Magnífica rebelión

OM
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6 de enero de 2020
/
12:26 am
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Magnífica rebelión

Por Otto Martín Wolf

Tal y como lo había dicho -y como era de esperarse- de nuevo nuestro espíritu rebelde resonó por todo lo alto del cielo la noche del 31 de diciembre, no solo como una celebración por el fin de año, pero también como una escandalosa rechifla a quienes han intentado desde hace varios años quitarnos una de las pocas demostraciones masivas del más genuino folclore nacional.

¿Qué creyeron los ilusos que año tras año efectúan operativos para decomisar cohetillos y juegos de pólvora, que nos íbamos a dejar?

Pues no señores, rechifla para ustedes y también para quienes (los mismos?)  intentaron prohibir la quema de monigotes del año viejo.

Lamentablemente hubo algunos quemados, no quiero especular pero si en lugar de andar prohibiendo lo que jamás se podrá evitar, se dedicaran a regular la potencia de los morteros, las cebollas y otros explosivos, inclusive el largo de las mechas y todo lo correspondiente a seguridad, quizá el daño hubiera sido menor.

Toda la población capitalina -y toda Honduras- se dio el placer de quemar parte de su dinero en cohetillos, cierto. Pero es su dinero y pueden hacer con él lo que quieran, eso porque a pesar de ridículas prohibiciones aún seguimos siendo un país libre, donde podemos hacer con nuestro dinero -literalmente- lo que nos dé la santa y regalada gana.

Nadie puede decirnos en qué y en qué no lo gastamos.

La lección de la noche del 31, así como la del 24, debería, de una vez por todas, terminar con el intento de eliminarnos el placer de celebrar quemando cohetes.

Padres de familia, gente normal, la mayoría del pueblo es convertida en delincuentes cuando se ven obligados a esconder en el baúl de sus autos y contrabandear hasta sus casas los cohetes que compran clandestinamente.
Por otra parte, los comerciantes se aprovechan y suben los precios (para compensar lo que pierden con los decomisos) y, sobre todas las cosas señores de la SAR, no pagan el Impuesto Sobre Ventas.

Un estimado empírico podría arrojar un total de diez millones de lempiras por noche, saben cuánto es el 15% de eso?

Pues se lo están perdiendo por esa ridícula e inútil prohibición.

Vamos, si no pueden con las drogas, que no toda la gente consume, cómo van a poder con los cohetillos, que son disfrutados por casi un cien por ciento de la población?

Ya es tiempo que alguien sensato se dé cuenta de que no se puede nadar contra la corriente, mucho menos cuando esta es un verdadero tsunami.

Permitan la venta libre de cohetillos, regulen su potencia y su seguridad, aumenten las sanciones para los padres que descuiden a sus hijos, cobren impuestos y déjenos celebrar a la hondureña nuestras fiestas.

Este año, la noche del 31 sonaron más cohetes que nunca, bravo Honduras, qué magnífica rebelión!

Folclore: es el cuerpo expresivo de la cultura compartida por un grupo particular de personas; abarca las tradiciones comunes a esa cultura, subcultura o grupo.

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