Por Armando Cerrato
Para don Juan Francisco Ferrera López el próximo año 2020 presentará enormes dificultades de gobernanza y gobernabilidad y por lo tanto, representa un freno para el desarrollo económico y social de la nación hondureña, cuya sociedad se encuentra altamente polarizada por cuestiones de índole política.
Don Juan es uno de los pocos militantes nacionalistas que forma parte de la reserva moral del país, que desde su posición de empresario emprendedor ha logrado con mucho éxito conducir los destinos de diversas organizaciones empresariales de la sociedad civil, del campo deportivo y también de entidades gubernamentales creadas con fines de transparentar con ética y mucha moral ciertas actuaciones gubernamentales vitales para el desarrollo social y engrandecimiento de la patria.
Originario del campo, construyó en la ciudad todo un emporio en base a trabajos, esfuerzos, dedicación absoluta, con humildad y desprendimiento hacia sus colaboradores cercanos, medios y lejanos, partiendo desde casi cero y luchando contra todas las adversidades de la vida ciudadana en una metrópolis en vías de desarrollo, con muy pocas oportunidades para profesionalizarse pero que supo aprovechar cuando se le presentaron.
Proveniente de una familia de raíces nacionalistas ancestrales, él se ha mantenido fiel al partido que hoy ostenta el poder, pero no por ello su ética y su moral política es sumisa a los designios equivocados en la administración pública y critica abiertamente en cualquier medio de comunicación masiva las actitudes que considera negativas y pondera todas aquellas -que también las hay- que son de beneficio social y representan un desarrollo económico, lógico y popular.
Siendo nacionalista don Juan fue llamado por el extinto expresidente de la República Carlos Roberto Reina, para que manejase las finanzas de su gobierno desde el Ministerio de Hacienda y Crédito Público, desde donde sí se concretó el deseo presidencial de hacer una revolución moral.
Al llamado del presidente Reina don Juan le aclaró sus raíces y pensamientos nacionalistas, a lo cual el presidente replicó que eso a él no le importaba, que lo que deseaba era una persona que como él asumiera un compromiso con la patria, con transparencia absoluta, integridad plena y honradez a carta cabal.
Para don Juan esa descripción presidencial y más la de un hombre sumamente educado, de larga política liberal y de servicio a la patria en el exterior bastó como cumplido a sus méritos ganados a pulso para ayudar a hacer gobierno en momentos difíciles y enderezar en mucho la Hacienda nacional.
Para este empresario y político hoy en la semi llanura a pesar de que su partido está en el poder, las dificultades que presenta la administración pública, no se deben más que a los pésimos colaboradores que rodean al Presidente Juan Orlando Hernández Alvarado, al que considera un estadista modernista y bien intencionado, pero que de mantener a los mismos en sus puestos seguirá obteniendo los mismos resultados, que en la mayoría de los rubros es mediocre.
Don Juan es un autodidacta nato y por ello entiende que la ética “es una rama de la filosofía que se dedica a analizar la conducta humana y paralelamente, estudiar la moral y encontrar una manera de juzgar a la misma” y por ello forma parte de la escasa reserva de hombres íntegros, probos y dedicados a la construcción de una patria grande sin distingos políticos, ni exclusiones de ninguna especie, con miras al desarrollo integral de la sociedad a la que hay que sacar de la pobreza generando empleo, salud, educación y desarrollando una política alimentaria eficaz y eficiente, a la vez que cree oportunidades plenas para la inversión extranjera, facilitando los procesos burocráticos para su instalación en el país con seguridad jurídica individual y colectiva.
Licenciado en Periodismo