Por José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® japo916@yahoo.es
En esta oportunidad he decidido comentar un tema que más que una calificación es un llamado a la población y subrayar lo negativo de este 2019, lo que hemos perdido, o que hemos dejado de ganar como país, como sociedad o como personas en este período, pero no quiero solo externar mi sentido crítico, al contrario es para destacar el hecho y que reconozcamos lo mal que hemos andado, y buscar cómo mejorar, iniciando con aceptar que como pueblo y como nación estamos tocando fondo en lo político, social y económico, por mencionar lo mayormente afectado.
Lo insólito y asombroso es que, pareciera que a los que les toca ocuparse no les importa, ni siquiera les preocupa, siendo conocedores del problema (tienen los cuerpos de inteligencia) y no se dieron a la tarea de planificar y tomar medidas preventivas, supongo fue porque ellos tienen lucro en el caos, marcado por las prácticas desmedidas de la corrupción, y la impunidad.
Son abundantes los indicios que denotan lo que estoy comentando, pues desde fines del 2018 se dieron eventos que presagiaban un año nuevo turbulento, así pues ya en enero, se multiplicaron los incidentes destructivos a nivel nacional, con énfasis en los centros urbanos de mayor auge económico, acentuados los destrozos en el comercio formal e informal en San Pedro Sula y el Distrito Central, que cobró daños colaterales a los empresarios, dejando además sin empleo a muchos compatriotas.
Indudablemente, y en lo personal estimo que esa no es una manera adecuada de hacer sentir nuestros enojos y desacuerdos, eso solo demuestra la irracionalidad y falta de capacidad de los dirigentes políticos para lograr acuerdos. Con ese proceder, pareciera que no quieren poner orden en sus organizaciones porque les es más rentable sembrar y mantener el desorden, y explotar “su liderazgo” en beneficio propio y no del pueblo, como debería darse, al ser ungidos se les olvidó cumplir, pero increíblemente no hemos aprendido a elegir.
Experimentamos una polarización política dañina, acrecentada en los últimos 10 años, después del tsunami político que se formó, con la destitución abrupta y creo equívoca, del expresidente Zelaya, y no lo digo porque tenga alguna simpatía por él y su proyecto, sino porque le han dado motivos suficientes para mantener el país dividido y alborotado, haciendo lo que mejor sabe hacer, “promover el desorden”, una práctica que lo ha llevado a mantener vigente su liderazgo, haciendo continuos llamados a la insurrección, dizque pacífica pero en los hechos se refleja lo contrario, las intenciones de materializar una revolución (el levantamiento armado), promoviendo constantes tomas de calles, carreteras que por su falta de control en las mismas se vuelven violentas pero que poco le importa, su intención es retornar al poder a cualquier costo y cumplir su agenda internacional con el proclamado socialismo del siglo XXI. Llevarnos al desarrollo envidiable con equidad de Cuba y Venezuela.
El escenario del continuo relajo, se complementa en ese enredado marco político nacional, con una infecunda respuesta del partido (se dice un grupo) en el poder, que también ha tomado ventaja de la situación para echar andar el anunciado plan de los 50 años en el poder, llevado a la práctica con un escabroso proceso de una inusual reelección, que sirvió de pretexto a una improvisada y necia alianza opositora, iniciando una peligrosa y violenta contienda, unos por mantenerse y otros por regresar o por hacerse del poder.
Con pasmosa e irrespetuosa actitud, evidencian que les importa un comino el desarrollo y el bienestar de los gobernados, cabe la pregunta entonces ¿qué seguridad y tranquilidad se puede obtener así?, si nos hipotecaron el 2019 convirtiéndolo en un año inestable, violento e inseguro, producto de la intolerancia y la irracionalidad de gobernantes y pretendientes del poder.
No obstante que se conocen los instigadores, es oportuno también señalar que no son los únicos culpables del deterioro político, social y económico del país en este 2019, todos tenemos una cuota de culpabilidad, por acción u omisión, por ejemplo ¿qué hacemos los ciudadanos para obligar a estos irresponsables?, ya vimos que ni siquiera se mosquean por las marchas de las antorchas y otras parecidas, tomarnos las calles es causar atrasos y daños a inocentes y a la economía, ¿cómo vamos a superar el desmadre con un Congreso legislando en y para la controversia, para su beneficio, cómo diantres se va a corregir la corrupción con la empresa privada inconsciente que tenemos y qué decir del gobierno que ha caído en el confort de que los desmadres solo duran tres días y así nos pasamos el año 2019 en completa intolerancia e irracionalidad que dicho sea de paso produjo ansiedad, estrés, desempleo, intranquilidad e inseguridad, con un 2020 en puerta y con no muy buenas expectativas, basta recordar que tendremos problemas en la producción alimentaria y carencia de agua en las áreas urbanas. Por supuesto, nos toca ser mejores electores y no volvernos a equivocar.