Optimismo en Guatemala y El Salvador

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23 de enero de 2020
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12:04 am
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Optimismo en Guatemala y El Salvador

Infraestructura resiliente ante desastres

Por: Álvaro Sarmiento
Especialista Internacional en Comercio y Aduanas.

Por razones profesionales, tengo que visitar con frecuencia los pasos fronterizos entre Guatemala y México, especialmente Tecún Umán I y II (GU) con Ciudad Hidalgo (MX), donde a diario atravieso el puente Internacional Rodolfo Robles, desde donde se puede observar en el río Suchiate, cruzando balsas o más bien tablones sobre flotadores con producto mexicano de contrabando hacia Guatemala, desde cajas de huevos hasta bidones con gasolina subsidiada por el pueblo mexicano. Al principio colegas de España veían un poco “escandalizados” el cruce fluvial, productos de norte, sur y gente de sur a norte a plena luz del día, un tema bastante complejo.

Viendo con pena y preocupación las imágenes de los noticieros, la última caravana de migrantes, tratando de atravesar el muro de la Guardia Nacional mexicana. Seguramente nuestros compatriotas desconocen que, en este año electoral en los EUA, la posibilidad de cruzar como mojado o no ser deportado es prácticamente nula. Posiblemente la apuesta es a quedarse en México, en un ambiente circunstancialmente diferente al hondureño. Nuestro agradecimiento al pueblo mexicano y su gobierno por esfuerzos concretos para hacer menos pesada la situación a todas estas personas, lo cual es coherente con el legítimo derecho a ordenar el ingreso de extranjeros a su territorio.

Por otro lado, los otros dos países que componen en Triángulo Norte se encuentran en una situación “anímica” totalmente diferente. El Salvador, todavía navega bajo la influencia de los vientos Bukele. Un fenómeno que pocos esperaban. Si bien es cierto, la sostenibilidad de movimientos centrados en personas y no en instituciones, es de corto plazo, es evidente que la percepción del salvadoreño sobre temas como mejora en seguridad, inversión en infraestructura útil para poblaciones olvidadas y supervisión cercana del gobernante y sus ministros, ha aceitado y tonificado el motor del gobierno salvadoreño. Es innegable que El Salvador de hoy es mejor que el de hace un año, y eso tiene un motivo, Bukele.

Guatemala, es el país de CA menos afectado por los errores, desaciertos o corrupción abierta de los gobernantes, su economía y el chapín promedio es una especie de espartano, que resiste terremotos, guerras civiles y erupciones volcánicas. Aunque estamos a una semana de tener nuevo presidente, su pilar económico, y las personas que ha nombrado para gerenciarlo, están provocando un sentido optimista en el sector empresarial y seguramente inversionistas. El presidente Giammattei ha apuntado claramente a mejorar las condiciones del clima de negocios.

Posiblemente uno de los motivos para provocar optimismo, es la decisión de medir avances en estas áreas anualmente. Cuantificar las metas y dar cuenta de ellos, es condición necesaria para dar pasos concretos y dejar los terrenos infértiles del populismo. Aquí las metas hasta el 2023 son entre otras: incrementar en 2.6% la tasa de crecimiento del PIB, disminuir la tasa de informalidad en seis punto porcentuales, construcción de 100 mil viviendas sociales, 5% en la reducción de las personas en pobreza extrema, incrementar 6 mil adultos mayores en programas de gobierno. Otra meta importante y medible desde fuera es ocupar la posición 85 en el Índice Global de Competitividad (WCI), actualmente se ocupa el 96. Pasar de la posición 98 a la 88 en ranking del Doing Bussiness. Asimismo incrementar la proporción de población con acceso a energía eléctrica del 91% al 93%.

Esperemos que este sentido positivo pueda ser contagioso a nuestro país. Eso depende en buena medida de acciones específicas a nivel gubernamental.

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