¿CÓMO quieren que la ciudadanía sienta que deba respetar las leyes, si los políticos y, de repente, voces oficiales, le meten en la cabeza a la gente que la Constitución no sirve? Como quien se quita el pie porque le estorba una piedra que se le metió en el zapato. El atraso del país –según la narrativa– no es culpa de los gobiernos, de las mañas inveteradas, de los feos resabios de los políticos, de las improvisaciones, de la indolencia de unos y otros, sino de la malvada Constitución. Ella pese a que es un crisol de anhelos, de garantías, y obligaciones para la búsqueda del bienestar nacional, no sirve y hay que enterrarla –arguyen los sepultureros– porque no tiene escrita la solución a cada problema que aqueja a la sociedad. Cuando resolver problemas no es cosa de letras escritas en un pedazo de papel, sino de acciones, de actitudes, de conductas que corresponden a los gobiernos, a los dirigentes y a la misma sociedad. Y como la Constitución no entiende disparates, hay que ponerla en cintura, para que su texto recoja la deformación de valores, de hoy en día, no poner en cintura a las personas que, hoy en día, son causantes de la distorsión.
Ahora la ocurrencia es que la forma de gobierno republicana, democrática y representativa, ejercida por tres poderes del Estado, complementarios e independientes, sin relación de subordinación, hay que cambiarla por un sistema parlamentario al estilo europeo. Pues bien, como el sistema de gobierno es norma constitucional irreformable, no hay de otras que botar la Constitución. ¿Cómo? ¿Alguna idea tendrá el amable público de lo que pudiera ser que estén pensando? Pero como es una forma parlamentaria de gobierno la que proponen –una vez que metan al país en otra crisis política por trastear los pétreos constitucionales– habría que reflexionar sobre las bondades de ese estilo de gobierno a la europea. Si en naciones más civilizadas –con su sistema parlamentario– les cuesta a los políticos negociar –entre los partidos, entre el Parlamento y el Ejecutivo– lo que garantice estabilidad política y social, ¿cómo piensan que, con la calidad de políticos que tenemos, nos iría a nosotros? Pues, digamos, allá en el Reino Unido, la gente votó para salirse de la Unión Europea. Eso le costó el cargo a un primer ministro. La primer ministro que llenó la vacante nunca pudo encontrar apoyo del Parlamento para el Brexit. Sin el respaldo de su partido y de los parlamentarios prefirió irse. El actual entró prometiendo que sacaba el país de la UE, costara lo que costara, para finales del mes pasado. No pudo y ahora los ingleses días antes de la Navidad van a elecciones. (Creyó que en elecciones iba a barrer a la oposición y a días de los comicios la tortilla se le ha dado vuelta). La incertidumbre durante todo este tiempo tiene a la economía inglesa tambaleante, y peor le va a ir si se retira de la UE sin acuerdo.
Tal vez a los españoles les esté yendo mejor. Sin meternos al conflicto de los separatistas de Cataluña, que quieren su propia bandera dizque porque la española ya no los arropa, el país ha ido a 4 elecciones en los últimos 4 años. Con una moción de censura botaron de la Moncloa al líder del Partido Popular. Desde entonces el líder del PSOE que gobierna transitoriamente, no ha podido obtener mayoría suficiente en el Parlamento para que le aprueben sus presupuestos, ni en las urnas para no tener que transar el gobierno con una variedad de partidos. Lo que en las negociaciones pasadas le negó a Unidos Podemos, para no tener un gobierno bicéfalo, ahora que en las últimas elecciones obtuvo menos votos y menos asientos en el Congreso, se lo dio completito. Y eso que UP igual obtuvo mucho menos votos y menos asientos que la vez pasada. Y aún así –después de la prisa dando lo que no había querido ceder– no garantiza los votos para la investidura. A no ser complaciendo a los separatistas. Nadie está diciendo que eso no sea democracia lo que hay en ambos países. Claro que sí es democracia y en abundancia. Lo que ponemos en duda es la habilidad de los líderes políticos de llegar a acuerdos. Y si allá los líderes políticos –por algo tan complicado– no encuentran forma de ponerse de acuerdo, y aquí los dirigentes políticos no llegan a arreglos –en un sistema más sencillo– ¿qué habilidad tendrán aquí para negociar y entenderse si de lo sencillo los pasan a lo complicado? (De Italia, ni hablar. Allá han tenido 65 gobiernos en los últimos 70 años. Un gobierno no les dura ni 13 meses). Así que ¿para qué complicarle más la vida al país? Dejen la Constitución tranquila. Respétenla en vez de vituperarla. Que aquí nadie quiere, ni el país aguanta, otra crisis política.
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