2020

OM
/
6 de enero de 2020
/
12:34 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
2020

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

Estamos en un año en el que los tritones y sirenas políticas saldrán a atraer con sus cantos a los ciudadanos y ciudadanas, aturdiéndonos a fin de lograr que nuestra conciencia incline el voto a su favor para ganar la presidencia, el Congreso Nacional y las alcaldías. 2020 es el año en el que saldrán a flote de nuevo poderosas estrategias políticas preelectorales, cuyo fin político, es ganar las elecciones en 2021. Lograr este objetivo político es una verdadera odisea reservada para los que desarrollen el mejor plan y su pertinente estrategia y tácticas.

El partido que mejor ordene sus cuadros y activistas, mueva y emplee las fuerzas propias para la contienda es el que tiene las mayores ventajas para ganarlas. O sea, la estrategia es el plan general que dirige las operaciones que implica contar con una sala de situación donde los estrategas políticos, analizan las mejores condiciones para visualizar el conjunto de elementos intervinientes y su articulación, el paisaje completo y las secuencias temporales a lo largo del año. El partido está obligado a tener una estrategia y un plan efectivo para salir victorioso. Los dirigentes políticos, sea cual sea la causa política que defiendan, están obligados a ejecutar tácticas en los diversos terrenos de contienda donde tienen que desplegar los recursos humanos y materiales del partido.

Por lo tanto, una cosa es tener una estrategia que implica considerar las decisiones fundamentales que orientarán el día a día de la contienda electoral, y otra son las tácticas, que se apliquen en los diversos espacios territoriales de batalla politica electoral, en los que, hay que desplegar cuadros, activistas políticos y materiales necesarios para atraer el voto. En fin, la estrategia política es el plan general que orienta todas las acciones durante el periodo 2020-2021, es la guía para la acción.

La estrategia tiene un valor inmenso en relación al poder político. Su esencialidad y su origen marcan la diferencia. La clave para ganar el poder político es lograr la cooperación masiva que permita encarar acciones inclusivamente grandes para alcanzar gigantescos logros electorales que serían imposibles de alcanzar individualmente o a través de grupos pequeños. Es más ventajosa una estrategia de cooperación flexible que la que se base en una rígida cooperación masiva como la de las hormigas o las abejas; ser flexible, permite ir evaluando y ajustando el trabajo colectivo a medida que se desarrolla. De lo que se trata es de trabajar de modo coordinado, luchando por una causa política o un mismo objetivo, donde cada cual, desde su localización territorial, contribuye con su trabajo coordinados en un mismo plan general que se puede ir corrigiendo en función de su propia marcha.

El objetivo es ganar las elecciones implementando una cooperación masiva flexible. La estrategia política debe lograr que los sectores sociales trabajen colectivamente a gran escala y con flexibilidad para lograr un Estado de derecho que proteja el libre mercado y la competencia sin monopolios y oligarquías neofascistas o socialistas.
El 2020 es el año que vamos a descubrir qué partido es el más efectivo a la hora de organizar a su gente para una enorme y prolongada tarea de cooperación colectiva flexible. La estrategia es el factor individual más influyente de una campaña electoral, es el plan maestro, la partitura de una obra coral y polifónica. La buena estrategia ayuda a minimizar errores y carencias. El partido perdedor será el que cometa más errores estratégicos.

El 2020 constituye el año de los desafíos políticos organizativos previos a superar para salir avante en la elección general del 2021. Sencillamente porque se van a realizar en un contexto político, histórico, económico, social y cultural negativos para la ideología democrática liberal que; atraviesa, momentos políticamente controversiales y definitivamente decisivos para su evolución doctrinaria y partidista como plataforma electoral.

De un lado, tenemos a los socialistas anidados en Libre, que han logrado ganar fuerza electoral relativamente importante en el imaginario social, sobre todo a través de las redes sociales y los medios de comunicación radial y televisivos, que les favorece en términos de “atracción electoral”, porque han estigmatizado al partido nacional y al gobierno que dirige el JOH, como los responsables de la corrupción, el narcotráfico y la violencia e inseguridad ciudadana. En el otro lado, están los nacionalistas quienes siguen siento la fuerza electoral mayoritaria, con un partido relativamente mejor organizado, controlando las condiciones más influyentes para ganar las elecciones y con ánimos muy bien mantenidos para hacerle frente a los socialistas, evidenciando posturas flexibles al cambio y anuentes a respaldar una plataforma de cambio social que satisfaga a los intereses populares. El Partido Liberal gira entre socialistas y nacionalistas y deberán tomar bando para evitar su muerte anunciada y facilitar el ascenso de los demócratas liberales al poder del Estado.

Más de Columnistas
Lo Más Visto