Entre lo que decimos y hacemos

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8 de enero de 2020
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12:04 am
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Entre lo que decimos y hacemos

Por: Rafael Jerez Moreno
Twitter: @RafaJerezHn

Nos adentramos a un nuevo año en medio de un contexto político regional polarizado, como de costumbre. La situación nacional es la que es, y la que ha sido sin cambios significativos en los últimos años, más allá de los pasajeros destellos de esperanza que han adornado nuestros rostros y han puesto en jaque a los que detentan el poder político.

Las Fuerzas Armadas, más armadas que nunca, cambiaron de mando, pero no de consigna. Mientras otras naciones caminan hacia el desarrollo y dejan atrás los años del protagonismo militar en la administración del Estado, Honduras gira la vista hacia su pasado y revive los fantasmas que entristecieron su historia y la de sus ciudadanos. Nada es gratis. Un buen presupuesto y el control de ciertas instituciones traen consigo olvidar mandatos constitucionales. Algunos políticos no aprenden las lecciones del pasado, cría cuervos y te sacarán los ojos.

La MACCIH sigue, pero hay que ver con cuántos dientes se queda. Por uno y otro lado han salido los enemigos de la Misión. El descaro se ha perdido para exigir su no renovación. La fórmula es sencilla, ¿pedir la salida de una “Misión de Apoyo Contra la Corrupción” es equivalente a estar a favor de la corrupción? Todos nos conocemos. Líneas de investigación y casos sin precedentes son el saldo positivo del equipo integrado MACCIH-UFECIC, hicieron lo que las instituciones nacionales históricamente nunca pudieron, y por ello deben seguir.

Honduras no se queda atrás en los grandes espectáculos de la política internacional. La cartelera de cines tiene entre sus próximos estrenos la pena que se le otorgará a Juan Antonio Hernández. Algunos hablan de penas mínimas y otros de cadena perpetua, lo cierto es que, indistintamente de cual se trate, hay nombres que ya fueron manchados para siempre, y que ninguna justicia torcida podrá enderezar. Hay historias que terminan para que otras puedan comenzar, y en esta serie sin duda alguna quedan muchos capítulos por observar.

La reforma electoral no acaba ni ha terminado de comenzar. Con legislación pendiente de aprobación, queda por delante un largo camino de cambios institucionales hasta las primarias de 2021. Con la estrella solitaria en plena campaña política, bien le harían al país muchos de sus funcionarios si renuncian para dedicarse a tiempo completo al proselitismo político, a fin de cuentas, estén o no estén, no hace mucha diferencia. El reloj de arena se le termina a una oposición sin una clara posición. La lección aprendida es que en la unión está en la fuerza, lo que habrá que ver es qué tan comprometidos están ciertos liderazgos con ganar una elección, o simplemente conservar su cuota de poder.

Los retos son cada vez más grandes. No todos los políticos son siniestros, no todos los empresarios son avaros, no todas las organizaciones de sociedad civil son fantasmas y no todos los académicos son serviles. Hay personas buenas, especialmente entre los jóvenes. A muchos se les subestima y a otros no se les toma en cuenta, pero mientras los ojos del tradicionalismo político se concentran en los eternos caudillismos, hay una juventud que podría dar la sorpresa si se mantiene la rectitud y coherencia entre lo que dice y lo que hace.

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