Convivir con rencores hace daño

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21 de enero de 2020
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12:43 am
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Convivir con rencores hace daño

La necesidad de neutralizar la infodemia

Por José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® [email protected]

Para una mejor comprensión del artículo que hoy he decidido abordar en esta columna de opinión, inserto un concepto de lo que es el rencor, considerado este como un sentimiento poco saludable para quien lo siente en su yo interno, al grado que puede degenerarse en un odio desmedido incluso contra uno mismo, contra personas, contra grupos enteros, colectivos, contra animales, la sociedad, los gobernantes, etc., que deriva en un deseo de venganza contra eso que odia hasta procurar su destrucción, utilizando incluso la violencia para poder saciar su desahogo.

No se puede obviar el considerar que el rencor es un resentimiento que persiste en el tiempo y empeora cuando este va asociado al enojo, debido a esta forma se mantiene irritado y con un disgusto permanente de tal forma que con cualquier leve recuerdo de la situación que provocó su enojo y rencor se sentirá molesto y actuará en contra de alguna forma que le provoque un sentimiento de alivio o de desquite.

Así, en ese contexto, la persona que experimenta rencor o disgusto convierte el mismo en un instrumento eficaz con el cual podrá alcanzar su objetivo de venganza, aunque con ello se llene de odio y mal carácter, convirtiendo ese sentimiento en una forma de vida que afecta incluso su estado de salud, tomando en cuenta que el rencor es enfermizo y hace daño a las personas, a su ambiente y todo su entorno laboral, social y familiar.

También es oportuno considerar, que las cosas que nos ocurren no son en realidad las que nos causan daño, no es eso, hay que hacer notar que lo que es peligroso es la forma en que reaccionamos a esos eventos desagradables y que nos lesiona en lo moral y físico.

Visto así, nos encontramos que cuando experimentamos algún daño causado por alguien o algo, nos resulta natural llenarnos de rencor, un hecho improductivo puesto que con ello, no estamos solucionando nada, al contrario de esta forma nos atestamos de un problema mayor, si tomamos en cuenta que al guardar rencor contra la persona, cosa o situación que propició el rencor, se profundiza la herida infringida inicialmente, se puede caer en un círculo interminable de odio y rencor manifiesto y hasta transmisible en el seno familiar, orillando a hechos como las vendetas familiares originadas por ejemplo en un límite marcado por un cerco de alambre en propiedades colindantes.

Es muy importante que nos demos cuenta que el quedarnos enganchados en un círculo de rencor y de odio, se está negando la posibilidad de cerrar ese ciclo que nos hace gran daño y se convierte en una pesada ancla que impide avanzar en soluciones que contemplen acuerdos y desacuerdos ponderados de paz, armonía y tranquilidad.

No obstante y a pesar de lo descrito, también hay que decir que no se cierra del todo la posibilidad de salir del bache, tomando en cuenta que es una situación de sentimientos lacerados, y como tal, deja en la persona la capacidad de apelar a los sentimientos internos para buscar la posibilidad de cambiar ese estado y darle un giro positivo a la vida personal, social, laboral de cada quien y en el colectivo de la sociedad. Ese estado de ánimo positivo, le empodera para tomar el control, convencido que es el quien puede solucionar el impase
Por supuesto que aquí nos hemos centrado en los eventos circunstanciales que surgen de una casualidad o de una intencionalidad propia de la dificultad de comunicarnos, de convivir y de interrelacionarnos como personas o como grupos, y que de alguna manera es manejable, si tomamos en cuenta que no debemos permitir que otros nos afecten de alguna forma en nuestra autoestima y amor propio.

No obstante la amenaza de magnificar los daños producidos por el rencor son mayores cuando es inducido con propósitos nefastos para propiciar divisiones entre los grupos sociales y políticos, y para corroborar lo que aquí expreso basta revisar nuestra situación como país y como sociedad, que estamos siendo embestidos por una serie de eventos de rencores de origen político, sembrados entre nosotros por jinetes del desorden que encuentran en esas luchas y pleitos infecundos la satisfacción de no dejar hacer, evocando para ello una fingida preocupación por el pueblo, el sistema democrático y por el desarrollo del país.

En conclusión, el no hacer a un lado los rencores producidos por simpatías y antipatías políticas nos tiene atados para poder despegar y poder alcanzar mejores estados de seguridad, paz y productividad, es imposible alcanzar acuerdos de provecho para el pueblo llenos de rencores y deseos de revancha, nos estamos autodestrozando de manera acelerada por la miseria mental y la mezquindad de los líderes políticos, espirituales y sociales que se autoproclaman redentores. No es justo para el pueblo ni para Honduras.

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