En este 2020 mándelos a todos: ¡al carajo!

OM
/
11 de enero de 2020
/
12:22 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
En este 2020 mándelos a todos: ¡al carajo!

Por Ing. Francisco Morales h.

Pareciera que este 2020 empezamos de malas y podría ser así, pero de malas con las malas actitudes propias y con las ajenas, con consejos ajenos, es decir aquellos consejos dados por otras personas, con buena intención o sin ella, pero que no son nada constructivos sino todo lo contrario, pero antes de continuar, permítame le explico el contexto en que esta palabra, “carajo” que es tan distintiva, es usada en el presente artículo.

El carajo era un puesto de guardia situado en el palo más alto de los antiguos navíos de vela españoles. Se dice que era un lugar verdaderamente aterrador, por los constantes movimientos del balanceo de estas enormes naves en medio del océano. Tan aterrador era que muchos de los curtidos y experimentados marinos, acostumbrados a la mar y a sus constantes peligros, llegaban a temer desempeñarse en dicho puesto, que era más bien utilizado como castigo, como un severo escarmiento para aquellos que habían infringido alguna de las duras normas que servían para poder mantener el orden en condiciones tan extremas.

Escuchar de viva voz del capitán o de su oficial superior: ¡váyase usted al carajo! debió ser una de las frases que nadie quería escuchar y menos acatar.

Pues este 2020 debemos de mandar a ese lugar aterrador y dejarlos ahí para siempre todas aquellas actitudes y/o comportamientos que nos impiden avanzar en la búsqueda de nuestros sueños y anhelos.

A ese temible lugar debemos enviar nuestras excusas para no ser mejores profesionales, mejores personas, aquellos comportamientos que nos impiden avanzar a ese destino con el que soñamos y que por más esfuerzo que hagamos por hacerlo a un lado o por olvidarlo, no desaparece.

Para allá debemos enviarlos, y lo más pronto posible y procurar que jamás regresen: la culpa, el autoreproche por situaciones pasadas que por más que quisiéramos no podemos cambiar -todavía no se han inventado los viajes en el tiempo por lo que, a lo hecho pecho-, pero dejando claro que si bien es cierto las acciones del pasado afectan nuestro presente, no lo hacen del todo, existe la oportunidad de cambiar hoy, haciendo de nuestro pasado un maestro que aunque duramente nos ha proporcionado valiosas enseñanzas y no darle el papel de implacable perseguidor y constante acusador.

Y para nuestra propia salud mental, que dicho sea de paso es la más importante, y remarcando en lo obvio porque es la nuestra, y como dijo el comediante: “Yo sin mí no vivo”, también es importante enviar a ese lugar a las personas y hasta familiares que se dan a la tarea de recordarle todo lo que ha fallado y todo lo que ha hecho mal en su vida.

En el mundo espiritual, los entendidos, llaman a Satanás: “El acusador de hombres”, dándole un sentido de maldad a todos esos pensamientos acusadores propios y a los vertidos por terceras personas.

Pensamientos como: “ya estoy muy viejo para cumplir mis sueños” o su contraparte: “estoy muy joven para cumplir mis sueños, tengo tiempo”, “podría haber sido un mejor padre”, “mañana comienzo mi dieta y ejercicios, hoy mejor no”, “quisiera hacerlo pero sé que fracasaré”, “he quebrado tres negocios, si vuelvo a emprender otro seguro que me va igual o peor”, “me divorcié, mis hijos no me hablan, no merezco ser feliz”, y tantos pensamientos por el estilo y por otros estilos, cuyo único resultado es hacernos quedar inmóviles, petrificados e inmersos en el dolor y la tristeza de situaciones pasadas que poco o nada podemos hacer para cambiarlas.

Desgraciadamente existen también personas que se autonombran “la conciencia de uno” y ya sea aprovechándose de la afinidad, de la amistad o disfrazando de halagos sus comentarios lo único que buscan es hacerle sentir mal, comentarios que suenan “bien intencionados” pero que están lejos de serlo; le doy dos ejemplos reales: “te admiro, como podés sonreír y andar alegre luego de haber destruido tu matrimonio, yo en tu caso estaría deprimido”, y el segundo: “sos un ejemplo, después de haber quebrado tu negocio y perdido hasta tu casa, volvés a empezar de cero, después de ser el gerente propietario ahora hasta halas los bultos”. A estas y otras personas aparentemente “bien intencionadas”, ya sabe a donde enviarlas.

Si hizo mal y está consciente de ello pida perdón, perdónese usted mismo y dese tiempo de calidad a usted, trátese bien, considérese apto para la labor que desea desarrollar y vaya por sus sueños, dejando el pasado donde pertenece.

Que este 2020 sea un año de renovación en sus finanzas, en su salud, en sus relaciones personales y profesionales, cultive relaciones con personas buenas que sean el ejemplo de lo que usted aspira a convertirse, con todos los demás, ya sabe qué hacer.

Más de Columnistas
Lo Más Visto