Las masivas reprobaciones de alumnos, además de significar una pérdida económica para el Estado y padres de familia, también se ha convertido en un rotundo negocio para los centros educativos, que aplican el programa Todos Podemos Avanzar (TPA), mejor conocido como “escuelita”.
Las autoridades de la Secretaría de Educación, en un dato preliminar, informaron que este año, al menos 161,000 alumnos resultaron reprobados, pero les queda, como opción la “escuelita” para recuperar las asignaturas en las que no alcanzaron el puntaje necesario para aprobarla.
Cada alumno reprobado paga 500 lempiras, un aporte obligatorio para el sueldo de maestros vacacionales y 50 lempiras para derecho a un carneé de identificación, que suma un total de 550 lempiras por estudiantes.
Algunos críticos calculan que si los 161 mil alumnos reprobados se matricularon en la “escuelita” estos generaron un ingreso de 88.5 millones de lempiras a los institutos sedes de dicho programa. No se incluyen los miles de alumnos de los colegios privados, que también se matricularon en este proceso de TPA.
A los docentes que imparten clases en la “escuelita” les pagan un promedio de 8,500 lempiras al mes. La contratación es por dos meses y las autoridades educativas aseguran que contratan a profesores desempleados, administrados y supervisados por los directores de cada centro sede del programa.
Al respecto, el investigador de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), Mario Alas, cuestionó el sistema porque en dos meses los alumnos no van a aprender lo que no asimilaron en todo el año lectivo.
“Ese programa nació como un plan remedial, pero en la actualidad, ese programa se está aplicando de manera totalmente inadecuada, de hecho, se está convirtiendo en un negocio para muchos colegios que manejan el TPA porque cobran y el servicio que dan es mínimo”, señaló Alas.
“Los estudiantes llegan de vez en cuando a clases, pero no hay ningún rigor académico en muchos colegios, puede ser algunos que otros que funcionen bien, pero en general el TPA se ha vuelto un negocio para varios colegios”.
Ahora, la misión es matricular la gran cantidad de estudiantes, cobrar y sin ninguna exigencia académica. Por cabeza, matriculan entre “entre seis y ocho clases en mes y medio o menos” cuando debería tener un máximo de dos materias a recuperar en el programa.
“La denominada escuelita fue creada para que los alumnos que no lograron las competencias durante el periodo escolar, lleven una o dos clases en el vacacional, pero con exigencias y que no fueran los mismos profesores que los reprobaran es decir docentes desempleados, pero en la actualidad eso no está ocurriendo, porque son los mismos profesores del colegio quienes lo hacen”.
Otra de las contradicciones del TPA a es que, a los niños de primero a sexto grado, no los incluyen, obligándolos a repetir el año lectivo.
Finalmente, Alas señaló que estos niños reprobados en el inicio de su formación, sufren frustraciones ya que eso lo toman como castigo y son candidatos a desertar de la escuela.(ECA).