Oliva y Asfura, libra por libra

OM
/
10 de enero de 2020
/
12:47 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Oliva y Asfura, libra por libra

El Tratado de Bogotá

Por Juan Ramón Martínez

Sin perjuicio que las cosas puedan modificarse en el próximo futuro, los dos precandidatos con posibilidades de encabezar la papeleta del Partido Nacional son Mauricio Oliva y Nasry Asfura. Uno, con más experiencia partidaria y habilidad para la negociación. Y el otro con habilidad para ejecutar obras de cemento y manejar la basura de la capital. Y en momentos en que, por el desgaste del tiempo que afecta a JOH, especialmente y por las exigencias que plantea el ejercicio del poder, cualquiera que sea el candidato que suceda en el 2021 al actual gobernante, tendrá que ser una figura centrada, suave en el manejo de los problemas, con equilibrio e inteligencia emocional, que convoque a la unidad nacional y con capacidad para buscar acuerdos inevitables ante las graves situaciones que enfrentaremos.

Oliva ha sido un buen presidente del Congreso Nacional. Ha respaldado todas las iniciativas de la Casa Presidencial, buscando consensos en situaciones difíciles y negociando con enorme paciencia, soluciones que parecían imposibles. El Congreso, por efecto de la multiplicidad de los partidos; la baja calidad promedio de la cultura de los diputados y el grado de confrontación que hemos pasado, se volvió de difícil dirección. En algunos momentos, pareció que se perdería el poder de la representación popular y se borraría la importancia de los ocupantes de las curules. La falta de respeto de unos diputados en contra de otros; la vulgaridad y la ausencia de conciencia de las responsabilidades de los diputados, hizo pensar a muchos que perderíamos el rumbo. Y que no había otra alternativa más, que la de tomar el atajo de la ilegalidad. Allí en esos momentos difíciles, la calma de Mauricio Oliva; la habilidad para escuchar todas las posturas, el pulso firme y la disposición para remendar los tejidos rotos de la convivencia legislativa, produjo la diferencia. Y logró que las cosas volvieran a la normalidad. Oliva mostró entonces, su estatura de estadista y habilidad como político moderno y esperanzador.

Nasry Asfura no es un político; es un constructor de cosas. Actúa de acuerdo con su intuición de modo que, establece prioridades más por olfato que por otra cosa. Al hacerlo, consigue logros que, si bien son espectaculares, no tienen en cuenta los intereses y deseos de la gente. Se propuso hacer del cemento una bandera y de los automóviles, las estrellas de la ciudad. La fisonomía de Tegucigalpa ha cambiado enormemente. Pero solo en forma parcial. De forma que si nos visitara un extraterrestre, creería que nuestros “dioses” son los automóviles y los habitantes, incómodos “insectos” que hay que exterminar. Que se mueren de sed. Porque no hay agua por ningún lado. Ha mostrado que para hacer obras, no necesitó endeudar al municipio; pero sí les ha sacado, –por las buenas o por las malas–, el dinero de los bolsillos a los ciudadanos. El aumento de la matrícula y los incrementos a los servicios, han sido los más altos de los últimos años. Y, ha cometido un error de bulto: no le ha dado continuidad a la obra de su antecesor, transmitiéndole a la ciudadanía que la ciudad empieza con él, y solo puede vivir con él. Provocando además, un efecto de rebote en un candidato: la incapacidad de trabajar en grupo; oír a los ciudadanos, escuchando pacientemente sus quejas y sus aspiraciones. Y sin una voz audible, para convencer a los más fríos.

Comparativamente, Oliva es mejor candidato para el Partido Nacional. Con seguidores distribuidos en todo el país y con el respaldo de la mayoría de los diputados nacionalistas, que obtuvieron más votos que JOH. Por ello, Oliva es una figura nacional, mientras que Asfura es conocido y querido en Tegucigalpa; pero con pocos contactos reales y proximidades efectivas en el mundo rural, en donde el PN, tiene su mayor fortaleza. Y lo más importante, Oliva tiene un discurso definido, con habilidad de comunicación por su condición de médico y hombre de proximidades en los afectos. Asfura es incoherente en el habla. Un huracán. Un hombre hiperactivo; poco audible, sin conocimientos indispensables para el ejercicio efectivo del poder y habilidades para seguir marchando dentro del pueblo, sin abandonar al pueblo. Siempre anda adelante. Y solo.

Libra por libra, Mauricio Oliva es, el mejor candidato para el Partido Nacional.

Más de Columnistas
Lo Más Visto