EL 4 de noviembre de 1994, el Poder Legislativo mediante decreto 155-94, crea el Foro Nacional de Convergencia, FONAC, como una “instancia de análisis y discusión de los problemas nacionales, arribar a consensos y definir cursos de acción para el mediano y largo plazo”. Sin embargo –por el recelo que existía entre los titulares de los poderes Ejecutivo y Legislativo– el gobierno de turno opta por ignorar el foro institucional y continuar con una ronda de pláticas dirigidas desde la Casa de Gobierno. Los gobiernos no quieren soltar la sartén que agarran por el mango y prefieren manejar las pláticas a su manera, para tener a la gente divagada, aunque no logren aterrizar en mayores acuerdos trascendentes. Hasta que el titular del Congreso Nacional alcanzó el solio presidencial, el 30 de marzo de 1998, el gobierno emitió el acuerdo ejecutivo, contentivo de un reglamento elaborado por la Secretaría de Gobernación, para poner en funcionamiento el FONAC. El 12 de mayo del mismo año fue instalado el Foro Nacional de Convergencia y –ante un público nutrido de pujantes organizaciones de la sociedad– fue juramentado su secretario general, los miembros del secretariado y la comisión coordinadora por el presidente de la República quien acudió a esa primera sesión inaugural.
La decisión de nombrar un secretario general no miembro del partido de gobierno –como la de aprobar un presupuesto holgado para el funcionamiento del órgano– fue con intención de proyectar al auditorio la percepción de autonomía del foro de convergencia. Además de los sectores representativos de las fuerzas vivas, fueron integrados miembros de los partidos políticos, de manera que las decisiones tomadas por consenso, contaran con expresión del más amplio respaldo nacional. La asamblea del FONAC, dentro de sus facultades, tenía la de incluir otros miembros de la sociedad civil, en la medida que su presencia fuese útil a los temas en discusión. En esos años el FONAC logró consensuar –con la participación del magisterio– un plan maestro del sistema educativo nacional. También con la presencia de sectores de la salud un plan maestro del sistema de salud nacional. Fue remitido para su conocimiento y recibir sus aportes, el Plan de Reconstrucción y Transformación Nacional que el gobierno presentó al Grupo Consultivo de Estocolmo. Este fue marco referencial en la recuperación del país después de los estragos que dejó el siniestro natural. También se elevó a su conocimiento la Estrategia de Reducción de la Pobreza que, en cabildos abiertos en todo el país, fue consensuada con las comunidades, como plataforma de inversión social entregada a los organismos internacionales, para destinar los fondos de la condonación de la deuda.
Para aquellos días –coincidentemente– el expresidente Aylwin recibió la encomienda de un órgano multilateral, de exponer la experiencia de la convergencia chilena a algunos de estos países de la región. En su visita a Honduras quedó admirado de los avances en el propósito de unidad nacional y de los resultados alcanzados por el Foro Nacional de Convergencia. Dijo que, más bien, la experiencia hondureña podría servir de ejemplo a otros socios de la región. Sin embargo, como cada gobierno que llega, lo menos que quiere es dar crédito al anterior, montan su propio espectáculo. Comenzando por los consabidos diálogos nacionales, dependientes de la Casa de Gobierno. Así que, en el gobierno siguiente, cuando un poderoso ministro de Gobernación instaló su mecanismo de pláticas, dejó al FONAC, ya no con la autonomía y la legitimidad ganada que tuvo en sus mejores tiempos, sino como llavero adscrito al diálogo gubernamental. Igual hicieron con la Estrategia de Reducción de la Pobreza ya consensuada nacionalmente y aprobada por los organismos internacionales. Fueron otra vez a rondas de consulta manejadas por ellos, a rehacer a su manera, lo que ya estaba hecho. Así, en charlas de entretenimiento, se les fue toda la gestión administrativa, hasta que se acabó el período sin que pudieran implementar mucho de lo avanzado. Entonces lo dejaron como “legado” al otro gobierno que –como este montó su propio mecanismo de asambleas populares transmitidas en vivo desde la Casa de Gobierno– tiró el inservible documento al cesto de la basura. En su turno al bate, otro gobierno que llegó después –tomando como base los borradores de planes de desarrollo que durante el conflicto político esbozaron los partidos– dispuso crear un ministerio de planificación para implementar un plan de visión de país. Ese ensayo absorbió el FONAC, al que dejaron con tareas de observación y supervisión. A ver ahora qué fin tiene. Como iniciativa prometedora de Año Nuevo, relanzan el FONAC. Si se trata de algo parecido al foro de convergencia que sirvió en su momento para unir la sociedad en torno a una agenda nacional y mantener a las fuerzas vivas –políticas, económicas y sociales– involucradas en los consensos.