Por Richard Barathe
Representante Residente del PNUD en Honduras
Lo que está sucediendo en ciudades como Hong Kong, París, Santiago o La Paz son una muestra de que, a pesar de décadas de crecimiento económico y prosperidad mundial, persisten las percepciones de injusticia. La desigualdad genera descontento.
Y es este tema, la desigualdad, el centro de análisis del reciente Informe de Desarrollo Humano del PNUD que presenta a decisores de políticas públicas, a liderazgos políticos, económicos y sociales, así como a la academia y sociedad civil, de que es posible corregir las desigualdades en desarrollo humano. Al hacerlo, se tiene la oportunidad de eliminar las barreras y crear condiciones favorables para que las personas vivan en dignidad, con capacidad de responder y adaptarse al cambio climático o a las crisis; y participen de la nueva revolución tecnológica e industrial.
Vemos que, desde que se ha empezado a medir el índice de desarrollo humano, son muchos los países que han ascendido de categoría en la escala del desarrollo. Desde 1990, el número de países clasificados en la categoría con desarrollo humano “muy alto” aumentó de 12 a 62. Sin embargo, a pesar de que muchas personas están consiguiendo alcanzar niveles mínimos en materia de desarrollo humano, las desigualdades continúan siendo generalizadas. En países con índice de desarrollo humano “muy alto” el 93% tiene acceso a educación primaria frente a un 42% en países de categoría “baja”.
Adicionalmente, estamos experimentando la transición hacia un mundo que demanda otros criterios que transcienden el de contar con necesidades básicas satisfechas, y que, si no son revertidos desde ahora, van a originar nuevas y profundas desigualdades en el desarrollo humano. Tomemos el caso del acceso a la banda ancha del Internet. En los últimos 10 años, en los países con desarrollo humano “muy alto” las suscripciones a este servicio están creciendo a un ritmo 15 veces más rápido que en los países con desarrollo humano “bajo”.
Para el caso de la educación terciaria, en los países de categoría “muy alta” está creciendo más de seis veces la matrícula de adultos en comparación en países de categoría “baja”. Un profesional más capacitado y con acceso a fuentes de información del internet tendrá mayores oportunidades y gozará de mejores redes de contacto.
Por lo tanto, la actuación de los gobiernos no puede basarse en políticas aisladas ni en pensar que existe una solución única para todos los problemas. Para lograr un cambio duradero, tanto en los ingresos como en el conjunto de las desigualdades que afectan al desarrollo humano, es preciso adoptar políticas con un enfoque más amplio y más sistemático; y basados en evidencia, que analice especificidades.
En esa línea, el informe recomienda políticas que se sustenten en intervenciones que abarquen todo el ciclo de vida y se inicien incluso, antes del nacimiento; por ejemplo, mediante inversiones en áreas como el aprendizaje, la salud y la nutrición de los niños y las niñas de corta edad, que se activan antes de que las personas lleguen al mercado laboral. Tales inversiones deben continuar a lo largo de toda la vida de la persona, mientras obtiene ingresos en el mercado laboral y posteriormente.
Por otro lado, corregir las desigualdades requiere de un trabajo en alianzas. Tomemos el caso de la crisis climática, que necesita de espacios públicos y multiactor para mantener el tema en agenda, así como el seguimiento y vigilancia de estándares ambientales son tareas relativas a entidades gubernamentales, sociedad civil, academia y la empresa privada. O el caso de la igualdad de género, que para cambiar normas sociales y la discriminación se necesitan de acciones colectivas en educación y sensibilización, por mencionar algunos.
La sensación de descontento que ha originado las olas de protestas es una alerta para los liderazgos de los países. Se necesitan de reformas radicales para que la ciudadanía pueda desarrollar su pleno potencial, en libertad y con dignidad. Si no, se auguran tiempos con mucha incertidumbre y mayores estallidos de violencia.
Pero las desigualdades se pueden corregir. Desde el PNUD afirmamos nuestro compromiso para apoyar a gobiernos y actores de la sociedad para tomar esas decisiones que permitan que los y las ciudadanas gocen, en el presente y en el futuro, de una vida justa y digna, con acceso al desarrollo tecnológico, sin discriminación y protegidos, y listos para enfrentar cualquier crisis.