El 4 de diciembre la iglesia recuerda a San Juan de la Cruz, conocido como el “santo de la purificación del alma”. En su nombre lo siguiente:
Actualmente andan figurando en algunos medios televisivos ciertos siniestros individuos, señalando con implacable dedo inquisidor la campante corrupción, pero no con la autoridad moral que confiere una trayectoria limpia y decente; de repente, más bien porque pertenecen al cartel de la competencia. Cuando es sabido que unos de ellos son convictos que se hallan fuera de prisión por conmuta; otros, por tener la fortuna de no haber sido investigados; y otros más, que a sabiendas que deben su inmenso capital a su habilidad de quebrar empresas, estafar instituciones con millonarios préstamos o no pagar deudas contraídas con empresas, pero quien sabe por qué clase de artilugio han resultado impunes.
Y pensar que tales forajidos son disertadores de honor de muchos medios.
Eso, señores periodistas, no es más que promover los antivalores de la corrupción e impunidad; los que, supuestamente, pretenden desde sus cabinas condenar.
Si quieren ser útiles a la sociedad demuéstrenlo. Purifiquen sus cabinas, como diría San Juan, y no permitan convertirse ustedes y, lo que es peor, convertir a la audiencia en sus cómplices.
Carlos E. Ayes
Tegucigalpa, M.D.C.