Médicos de vacaciones

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16 de enero de 2020
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12:19 am
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Médicos de vacaciones

Adiós 2020

Por Armando Cerrato

Varias áreas críticas del Hospital de Especialidades del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) de La Granja, se encuentran literalmente abandonadas y por lo tanto ayunas de personal médico general y especializado, que aumenta el riesgo de decesos por falta de atención adecuada entre los miles de derechohabientes que a diario acuden a ese centro en busca de salud.

Sucede que la mayoría del personal médico por acuerdo y por contrato, coinciden en fechas para el goce de las vacaciones, tal como manda el Código de Trabajo y la vida misma, que exige un merecido descanso cada cierto tiempo, para que haya eficacia y eficiencia del personal humano en cualquier actividad laboral.

Sin embargo en el caso de los centros médicos en general (públicos y privados) las áreas críticas como emergencia, cirugía, hemodiálisis, oncología, ortopedia, neumología, y otras, no deben ser abandonadas del todo y las autoridades administrativas deberían de contratar aunque sea temporalmente médicos sustitutos mientras los titulares gozan de un merecido descanso.

En Honduras hay por lo menos unos dos mil médicos sin trabajo y muchos de ellos gustosamente se prestarían a cubrir el período vacacional de sus colegas y así evitar muchas muertes por falta de una atención adecuada al quedar los pacientes en manos de las licenciadas en enfermería y enfermeras auxiliares que hacen hasta lo imposible para atender a sus pacientes, pero sin el conocimiento total de medicina, como lo tiene un médico.

Unas de las áreas críticas del IHSS de La Granja, es la Sala de Hemodiálisis, atendida por una nefróloga, dos internistas, una psicóloga, varias licenciadas en enfermería y auxiliares de enfermería; y desde hace dos semanas los internistas gozan de vacaciones.

En esta sala, abandonada por el servicio médico vacacionista, pacientes y personal auxiliar dan gracias a Dios cada vez que se inicia y finaliza con éxito el proceso de hemodiálisis y cuando se presenta alguna complicación que ellas no pueden manejar, tienen que correr a la emergencia en busca de un médico que en ese momento esté disponible y rogando al Altísimo que además haya en la farmacia la medicina que este indique para superar la complicación.

El proceso de hemodiálisis altamente agresivo y muy especializado, pues se trata de eliminar toxinas y líquido retenido por el organismo humano, debido a fallas renales agudas y crónicas, por lo que el paciente es considerado con una enfermedad terminal y la hemodiálisis practicada tres veces por semana durante cuatro horas por sesión les ayuda a prolongar la vida.

El personal de enfermería del IHSS trata con calidad y calidez a los paciente, al menos en esta área de difícil manejo, que además requiere de la presencia infaltable de un biomédico que supervise el funcionamiento ideal de los riñones artificiales que trabajan doce horas diarias de lunes a sábado.

El servicio de hemodiálisis fue subrogado por el IHSS a una empresa privada que es propietaria de las máquinas y no sé por qué nadie me ha querido informar si los insumos utilizados para completar el proceso (agua, bicarbonato, heparina y otros químicos, mangueras, agujas, catéteres, guantes, torundas y yodo) son suministrados por el Seguro o por la empresa, insumos que a veces escasean, a grado tal que no hay ni siquiera guantes esterilizados para que las enfermeras hagan las canalizaciones en las venas de los pacientes y no vayan a contaminarse con más de alguna enfermedad al contacto de su piel con su sangre.

Los pacientes tenemos una organización que lucha por la mejora de los servicios, no en atención porque esta es magnífica, sino en que haya la asistencia médica adecuada, eficiente y eficaz, que los insumos sean de primera y que los equipos ya obsoletos sean renovados conforme al avance tecnológico en su campo, reduciéndose así el tiempo de permanencia de un paciente conectado a la máquina.

Varios plantones se han efectuado en el edificio principal del IHSS en el Barrio Abajo de Tegucigalpa, donde en el décimo piso una junta interventora tiene su bunker y aparentemente solo la mueve el interés por mejorar aspectos administrativos y no la salud de los miles de derechohabientes –patronos y trabajadores– que somos los verdaderos dueños de esta institución, que se mantiene viva gracias a nuestras cotizaciones mensuales.

Bueno sería que este tipo de reportes críticos no fueran como echar sal en el mar y que los interventores que están por finalizar su tarea volvieran sus ojos a la parte humana necesitada de atención médica hospitalaria y mantuvieran abastecidas sus bodegas farmacéuticas con todos los productos médicos, equipos y personal, durante todo el año, terminando así con una enorme mora en áreas críticas como la quirúrgica y otras.

Licenciado en Periodismo

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