La convención del Partido Nacional, una fiesta de triunfo y unidad

Por Boris Zelaya Rubí

“Un partido político que transparente toda su información, que no haga “campaña sucia”, un partido político que presente propuestas viables, concretas y posibles, ayudará al electorado a tener por garantizado su derecho al voto libre”.
El Comité Central del Partido Nacional ha convocado a la convención, la cual ha sido bautizada con el lema de: ¡Unidos vamos por más cambios!
Estarán presentes los expresidentes (menos uno), los diputados, alcaldes, funcionarios nacionalistas y líderes de base, como se les dice a los que activan en los barrios. Los únicos ausentes, serán los aspirantes a ser candidatos a la Presidencia de la República para el próximo periodo porque ¡no hay! Tampoco sería correcto que se utilice esa ocasión para lanzamientos, esas decisiones son para otra ocasión y en diferente escenario.
El señor Ricardo Álvarez, quien un día amenaza con retirarse y otro que consultará sus bases a nivel nacional, porque no hay inclusión para su gente, pareciera que usa como estrategia adoptar la pose de mártir y definitivamente no es una buena jugada, se lanza o busca la unidad para la consecución de otro triunfo. A pesar de tener una gran trayectoria de servicio en el campo gubernamental, fungiendo como secretario privado en el gobierno de Ricardo Maduro y dos periodos consecutivos como alcalde del Distrito Central y ahora como designado presidencial, ha dicho que piensa retirarse. Si el pueblo nacionalista está de acuerdo con que el actual Presidente continúe en el poder, el señor Álvarez le sería de mucha ayuda. Otros se han empeñado en revivir movimientos políticos que ya el pueblo “les rezó y los enterró” sin que tengan ni una mínima oportunidad de triunfo, son intenciones que saltan a la vista de “comercialización de credenciales” en las mesas electorales, o volver a pegarse de la ubre del Estado. ¡Insaciables!
La convención no debe verse deslucida por resentidos o infiltrados, que por sus intereses, no les importa destruir la imagen de nuestra institución política, que todo sea una fiesta, aunque solo estén como dice Ricardo Álvarez, los que no están “marginados”, pero poco a poco y con los programas y planes de desarrollo del Presidente, habrán oportunidades de trabajo.
Después de la celebración del aniversario del Partido Nacional y de su magna convención, debemos proponer un solo objetivo ¡mantener el poder! Esperando que el pueblo en las próximas contiendas le de una salida elegante, a los que convirtieron los salones del Congreso Nacional en su casa permanente ¡háganles una estatua! (el “Tal Mel” sabe donde las venden” o pónganle sus nombres en escuelas o parques y díganles adiós. Se deben renovar los cuadros aunque nos llenemos de “cipotes malcriados” pero que vengan con nuevos bríos y el deseo de contribuir para tener un mejor país.
La convención es una fiesta de los nacionalistas, Gladys Aurora está en lo correcto cuando dice: “No nos importan los asuntos personales de los correligionarios”. Pueden llegar los nacionalistas, hasta los llenos de manchas en su pasado como dirigentes o grandes funcionarios, pero sin pretender volver al poder insultando la inteligencia de los cachurecos ¡por favor! El pueblo ya no es tonto como antes, que con cualquier golosina y líderes con cualidades inventadas, sorprendían, los que todavía piensa así, mejor que le agradezcan a tan noble institución por haberlos adoptados por tanto tiempo. Tiene que cuidarse Juan Orlando Hernández, de no tomarlos de la mano en señal de unidad en el estrado principal, porque el pueblo conoce los pecados de cada uno de ellos, aunque no hayan sido juzgados. Nadie debe apoyar esos “cristalinos y puros” hijos de nuestra institución política. Que se conformen con vivir de sus “ahorros”, que pidan perdón a Dios por sus pecados ¡el pueblo jamás se lo dará!
La unidad es un factor importante para el triunfo y desde ya, se evitaría un desgaste innecesario en elecciones internas ¡la suerte está echada! Vamos por dos años de intenso trabajo en lo que resta de esta administración, para ganarse el derecho a continuar manejando los intereses de la patria.
De rodillas solo para orar a Dios