¿HASTA EL GANCHO?

OM
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6 de enero de 2020
/
12:32 am
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¿HASTA EL GANCHO?

LA autoridad financiera y monetaria hace lo imposible por infundir confianza al público que la economía anda regular. “Mantenemos el rango de 2.7 a 3.1 por ciento”, informan del Banco Central. Si ello es así, corresponde a la media regional. Aparte de la bendición que repuntan los precios del café en el mercado internacional y el monto de las remesas familiares excede las expectativas. Sin embargo, si a esta falta de impulso no le dan un giro drástico, no hay forma de salir de los apuros. Los acuerdos de “cooperación de asilo”, son una represa a la migración. Un informe de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos, CBP, señala que 427,337 hondureños han sido detenidos en la frontera sur durante el año fiscal 2019. Solo ese dato revela la magnitud de lo que nos viene encima. Los hondureños que no encuentren trabajo y que ya no puedan salir, más el grueso volumen de retornados, que se fueron y no pudieron entrar o que son deportados de México y de los Estados Unidos. ¿Cómo van a generar esas masivas fuentes de trabajo que desesperadamente necesita el país?

Varias de las empresas grandes que operaban aquí, cerraron sus operaciones industriales de fabricación nacional –solo dejan aquí una sucursal– para trasladar su planta principal a cualquiera de los vecinos. Calcularon que les resulta mejor mandar sus productos desde allá, para venderlos acá ya que el país solo les sirve como mercado. Al amparo del sistema de franquicias, muchas maquilas –que si bien dan empleo a muchos compatriotas– traen de afuera no solo la materia prima que ocupan para operar, sino que mucho de lo que pueden adquirir en la localidad. Con ello, dañan los comercios y las pequeñas empresas que funcionen localmente a punta de sus propios esfuerzos, sin contar con esas prebendas, en el mercado doméstico. Años atrás, para proteger el trabajo nacional, las disposiciones generales del presupuesto, contenían una cláusula, que obligaba al gobierno dar preferencia a la producción nacional. Ya no está. No hay conciencia que comprar lo que se produce localmente es dar empleo al trabajador hondureño contrario a importar –hasta lo que perfectamente pueden conseguir en el mercado local– contribuyendo a pagar los salarios de los trabajadores de países extranjeros. Hasta octubre del año pasado –según cifras del BCH– las exportaciones sumaron 3,502.0 millones de dólares, pero las importaciones ascendieron a $8,400.6 millones. Eso da un déficit comercial de $4,898.5 millones. Solo con Centroamérica hay un déficit de 763.7 millones de dólares. ¿Cómo hacen los pequeños y medianos empresarios para sobrevivir con todo lo que cuesta operar en el sistema formal? Subió la tarifa de la luz. A partir de enero hubo otra alza al salario mínimo. La concesionaria COVI planifica otro sopapo al cobro del peaje. Eso ahora lo van a pagar los que transportan mercaderías, como si los negocios estuvieran boyantes.

La alcaldía capitalina –además de incrementar la tasa vehicular– alteró el valor catastral de los bienes inmuebles para duplicar sus ingresos al tesoro municipal. Mataron un general iraní e inmediatamente subió el precio del crudo en el mercado internacional. Hondureños –para no robar– van a vender a las calles, o con sacrificio ponen su humilde puestecito de comida, para ganarse la vida y llevar el sustento a sus hogares. ¿Cómo quieren que compitan con las cadenas si amparadas en el sistema de exoneraciones –dizque por la ley de turismo– estas meten de afuera, sin pagar impuestos, hasta los juguetes que ofrecen a los niños como gancho para que vayan a comprar las hamburguesas? ¿Cuáles son los turistas que vienen atraídos por esos pichingos que regalan? Este año la actividad productiva nacional tiene que repuntar. Ya días insistimos –sobre todo ahora que la migración dejó de ser la válvula de escape a la desocupación– en un plan de generación masiva de empleo. Eso pasa por una revisión, a fondo, del gobierno y de la cúpula empresarial de todos esos vicios que atascan la actividad económica.

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