Marvin Arístides Rodríguez: Un rayo de luz y esperanza para mis pacientes con resultados prácticos y vidas activas

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19 de enero de 2020
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12:16 am
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Marvin Arístides Rodríguez: Un rayo de luz y esperanza para mis pacientes con resultados prácticos y vidas activas

Dr. Rodríguez en su clínica atendiendo a una de sus pacientes.

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
Email: [email protected]

DANLÍ, El Paraíso. “La generosidad compártela”, es una expresión ilustrada con hechos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Vivimos tiempos difíciles donde esta virtud ha desaparecido porque aquella generación de los buenos ejemplos y modales va desapareciendo como muchas especies en vías de extinción.

Desde esta tribuna del pensamiento siempre hemos dado espacio a las buenas acciones de personas que hasta hoy, su comportamiento de vida continúa porque los valores inculcados en la niñez permanecen inalterables, tal como lo expresa el autor del libro de los Proverbios, “Instruye al niño en su camino, y aún cuando fuere viejo no se aparara de él” (Prov.22:6).

Marvin Arístides Rodríguez, en compañía del alcalde Gustavo Mendoza, Rodrigo Quesada, Arístides Rodríguez Martínez y Nora Ruth Villanueva

Del seno de familias con valores y principios salen hijos buenos, visionarios, solidarios y emprendedores. Hoy compartimos la vida y la experiencia de un distinguido profesional de las ciencias médicas que con esfuerzo, dedicación y fe ha logrado cruzar el desierto de la indiferencia, cuya visión, a través de la oftalmología, es dar un rayo de luz y esperanza a sus pacientes.

Se trata de Marvin Arístides Rodríguez, oftalmólogo de profesión, cuyos orígenes como ser humano tienen su comienzo el día que sus padres, Arístides Rodríguez Martínez y Veneranda Martínez Salgado, deciden unir sus vidas por el vínculo matrimonial y de cuyo hogar nacieron cinco hijos varones: Walter Reinieri, Marvin Arístides, Cristian Júnior, Dorian Alexander y Cristopher Eliasil.

Dr. Marvin Arístides Rodríguez, durante la entrevista.

Marvin Arístides, el protagonista de nuestra historia, nació en el barrio Pueblo Nuevo, el 18 de noviembre de 1971, es el segundo de los hijos del matrimonio. Su padre era telegrafista y la madre maestra. Por razones especiales, doña Veneranda toma la decisión de regresar a Teupasenti y convence a su esposo para el traslado.

Sin entrar en mayores detalles de su infancia, nuestro entrevistado recuerda haber pasado la primaria en Teupasenti, pero no había colegio para estudiar el plan básico, hoy conocido como el séptimo al noveno grado de la educación básica. La mayor preocupación de los padres era que sus hijos cursaran la educación media y superior, pese a la situación económica de un telegrafista y una maestra con salarios muy bajos, además, eran cinco hijos.

Dr. Rodrigo Quesada y Arístides Rodríguez.

La única alternativa era abrir un colegio, por lo que se integró un comité encabezado por don Arístides Rodríguez para solicitar a la Secretaría de Educación la creación o fundación de un colegio, solicitud que fue denegada porque no había suficientes estudiantes, pero la ministra de entonces, Alma Rodas, le recomendó a don Arístides matricularse como alumno, idea que le agradó al jefe de familia cuando ya contaba con 28 años, y así surgió el Instituto 5 de Noviembre en Teupasenti.

Marvin, cuenta que a su padre le entusiasmó la idea de estudiar, deciden el traslado a Tegucigalpa, siempre ejerciendo el trabajo de telegrafista logró ir a la universidad, a los 37 años obtiene el título de abogado, nosotros continuamos estudiando hasta terminar la educación media, yo me gradué de maestro en el Instituto “Abelardo Fortín” de Comayagüela, después a la universidad, obtuve mi título como médico general en 1998. Ser médico siempre fue un sueño. Durante el servicio social en San Sebastián, en el departamento de Lempira, se enamoró de Nora Ruth Villanueva, con la que contrajo matrimonio el 2001.

Invitados a los actos de inauguración de la clínica.

Afirma que inicialmente ser neurocirujano era una especie de ilusión pero el mismo tiempo no quería ser un cirujano frío, mi vocación iba más allá, no era solo el hecho de prolongar la vida de un paciente sino darle ese rayo de luz y esperanza para que siga viviendo con alegría, de allí que me incline por la microcirugía, quiero ver resultados y vidas activas.

Durante mi servicio social, tuve una transición de tres años, ese tiempo me ayudó a establecer balances, el equilibrio entre las buenas acciones, la parte humanitaria; ayudar a la gente que lo necesita, en otras palabras, me gustan los hechos tangibles, salvar una vida es satisfactorio pero es más cuando esa vida continúa viviendo con alegría, señala con marcado optimismo.

Durante el corte de cinta, de izquierda a derecha, Nora, Marvin, Arístides, Gustavo Mendoza, Nora Ruth y Martha Elena.

El 2002 obtuve una beca en la Academia de Oftalmología en el hospital “Rodolfo Robles Valverde”, patrocinada por el Comité Pro Ciegos y Sordos de Guatemala, cuyo financiamiento proviene de la Lotería Nacional de Guatemala, de hecho; aquí hacen una enorme labor social en dos direcciones, auditiva y visual, es aquí donde se cumple mi principal objetivo, ser un cirujano con sensibilidad. Durante este periodo de formación estuve realizando trabajo social en el hospital “Elisa Molina de Stalh”, en el hospital de Zacapa.

De regreso en el país abrí mi clínica privada en La Entrada, Copán y por espacio de cinco meses laboré en el Hospital Regional de Occidente en Santa Rosa de Copán, en ambos lugares tuve la oportunidad de hacer buenos amigos y la satisfacción de haber servido a mucha gente, cuya valoración por mi trabajo, siempre fue manifiesto en el trato y sencillez de la población que de una u otra forma estuvieron vinculados con mis servicios profesionales.

Miembros de la sociedad médica de Danlí en los actos de inauguración.

Después de esta experiencia en el occidente de Honduras, quería ir a una ciudad tranquila y elegí a Danlí para abrir la clínica a partir del 2008. Soy parte de Danlí, aquí nací y ese vínculo no se pierde, pero lo más importante no es el hecho de prestar un servicio remunerado, es la satisfacción de servir y lo que le decía anteriormente, abrir un rayo de luz y esperanza en cada paciente que desea y busca una mejor calidad de vida.

Con buen emprendedor, Marvin Arístides Rodríguez, considera que las alianzas estratégicas son un buen punto de partida, la aceptación de la población por los servicios que presto en mi clínica va más allá de los beneficios económicos, siempre trato de establecer un vínculo de servicio y carácter humanitario entre aquellas personas que requieren de un tratamiento y como principio rotario, dar de sí sin pensar en sí.

A base de esfuerzo, hoy cuenta con edificio propio, una clínica equipada con el respectivo quirófano para atener cirugías, sala de espera y un excelente trato al paciente. Apoyar a los emprendedores es también una política de este rotativo, por ello estimulamos a los actores del progreso y desarrollo.

Durante la inauguración, “es la culminación de un sueño”.
Moderna clínica de oftalmología.
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