Lo fácil y lo difícil

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12 de enero de 2020
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12:05 am
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Lo fácil y lo difícil

Por: Dagoberto Espinoza Murra

Refieren que en una ocasión el demócrata expresidente de Guatemala, doctor en pedagogía, Juan José Arévalo dijo: “Es fácil militarizar a los civiles, lo difícil es civilizar a los militares”. Arévalo fue presidente de su país y según el escritor Rafael Heliodoro Valle, en una entrevista que le hizo para un diario mexicano le dijo que uno de los mayores problemas de nuestros países es el anafabeltismo, razón por la cual él, como presidente, le daría prioridad a la educación en su gestión como gobernante.

De lo fácil y lo difícil hay muchas cosas que decir: es fácil aumentar de peso en la temporada navideña disfrutando de los nacatamales y las torrejas que nos ofrecen las amistades que visitamos en ese período; lo difícil es recuperar el peso que teníamos en los meses anteriores.

En una ocasión un sabio sacerdote expresaba, en un pequeño poblado del país, que es fácil pecar pero que es difícil llevar una vida llena de bondad y actos correctos. El camino del vicio, decía, es ancho y pareciera que estuviera pavimentado; en tanto el camino de la virtud, es estrecho y lleno de abrojos y a veces hasta espinas.

Eso es válido para la vida privada de las personas; pero también se puede extender a quienes ocupan altas posiciones en el engranaje del Estado. Así, por ejemplo: resultó fácil organizar un grupo de malos ciudadanos para saquear los fondos de una noble institución como el Seguro Social; pero ha resultado difícil lograr recobrar esos dineros para que la institución siga prestando los servicios que brindaba antes del descalabro del desvío de sus dineros para sufragar campañas políticas. Es fácil para las personas, así como para quienes tienen las riendas del Estado contraer deudas desproporcionadas a su capacidad de pago; lo difícil es honrar esos compromisos.

Es fácil romper el orden constitucional. Un jerarca militar decía que para tal fin les bastaban veinte minutos. En otro país esas palabras serían suficientes para que el Ministerio Público lo acusara de alta traición a la patria, lo llevara a juicio y que el mílite aludido perdiera sus derechos ciudadanos por un período no menor de diez años. Si como se dice y se hace romper el estado de derecho es fácil; lo difícil es recuperar la institucionalidad con plena separación de los poderes del Estado; un Ministerio Público alerta en la defensa de la constitucionalidad y una Corte Suprema de Justicia impartiendo justicia sin miramientos de ninguna naturaleza.

En una ocasión el escritor Juan Ramón Martínez, actual director de la Academia Hondureña de la Lengua, citando a Vargas Llosa, que en una de sus novelas, Conversación en la Catedral, uno de sus personajes se pregunta “¿y cuándo fue que se jodió el Perú?”.

Nosotros leyendo otros comentarios al respecto, uno de los autores dice que hubiera sido más apropiado preguntarse “¿cuándo se encanalló el Perú?”. Hablando al respecto con el licenciado Juan Ramón Martínez, le decía que refiriéndonos a Honduras podríamos fijar esas fechas cuando se han dado los golpes militares a gobernantes liberales.

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