Por Armando Cerrato
Para analistas nacionales e internacionales de la ajetreada y confusa vida política hondureña, el Ministerio Público debe actuar de oficio contra todo aquel que como el presidente del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal de Honduras: Luis Zelaya Medrano y el fundador del Partido Anticorrupción (PAC) ahora en manos de una abogada y en proceso de inscripción de otro partido: “Salvador de Honduras” Salvador Nasralla, incitan a las Fuerzas Armadas de Honduras a dar un golpe de estado.
Luis Zelaya Medrano se presentó hace algunos días ante el jefe del Estado Mayor Conjunto, general René Orlando Ponce Fonseca y su estado mayor, solicitando que las Fuerzas Armadas sacaran por la fuerza de la Presidencia de la República a su Comandante en Jefe -por la vía constitucional- Juan Orlando Hernández Alvarado.
El acto sedicioso fue rechazado de plano por las altas autoridades militares, que dijeron que ese tipo de acciones son cosa del pasado y que de quererlo se podían quedar en el poder hasta por treinta años, pero que eran fieles a su lema de Lealtad, Honor y Sacrificio y a la Constitución de la República.
Posteriormente Luis Zelaya Medrano acompañado por Salvador Nasralla, Luis Valle, Nelson Licona y dos mujeres del Partido Liberal viajaron a Washington según ellos en una misión diplomática (¿?) para hablar con congresistas, senadores y otros funcionarios del gobierno de los Estados Unidos de América, sobre la situación política en Honduras y solicitándoles apoyo para que el gobierno de Donald Trump quite la ayuda militar y económica al gobierno hondureño por considerar que el titular del Ejecutivo es un usurpador y ha convertido a la administración de Honduras en un narco-Estado.
A su regreso a Honduras Salvador Nasralla -quien dice amar profundamente a la patria– se presentó a la sede del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras con una exigencia por escrito para que la alta oficialidad encabezada por René Ponce Fonseca capture y ponga a la disposición de la justicia nacional e internacional a Juan Orlando Hernández Alvarado, no solo por usurpar el poder al haberse reelegido dizque ilegalmente y haberle robado a Nasralla el poder de la República en dos oportunidades en elecciones cargadas de irregularidades y recuento de votos falsos.
Nasralla recibió la misma respuesta que Luis Zelaya Medrano con el agravante de que amenazó a los militares y a todos los funcionarios del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial de traidores a la patria, un delito que no prescribe nunca y cuya sanción penal puede ser demandada en cualquier momento por cualquier ciudadano.
“Los militares honestos que tienen bajo su mando tropas bien armadas deben revelarse contra el gobierno usurpador que preside el narcotraficante Juan Orlando Hernández -dijo Nasralla- y castigar con todo el peso de la ley al usurpador y su jerarquía cómplice en la violación a varios artículos de la Constitución de la República y la Ley Constitutiva de las Fuerzas Armadas las que deben ser leídas por los militares conscientes para enterarse de cual es su verdadera misión en el campo político, la cual es según él, el mandato constitucional de cuidar la alternabilidad en el poder, precepto violado al permitirse la reelección y permanencia en el cargo de Presidente de la República de Juan Orlando Hernández Alvarado”.
En reiteradas ocasiones Luis Zelaya Medrano y Luis Valle del PINU-SD, quienes aparentemente han formado una alianza, creando una plataforma opositora con algunos disidentes de Libre, el PINU-SD y cuanta organización política o de la sociedad civil quiera unírseles para tratar de sacar del poder a Juan Orlando Hernández Alvarado, al que dicen que no capturan de por sí, por no tener las armas necesarias para ello.
El Ministerio Público está obligado a querellar de oficio a los sediciosos, a los que no les importa el destino de los casi diez millones de hondureños, su convención social y jurídica que se encamina hacia una democracia cada vez más perfectible, lo cual se lograría más aceleradamente de no persistir la presidentitis y las ambiciones de poder de estos personajes neófitos en política, que se creen invencibles y muy populares cuando en realidad la vox populi los condena y rechaza asegurándoles que nunca llegarán al poder.
Licenciado en Periodismo