EL colectivo feminista del puerto chileno de Valparaíso nunca imaginó cómo la actuación local de un baile, repercutiría extra fronteras en un poderoso mensaje contra la violencia machista. El grupo artístico resolvió adelantar su estreno después de las denuncias de abuso policial hacia mujeres en el marco de las protestas sociales que estallaron en Chile el 18 de octubre. Días después, decenas de mujeres replicaban los contagiosos movimientos rítmicos y la canción –escrita en español– en Francia, Turquía, Barcelona, mientras se propagaba viralmente en videos por las redes sociales. A la estupefacción de muchos sobre la naturaleza de las protestas en Chile –que cumplen más de 50 días– habría que destacar los saldos alarmantes. Ya van 25 muertos, 2,200 heridos y 17 mil detenidos. Agreguen a ello 352 lesiones oculares que han sufrido manifestantes en lo que va de los molotes. Todavía el fin de semana la policía chilena detuvo 136 personas durante los violentos incidentes en Santiago.
“Se registraron “11 eventos graves” entre saqueos e incendios en el comercio, ataques a comisarías, y un autobús del transporte público quemado, y que dejó a nivel nacional “un saldo de aprehendidos de 136”, 14 más que la jornada anterior”. El daño a la economía ya es insostenible. Solo en un mes el PIB se contrajo en 5.4%, mientras el comercio y la actividad industrial registran una pérdida de 80 mil empleos. Plazas de trabajo cerradas y chilenos que van a la calle. Se calcula que el impacto económico sufrido por la crisis es mayor al megaterremoto y al tsunami que azotaron el 2010. El daño colateral es el clima de desconfianza. “Las personas enfrentan su día a día sin certezas en torno a cuestiones básicas como cuánto demorarán en llegar a casa, qué encontrarán en el camino y hasta qué hora estará abierto el comercio del barrio”. Crece la lista de las víctimas heridas, con graves lesiones de los enfrentamientos. “Son diarias las noticias sobre saqueos de hoteles, quema de negocios y destrucción del patrimonio”. Mucha gente ya siente trastornos de ansiedad, de angustia y de incertidumbre.
Inseguridad sobre su futuro laboral. Los psicólogos alertan sobre la tóxica atmósfera que como secuela se observa del estallido social: “Miedo, ansiedad, incredulidad, culpa, rabia, irritación, tristeza, insomnio, falta de apetito, fatiga, sensación de desconexión con la realidad, ideas suicidas…”. Un clima tenso que tendrá repercusiones graves en la convivencia social. “El costo psicológico de vivir en un país donde las denuncias de abusos policiales son diarias, igual que los incendios y saqueos en lugares públicos y privados, empieza a sentirse”.
Este fin de semana, también, la policía de París tuvo un nuevo encontronazo con los manifestantes del movimiento de los chalecos amarillos, que se unieron a una ola de protestas –de bloqueo de calles, interrupción de servicio de trenes– contra la reforma al sistema nacional de jubilación propuesta por el gobierno de Francia.
Este último conflicto inició la semana pasada con una gran huelga nacional que paraliza el país. Enormes embotellamientos, las refinerías en huelga, 12 depósitos petroleros bloqueados y escasez del combustible. Los chalecos amarillos marchan “con las mismas exigencias de hace un año para que haya justicia económica, pero añadiendo el disgusto por la reforma al sistema de jubilación. Se trata, entonces, no de una demanda puntual, sino que de una queja mutante. Por supuesto que la democracia tiene que lidiar con las quejas y las demandas de la gente. La fregada es cuando todos esos disturbios que golpean los mercados y hacen trizas la economía, impactan en el pan nuestro de cada día, de los pueblos.