El show de lo absurdo

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2 de enero de 2020
/
12:04 am
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El show de lo absurdo

Por: Denis Castro Bobadilla
Doctor, abogado y médico forense II Vicepresidente del Congreso Nacional

La MACCIH se queda, esto es algo que, para cualquiera con cuatro dedos de frente, era tan seguro como que el sol saldrá al día siguiente. El show que se hizo sobre el tema no fue más que un absurdo al que se prestaron muchos “sabios” que no hicieron más que derramar palabras sin ton ni son.

Foros de radio y televisión, ríos de tinta en los diarios impresos, manifestaciones, gritos, amenazas… en fin, un show que no hizo más que servir como distractor de los verdaderos problemas del país porque la MACCIH jamás ha estado en riesgo de desaparecer, primero, porque la MACCIH le conviene al país; segundo, porque le conviene al Presidente; tercero, porque la Comunidad Internacional así lo desea y así lo quiere.

Los que se rasgaron la camisa diciendo que la MACCIH es una lesión a la soberanía, que debe irse, que es un tribunal siniestro tan peligroso como la Santa Inquisición han quedado en soberano ridículo. Y los que la defendieron diciendo que es la varita mágica para derrotar a la corrupción en Honduras solo siguieron un juego orquestado y dirigido por los prestidigitadores de la política hondureña, a los que les encanta el show que hace ciego, sordo y mudo al pueblo.

Se perdió tiempo valioso en el Congreso Nacional en discusiones, discursos y votaciones que, al fin de cuentas, no sirvieron para nada porque su recomendación de que se despache a la MACCIH es como el grito del que predica en el desierto. Quien debe tomar la decisión es el Ejecutivo, y al Ejecutivo no le conviene abrir más frentes en su contra, y menos con la Comunidad Internacional que sostiene a la MACCIH y ayuda generosamente a cubrir el presupuesto nacional.

Creo, sin temor a equivocarme, que todo este show absurdo del “Sí” y el “No” ha sido solo un guión diseñado y dirigido por los que desean que alguien salga en caballito blanco y se convierta en el héroe del momento al decidir que se firma el Convenio, que se ratifica y que la Misión sigue. Y es claro que estos titiriteros saben lo que hacen al darle circo al pueblo.

Es urgente que la lucha contra la “Corrupción”, así, en mayúscula, se convierta en una guerra sin cuartel que ponga a los sinvergüenzas en la cárcel y que salve los recursos del pueblo para beneficio del pueblo, y si la MACCIH ayuda a que esta guerra se gane, pues que se quede.

Ahora, bien, la MACCIH es una misión de apoyo, no un tribunal; la MACCIH es un peón más en la lucha contra los corruptos, no son fiscales ni jueces. La MACCIH debe ceñirse a su papel y no ir más allá y convertirse en sustituto de las instituciones que luchan contra el crimen en Honduras.

Yo, en mi condición de diputado, y de ciudadano hondureño, agradezco a la Comunidad Internacional que apoye a Honduras en esta lucha contra la corrupción; se lo agradezco y apoyo ese combate contra los delincuentes de cuellos blancos, sin embargo, censuro el hecho de que algunos superhéroes quieran levantarse sobre la institucionalidad del país, y condeno, al mismo tiempo, que los vivones de la política aprovechen temas tan importantes para todos, y confronten a la sociedad, a sabiendas que los ánimos en Honduras están tan caldeados, que hace falta una pequeña provocación para que se desate el caos. Aunque, creo, que esto poco les importa a los que quieren mantener dividido al pueblo por aquello que se dice que el que divide, vence.

Por mientras, la MACCIH se queda. El show de lo absurdo terminó. Los que se partieron el pecho en foros y discusiones no hicieron más que un lamentable ridículo, aunque sé que pronto tendrán nuevos motivos para levantarse como grandes salvadores de Honduras. Y sé que estarán tan contentos como niño con juguete nuevo, o como perro con otro hueso. He dicho.

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