PL: existencia y candidatos

OM
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14 de enero de 2020
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12:15 am
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PL: existencia y candidatos

El Tratado de Bogotá

Por Juan Ramón Martínez

El análisis del Partido Liberal es diferente al del PN. Estos tienen partido. Los liberales no lo tienen. Y los candidatos, todavía están “flacos”. Por ello, hay que sacar al PL de “cuidados intensivos”, para pasarlo a “recuperación”. Después, buscar candidato. El camino seguido por varias personas que creen, tener los méritos para encabezar su papeleta electoral, es ilógico e inconsistente con la realidad que, posiblemente, no tienen interés en conocer. O creen que la misma, se acomoda a sus deseos, típico del pensamiento mágico en que, los aspirantes, “producen” la realidad.

En primer lugar, hay que decir que el Partido Liberal atraviesa la peor crisis de su historia. Ni siquiera cuando se rebeló Manuel Bonilla y terciado el fusil a la espalda, derribó al gobierno liberal de Arias, el Partido Liberal había estado como ahora. Entonces, estuvo fuera del poder 4 años. Pero nunca un presidente liberal había renunciado a los principios “liberales”, para asumir los del “socialismo”. Al margen si los términos son exactos, –por falta de claridad de ambos conceptos–, alimentan la controversia que se maneja actualmente. Con la caída del presidente que, para entonces había dejado de ser liberal, provocó una división en el PL. Los que siguen al caudillo y los que siguen fieles a los escasos principios que, en forma sencilla, giran en sentido opuesto a los reducidos conceptos teóricos del Partido Nacional. Pero además, quedó una semilla enferma que contagia al cuerpo maltratado del PL: el complejo de culpa. El que se ha alimentado entre la militancia liberal, especialmente porque Manuel Zelaya, se convirtió en víctima, atribuyendo sus desgracias –no a sus errores garrafales– sino que a la alianza de parte del liberalismo con los nacionalistas, para derribar su gobierno. Esta mentira, se ha mantenido y muy pocos — Antonio Ortez Turcios es la excepción, se han interesado, como hiciera Rodas Alvarado en su momento, ir de pueblo en pueblo, explicándoles a las bases liberales, que no solo viven en los barrios de Tegucigalpa, controlados por el PN y las maras–, lo que, en realidad ocurrió.

Además, las autoridades del partido, las más precarias y de poca ilustración en la historia reciente, no han podido entender la dinámica del crecimiento electoral –400 mil jóvenes ingresan al sistema cada cuatro años–; la necesidad de un discurso liberal, consecuente con su pasado, y articulado con las necesidades actuales. Por ello, el Partido Liberal ha ido en un declive electoral peligroso que, amenaza su existencia y al cual, su presidente actual –de muy discreta cultura política, que no acepta por ignorancia– persiste inocentemente en “pedir perdón”; aliarse con los enemigos de JOH, pasando por alto que, la existencia del PL, requiere de la del PN. Dialéctica, pura y sencilla.

El análisis de los candidatos no es urgente. Puede esperar. Los que muestran interés de serlo, están muy desnutridos. “Anémicos” y “palúdicos”. Antes, hay que reconstruir al PL, porque aunque tengan el mejor candidato, — incluida la Virgen de Suyapa–, perderán las elecciones. Lo que se debe hacer entonces es, destituir a Orlando Zelaya del Central Ejecutivo. Eliminarlo de la política. Si no, enterrará al liberalismo, especialmente, si vuelve a ser candidato. Tito Mejía, es un político fuerte y sólido; pero no podrá construir una base; ni atraer a la juventud que ha sido el caladero de la militancia liberal, luchadora por la libertad, por la democracia y en contra del continuismo. Melara es hasta hoy, un desconocido. Maldonado es un buen hombre, el más preparado; pero por ser militar –en un liberalismo incomprensiblemente antimilitarista– tiene pocas posibilidades en la ingrata aventura, en la que se ha involucrado. Ortez Turcios, con más empaque e ideas; no tiene recursos para salir al país, reanimar a los liberales y sacar de la cabeza de los jóvenes, el discurso tóxico de Nasralla. Y recobrar su libertad. Moncada, tiene juventud y voluntad. Pero no le bastarán. Y Rosenthal, ignoramos si tiene interés. O sus “enemigos” le perdonarán su encarcelamiento. Banegas, no muestra ideas nuevas.

Finalmente, Carlos Flores debe renunciar a gran elector del liberalismo. Para trabajar por un liderazgo nuevo, que termine esta pelea entre Caín y Abel, que desangra al liberalismo. Evitando la muerte del PL en el 2021, para ganar las elecciones en el 2024.

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