CARAVANAS Y A LOS CUERNOS

OM
/
21 de enero de 2020
/
12:45 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
CARAVANAS Y A LOS CUERNOS

ACCIONES AUDACES

LAS caravanas no dan tregua. Como los cuernos del toro –con dos ramales, de hondureños por un lado y salvadoreños por el otro– dispuestos a embestir. El primer grupo de compatriotas –los que pudieron pasar la frontera guatemalteca– ya ratos que incursiona el territorio mexicano. Mientras, pendientes de partir unos 2,500 salvadoreños, congregados en la Plaza Salvador del Mundo. En los portales digitales, observan el avance de la caravana hondureña, que les sirve de referencia, antes de emprender el viaje. La convocatoria la realizan por las redes sociales. “El grupo está siguiendo por medio de su “fanpage” a la caravana más grande, que partió de Honduras, y que se hace llamar “Caravana Del Migrante Hondureño”. “En la red social los organizadores detallan que es necesario que todos los que se sumen lleven la debida documentación como pasaporte y Documento Único de Identidad (DUI)”. “Además, han brindado un número telefónico para sumarse a un grupo de “wasap” o llamar por información y así estar enterados de los pormenores de la salida”.

No es la primera caravana de salvadoreños. Más bien esta sería la cuarta caravana que sale ya que otras salieron antes. Además, los que la integran no se van únicamente por falta de trabajos. “El Salvador está lidiando con una ola de crimen y violencia”. El terror de las maras y pandillas. Según Naciones Unidas, la tasa de homicidios del país de 50.3 homicidios por cada 100,000 habitantes, es uno de los niveles más altos del mundo. Sin embargo, han sido las caravanas de hondureños, por el zipizape que hubo en la frontera guatemalteca y el recibimiento que tuvieron con gases lacrimógenos, lo que ha captado mayor atención. Los hondureños –que han ingresado en distintos grupos– han penetrado bastante, pese a los retenes que tuvieron que sortear. El gobierno mexicano ha desplazado guardias nacionales para evitar que alcancen su destino final. Han tenido que ingeniarse para superar obstáculos. El asecho de los coyotes que trafican con seres humanos. Muchas de ellos víctimas de ultrajes y de abusos. Pero también de la autoridad en los lugares por donde pasan. Un video ampliamente transmitido, capta el momento cuando un grupo de migrantes hondureños es objeto de extorsión por parte de agentes de la policía civil que cobran mordida a cambio de no detenerlos. En otro polvorín –los servicios de cable y las cadenas noticiosas– informan que cientos de peregrinos se han lanzado por las partes más secas del río Suchiate, que separa Guatemala y México, intentando cruzar, cuando las autoridades mexicanas les han negado el permiso para ingresar al país. Nutridos grupos –lanzando piedras– aprovechando la fuerza de la multitud, se impusieron a los policías.

Los uniformados, superados en número y enfrentados por turbas agresivas, optaron por dejarlos pasar. Ni la autoridad guatemalteca ni los efectivos de la guardia mexicana apostada en el otro lado de la orilla pudieron contener el flujo migratorio. El gobierno mexicano ha ofrecido trabajo para unos 4 mil migrantes. Sin embargo, se trata de trabajos en la zona sur. No ofrecen trabajos en los estados del norte donde hay mejores oportunidades, salarios más altos y nivel superior de desarrollo. Allá abajo, en los poblados del sur, las condiciones de vida, de inseguridad, son parecidos a las que enfrentan los migrantes en los países centroamericanos. Ya del otro lado, los líderes de la caravana –dijeron que antes de recurrir al desorden– solicitan un diálogo, de “tú a tú”, con “una representación del gobierno mexicano”. Les recomiendan a sus compañeros que, aunque AMLO prometió trabajos, no deben aceptar ninguna oferta de las autoridades migratorias, porque se trata de un engaño para regresarlos a su país”. «Somos migrantes, no somos criminales; somos trabajadores internacionales» –coreaban– advirtiendo que quieren arreglo en forma pacífica pero que van preparados para la tensión de hacerse necesaria.

Más de Editorial
Lo Más Visto