Por Adán Hilario Suazo Molina
Coronel de Aviación (Retirado)
Se reabre nuevamente con insistencia, el viejo dilema que se ha mantenido flotando en el ambiente por décadas: ¿deben o no deben ejercer el sufragio los militares y policías en servicio activo? Cada vez que el tema político se calienta, se traen a la escena mediática, este y otros temas, cuales manipulados a conveniencia, antes que aclarar confunden y antes que favorecer deterioran profundamente nuestra maltatrada sociedad. Desde el punto de vista humano, los argumentos de fondo para mantener a este segmento poblacional fuera del derecho al sufragio es esencialmente, el peligro de una supuesta contaminación política que puedan sufrir ambas instituciones, otra excusa es la manipulación o presión que puedan ejercer en la decisión de voto, de parte de la estructura de mando, y desde el punto de vista institucional, el asunto se centra en las tareas y garantías que ambos cuerpos de Defensa y Seguridad deben cumplir en los procesos electorales.
Para ambientar y dimensionar el tema, reflexionemos sobre este hecho, en América de los 35 países que conforman nuestro continente, en 31 de ellos, es permitido que militares y policías en servicio activo ejerzan el sufragio, caso contrario ocurre en: Colombia, Guatemala, República Dominicana y Honduras, países que han vedado ese derecho para los ciudadanos citados. Las preguntas de rigor referente a este asunto, en el caso de Honduras, pueden ser las siguientes: ¿Qué efecto causaría el voto militar y policial en nuestro sistema político?, otra interrogante sería ¿conviene al Estado modificar una situación hasta ahora controlada?, en la primera situación, en cuanto a número de electores se refiere, consideramos que en unas cuatro elecciones venideras, la cantidad de votantes entre ambas instituciones, no seria mayor a sesenta mil ciudadanos, pero una cifra considerable, que puede decidir una elección; también hay que considerar que se trata de un voto de calidad, el hecho de ser apolíticos no ha significado, que no comprendan de política, en verdad, la educación programada para los cuadros de oficiales y sub oficiales, incluye en su currículo académico, altos contenidos estratégicos y sobre el poder nacional, que los preparan para discernir, evaluar y seleccionar con propiedad y profesionalismo; en relación a la conveniencia de que se autorice legalmente y en propiedad el referido voto, consideramos, que nuestra soberanía, nacionalidad o democracia no sufrirían algún peligro o menoscabo, dado el caso de aprobar una ley de orden administrativo, que ponga fin a una restricción violatoria a un derecho ciudadano.
Por supuesto que es comprensible el celo y temor de parte de algunos sectores de la sociedad, por la inminencia del establecimiento de este derecho. Para ello deberá prepararse a conciencia las respectivas enmiendas legales, aclarando y fortaleciendo los conceptos, pero evitando que se produzcan lagunas, utilizables para malas interpretaciones.
El asunto debe mantener y recalcar límites convenientes, como ser: las instituciones militar y policial deben conservar la apoliticidad, que restrinja cualquier actividad política como cuerpo, sea esto dentro o fuera de los cuarteles; el otro aspecto de la medida, es permitir que los militares y policías en activo ejerzan única y exclusivamente el derecho al voto, pero con la restricción de participar en cualquier demostración de simpatías o actos políticos partidarios, restringiendo así mismo, pretensiones personales a candidaturas electorales de cualquier naturaleza, para lo cual deberá esperar su paso a situación de baja, retiro o jubilación, restricciones muy comprensibles y necesarias.
El gran filosofo griego Aristóteles, (384 a. C.) definió al hombre como “un animal político”, término generalmente utilizado y aceptado, es fácil comprenderlo dado que nuestra característica gregaria, nos convierte en políticos por naturaleza.
Como ya lo hemos señalado, la mayoría de los países del mundo permite a sus militares y policías en activo ejercer el sufragio: personal, libre, directo y secreto, por lo cual, conviene revisar estas experiencias y adaptarlas a nuestra realidad, apoyándose por supuesto con la asesoría de abogados militares y policías activos o jubilados que conocen del tema.
El momento político que vive la nación, sumado a la oferta de liderazgo que se muestra en estos tiempos, no entusiasma en absoluto la participación ciudadana en estos procesos, de hecho el abstencionismo en crecimiento es la constante. Pero comprendamos, el voto es voluntario y el derecho es universal. De hecho, la clase política debería reinventarse. Mientras tanto: Militares y policías en activo, deben ser en propiedad, ciudadanos hondureños en uniforme.
La lapidaria frase “ciudadano de segunda categoría” debe pasar al olvido.