Por Francisco Zepeda Andino
Cnel. ® FAH
Comenzando 1960, un grupo de jóvenes se presentaron a las instalaciones de la Fuerza Aérea Hondureña para hacer los exámenes físicos y académicos previos a convertirse en Cadetes de Vuelo. Cuatro fuimos aprobados pasando a ser la Clase 60-A de la prestigiada institución militar. Carlos Aguirre Corrales, Walter López Reyes, Roberto Vallecillo Schaub y el que escribe.
De los cuatro, tres éramos conocidos. Solo Aguirre era “el nuevo” siendo que López, el hermano mayor de Vallecillo, Octavio y yo, cursamos la primaria en la Escuela República Oriental del Uruguay, adscrita al Instituto Central de Varones. Aguirre era de más edad y aun cuando no había una diferencia marcada, lo mirábamos como el compañero mayor. Sabíamos que “el negrito Aguirre”, como lo llamábamos cariñosamente, era originario de Choluteca pero haciéndole una broma, le decíamos que había nacido en Jiquilisco, El Salvador y desde entonces un muy reducido número de sus amigos, cuando hablábamos de “Jiqui”, sabíamos a quién nos referíamos.
En el alfabeto fonético de aviación internacional, la letra A corresponde a la palabra “Alfa” y la letra C a “Charlie”. De esa manera, durante su carrera de aviador militar, Aguirre fue conocido dentro la institución como Charlie Alfa, equivalente a Carlos Aguirre o coronel Aguirre.
Los tres integrantes de la Clase 60-A (Aguirre, López y Zepeda) al haberse retirado de la FAH Roberto Vallecillo, proseguimos nuestra arriesgada profesión y habiendo cumplido los requisitos necesarios, accedimos a tripular aviones Corsarios F4U-4 y F4U-5. Durante la agresión armada de El Salvador en julio, 1969, Aguirre fue asignado al Comando Norte en el aeropuerto La Mesa, cumpliendo diferentes misiones de combate entre las cuales destacó el bombardeo a la refinería y depósitos de combustible ubicada en el Puerto de Acajutla y la inolvidable acción de San Rafael de Las Mataras, donde se rechazó contundentemente la penetración armada salvadoreña.
Existen otros dos eventos dentro la carrera militar de Aguirre muy poco conocidos o valorados. Me refiero en primer lugar a su intervención en el secuestro de dos aviones DC-9 de Aeropostal, posterior al despegue del aeropuerto Maiquetia, Venezuela, el día 7 diciembre, 1981 que tras un peligroso recorrido, llegaron al aeropuerto Toncontin al caer la tarde de ese día. El DC-9 matrícula YV-21C traía 76 pasajeros y el YV-25C, 54 pasajeros. Aguirre desempeñaba el cargo de director general de Aeronáutica Civil y se encontró ante una situación extremadamente peligrosa, inédita en la aviación nacional. Se le asignó la tarea de mediador ante los secuestradores que amenazaban con hacer explotar ambos aviones, logrando mediante sus razonamientos y detalles técnicos comunicados al jefe del “Comando 11” y “Comando 9” del “Grupo Bandera Roja”, la liberación de 10 pasajeros en cada avión, además de bajar todo el equipaje. Se concretó un acuerdo y los aviones despegaron de Toncontin en la madrugada del 8 de diciembre.
Uno de los pasajeros liberados dijo: “Las autoridades del gobierno hondureño supieron llevar muy bien las negociaciones y la persona que estuvo a cargo de tales negociaciones (Aguirre) supo mantener la calma entre los secuestradores dándoles algo pero pidiéndoles también algo a cambio”.
En 1985 fungiendo como comandante general de la FAH, asigné al coronel Aguirre, en su calidad de jefe de Estado Mayor de la FAH y al coronel Edgardo Mejía, jefe del Departamento de Operaciones (FA-3), viajar al Estado de Israel e iniciar negociaciones para la compra del avión de combate Kfir, ante las noticias fidedignas relacionadas a la llegada de aviones Mig-21 para la FAS (Fuerza Aérea Sandinista) en Nicaragua. Los organismos de inteligencia de Estados Unidos de América conocieron de la misión y poco tiempo después se nos informó que ellos estaban dispuestos a proporcionar el avión F-5E mediante fondos de asistencia militar que se nos había negado antes del viaje. Así empezó el camino para la llegada a la FAH del equipo ya mencionado y el coronel Aguirre tuvo una parte muy importante en el logro final.
Aguirre, como otros integrantes de la aviación militar, no recibió el crédito debido pero sí queremos dejar constancia que en nuestra mente y corazón fue un héroe nacional.
59 años de amistad no pueden ser rotos por la muerte física de una persona. El negrito Aguirre ya está en la gloria de Dios y su recuerdo perdurará por muchos años entre quienes lo conocimos y quisimos como un hermano, amigo y valiente aviador.