El fútbol da revanchas y la vida premia el sacrificio e injusticia que viven los seres humanos, entre ellos los futbolistas que a veces sueñan y luchan por un objetivo, pero encuentran valladares y problemas que muchas veces los hacen sentirse derrotados y desmoralizados.
Un caso particular en el fútbol hondureño lo ha vivido el portero de la Selección Nacional, Harold Jeovany Fonseca, surgido de la cantera del ex campeón Motagua, ya que siempre quiso seguir los pasos de su padre Marvin Jeovanny, quien atajó en el cuadro “mimado” desde 1992 hasta 1997.
Fonseca fue ascendiendo y creciendo en cada una de las categorías, destacándose por sus facultades físicas y técnicas, se fue consolidando e incluso fue mundialista infantil y juvenil del país.
Ese sello de mundialista lo hace liderar a las reservas de Motagua donde fue campeón varias veces, teniendo la particularidad de hacer goles de tiro libre y penal, una novedad en dicho torneo.
Fue escalando poco a poco y buscando una oportunidad en el primer equipo detrás de Donaldo Morales, Kerpo León y el joven Marlon Licona.

ALTOS Y BAJOS CON DIEGO
A pesar del buen trabajo en reservas y en la preolímpica nunca tuvo la facilidad de jugar de titular en el Motagua del argentino Diego Vázquez, primero alternó con Licona y el gaucho Sebastián Portigliati y luego se prestó al Juticalpa FC donde debutó ante Victoria el 29 de agosto del 2017 en un empate 1-1 en el estadio Juan Ramón Brevé Vargas de Juticalpa.
Retorna al club con la promesa de alternar con Licona, teniendo una buena campaña, pero en el juego de ida de la gran final ante Platense salió seriamente lesionado, lo que le impidió jugar la vuelta en Puerto Cortés.
En la siguiente temporada, estaban las dudas si estaba bien o no de la lesión, eso le hizo al técnico azul traer al argentino Jonathan Rougier, quien se ganó a pulso la titularidad, fue allí donde Fonseca entendió que su corto ciclo de 23 partidos y tres títulos eran suficientes en su carrera como jugador de Motagua, no tuvo paciencia y comenzó a exigir más juegos a través de los medios de comunicación, lo que terminó de molestar a su entrenador, quien en cierta manera puso orden, lo descartó y apartó del grupo, a pesar que el futbolista tenía contrato vigente, lo que obligó a la directiva “azul” prestarlo al Vida donde jugó nueve partidos y se revalorizó para en el último torneo cambiar de aires.
SIGUIÓ PASOS DE NOEL VALLADARES
Paradójico o no, otra vez un portero de selección, ex mundialista menor u Olímpico pasaba de Motagua al Olimpia, tal como sucedió en 2006 con Noel Valladares, un hecho que muchos lamentaron, pero el fútbol y el destino es así.
Lo de Noel dolió mucho a la afición, mientras lo de Fonseca inicia, quien llegó para suplir al ex mundialista Donis Escober y lo hizo de gran manera tanto en la Liga, Liga Concacaf, Copa Premier, sentando a Edrick Menjívar, quien inició la temporada de titular ya que gozaba de la confianza del entrenador argentino Pedro Troglio, pero al final fue el ex motagüense el que cerró jugando en todos los torneos con números impresionantes.
A nivel de Liga fue el menos goleado del torneo con 13 partidos, un mil 170 minutos y solamente cinco goles recibidos, uno de ellos de su antiguo club en el primer clásico, ya que en el más reciente se fue con la portería sin goles.
A Fonseca le hacen gol cada 234 minutos, un excelente promedio, lo que le podía permitir al final del Clausura ganar su primer galardón de esta categoría con su nuevo equipo, Olimpia, con el que fue campeón nacional y es parte de la historia del cuarto campeonísimo del rey de copas en Honduras.
Nuevamente la frase, nadie sabe para quién trabaja, se da en el caso de Fonseca de corazón azul toda su familia, pero el destino e incluso sus negativas actuaciones de conducta lo alejaron del nido, en donde se esperó fuera el portero de décadas en el club, todo quedó en ilusión y deseos, el fútbol sigue y ahora evitará goles en la cueva del león. (GG)