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3 de enero de 2020
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12:03 am
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Marzo de mujeres

Por: Carolina Alduvín

Los medios de comunicación se encargan de propagar la falsedad de estar entrando en una nueva década, lo cierto es que las cuentas no comienzan de cero, sino que, a partir de uno, así que vamos a cerrar la segunda década del siglo XXI con este 2020. Y es costumbre que para cada nuevo ciclo hagamos uno o varios propósitos para orientar nuestros afanes en los siguientes 12 meses; sabemos que entre más larga sea la lista, es más probable que nuestros esfuerzos se diluyan, pero también sabemos que es perfectamente factible trabajar en diferentes ámbitos de nuestra vida, en todo caso habrá una prioridad y una serie de subordinados.

Somos testigos de una serie de avances tecnológicos que capturan nuestra atención, paralelamente observamos deterioro de nuestro entorno, en lo político, lo económico, lo social, el ambiente, la salud, la alimentación; los contaminantes llegan a todo, desde los campos electromagnéticos que emiten nuestros teléfonos celulares y otros aparatos electrónicos, hasta las toxinas ocultas en los alimentos que adquirimos ya procesados en diferentes grados, los efectos colaterales de los medicamentos que ingerimos, ya sea por consejo profesional, porque al amigo le hizo bien, o porque se nos antoja, y hasta los productos con que higienizamos el hogar, la ropa o los lugares de trabajo y recreo. Todo al parecer nos perjudica lentamente.

Así que entre los muchos propósitos que nos hacemos está terminar o al menos moderar todos y cada uno de los malos hábitos con los que hemos convivido por décadas, pero que sabemos que tarde o temprano nos pasarán la factura. Ver el amplio panorama de causas y efectos de lo que nos afecta, o tuvo que reducir beneficios a otros en el largo camino hasta nuestras mesas o casas, puede ser abrumador; en tales casos, lo sensato es tomar las cosas, una a la vez. Por ejemplo, ser mejores ciudadanos, mejorar nuestras relaciones familiares, participar en las decisiones que mejoren la vida de mi comunidad, o cada día ayudar a alguien que lo necesite; pueden parecer demasiado generales, pero hay que comenzar en algún punto y desde ahí, afinar o ampliar, la decisión atañe a cada uno según su panorama y aspiraciones.

Suponiendo que nuestra principal preocupación fuera el cuidado del ambiente, dado que de él dependemos para satisfacer necesidades básicas como la alimentación, fuente de materiales para nuestras industrias y marco para nuestra recreación, entre otras. Hay innumerables planes de acción, expertos en los temas y los usuarios o beneficiarios directos, junto con los oficiales de diferentes niveles de gobierno han participado en su elaboración. Por más de 40 años esto viene ocurriendo y, las condiciones ambientales, cada vez se ven más mal y más amenazantes para nuestra supervivencia como especie. Un experto mundial, asesor del gobierno de USA señala: “Yo pensaba que los principales problemas ambientales eran la pérdida de biodiversidad, el colapso de los ecosistemas y el cambio climático. También pensé que, con 30 años de buena ciencia, podríamos enfrentar esos problemas. Pero estaba equivocado, los principales problemas ambientales son el egoísmo, la codicia y la apatía… y para lidiar con eso, necesitamos una transformación espiritual y cultural. Los científicos, no sabemos cómo hacerlo.” Gus Speth.

Cierto, ellos saben escudriñar, develar los secretos de la naturaleza, formular hipótesis, a partir de sus observaciones, ponerlas a prueba, una y otra vez, diseñando y ejecutando ingeniosos experimentos, cambiando y controlando cada posible variable que pueda influenciar sus resultados, registrándolos minuciosamente y extrayendo conclusiones a partir de sus análisis, buscando el sentido de las tendencias y desviaciones, construyendo teorías y anunciando sus resultados, principalmente a sus patrocinadores y pares, luego a los divulgadores y el resto de la sociedad: algunos, hasta son buenos en ponerlo al alcance de todos. Pero de eso a arreglar las fallas morales del prójimo, hay una gran distancia.

La regeneración moral y el propósito de llevarla a cabo, depende de cada uno de nosotros como individuos, afortunadamente, no estamos solos, hay maestros, guías morales y espirituales que pueden auxiliarnos, es nuestra responsabilidad encontrarlos y seguirlos. Feliz 2020 para todos, con sus mejores propósitos a cumplir.

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