presidente constitucional, muchos sorprendidos en su buena fe, lo difundieron por las redes, probablemente para dimensionar el contenido de la noticia y agregarle una dosis de morbo a la misma, ante lo cual recomiendo sabiduría y discernimiento en estas situaciones, que son vistas, leídas y escuchadas por los pobladores de todos los niveles educativos y estratos sociales, dentro y fuera del solar patrio, causando deshonra al país con estos epítetos desagradables.
Por supuesto debo incluir entre los difamadores locales, de manera directa a los cuasi-políticos y a los políticos de oficio que utilizan todos los medios disponibles para repetir semejante barbaridad jurídica, todo por expresar reiteradamente su animadversión en contra del mencionado acusado, y de su hermano el Presidente Juan Orlando Hernández Alvarado, que si bien es cierto es el primer ciudadano del país, no es propio cargar a nuestro país los errores de este o de cualquier otro ciudadano que cometa yerros personales de manera individual o colectiva, confiemos que la justicia en su momento se haga cargo.
Considero necesario explicar que nuestro país, nunca fue objeto ni sujeto de interés en ese juicio, mucho menos que se haya señalado a nuestro país por la comisión de delito alguno, agregando además, que el enjuiciado no estaba en calidad de representante legal de Honduras, como lo apuntaron muchos detractores del acusado, que en su briosa pretensión lo aprovecharon, a sabiendas que irresponsablemente vituperaban en sus desacertadas apreciaciones el honor del país y de sus coterráneos.
Visto así, y tomando en cuenta lo que dice el Libro Blanco de la Defensa el país o Estado (en este caso Honduras) está conformado por tres componentes: gobierno, territorio y población y en base a ello es errónea la calificación aludida, no se puede decir que la población está toda dedicada a las actividades del narcotráfico, tampoco que todo el territorio es usado en estas actividades ilícitas.
Cierro mi opinión, llamando a los políticos a que resuelvan sus diferencias políticamente dentro del diálogo, ya que el problema actual y que nos tiene enfrentados, es de origen político partidario y como tal debe resolverse, es evidente una competencia de cuatro irresponsables megalómanos, tanto de los que detentan el poder (actual Presidente) como de los que persiguen obtener o regresar al poder a costa del sacrificio popular, (Mel Zelaya, Luis Zelaya Y Salvador Nasralla) que promueven en su beneficio el desorden o piden intervención para que nos pongan orden desde afuera. Unos y otros agarren güevos por esta vez, ármense de valor y superen los objetivos personales o partidarios y piensen en Honduras, no sigan confrontando. No sacrifiquemos nuestra juventud en protestas estériles y destructivas, imitando sistemas fracasados.
Considero también que empresarios, iglesias y sociedad civil tenemos culpas, no es suficiente decir ya basta, a estos megalómanos hay que pararlos y punto. Apropiémonos de la frase de Martí, “La patria necesita sacrificios. Es ara, no pedestal. Se le sirve, pero no se le toma para servirse de ella”.