“Catracha” luchadora obtiene su título de bachiller a los 64 años

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26 de enero de 2020
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05:00 am
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“Catracha” luchadora obtiene su título de bachiller a los 64 años

Por: Carolina Fuentes
Fotos: Omar Banegas

Con un título de Bachiller en Ciencias y Humanidades en la mano, María Camila Teodora Cardona Padilla afirma: “Cuando a mí me dieron este cartón, ¡para mí fue como que se me abrió la puerta del cielo y entré allá!”, pues logró su sueño de graduarse a una edad a la que nunca imaginó: los 64 años.

La perseverancia de esta “catracha”, madre de cuatro hijos, es digna de destacar con ocasión del Día de la Mujer, que se festejó el 25 de enero, pues miles de hondureñas, al igual que ella, han “arrinconado” en su corazón el sueño de convertirse en profesionales, para dedicarse en cuerpo y alma a sus hijos.

A ellas, esta orgullosa bachiller les dice: “No se acobarden, sigan adelante, que la edad no es estorbo para poder estudiar, con la ayuda de Dios, porque sin la ayuda de Dios, nada podemos hacer”.

Vestida con su uniforme del Instituto Mixto Hibueras, después de 39 años de haber dejado las aulas, la “catracha” se graduó.

SE DEDICÓ A SUS 4 HIJOS

Doña María nació en el caserío Los Rincones, en Gualaco, Olancho, en el hogar conformado por el campesino Victorino Cardona y el ama de casa Máxima Padilla. Por vivir en una remota comunidad rural y tener que vender rosquetes y dulces para ayudar a su familia, cursó el primer grado a los 14 años.

Años después, se mudó con su familia a la ciudad de Trujillo, en el departamento de Colón, donde concluyó su educación primaria, en modalidad acelerada, a los 18 años. Más tarde culminó el noveno grado cuando ya tenía 25 años. Quiso ser maestra, pero al haber conformado un hogar con Concepción Castro, y estar a la espera de su primera hija, en el colegio donde pensaba estudiar magisterio le dijeron: “No admitimos alumnas embarazadas”.

“Entonces me dediqué a tener mis hijos, que son cuatro los que tengo, ya en eso fue cuando, a la edad de 42 años nos trasladamos de Colón al lado del Lago de Yojoa, allí fue donde murió el papá de mis hijos. Después me vine para Tatumbla a vivir con una hija”.

Con orgullo, doña María Camila Teodora Padilla Cardona contó que obtuvo su título de Bachiller en Ciencias y Humanidades, en diciembre pasado, a los 64 años de edad.

¿Qué la motivó a volver a las aulas 39 años después? Con una sonrisa, recuerda que mientras recibía un curso de costura en cuero, en el municipio de Tatumbla, Francisco Morazán, de repente escuchó a unas mujeres que conversaban.

“Estaban platicando de un bachillerato por madurez que ofrecían de Ciudad Mujer, en Tatumbla… Entonces, cuando yo salgo de clases, a las 12:00, voy donde la muchacha encargada de la Oficina de la Mujer, y le digo: Reinita, yo escuché de un bachillerato, pero ¿podré yo entrar a estudiar allí?”.

Aún emocionada, relata que “entonces ella me dice: si usted quiere, sí. Mi pregunta es por la edad que yo tengo, le digo yo, porque no sé si solo es para jóvenes; no, me dice, es para quien quiera estudiar, y le digo, entonces anóteme porque sí quiero estudiar. ¡Yo sentí como si se hubiera abierto la puerta del cielo!”.

Fue así que días más tarde, doña María, con su pelo gris y una mirada vivaz que centellaba a través del cristal de sus lentes, sobresalía en un salón de clases, rodeada de muchachas de “jeans” ajustados, que igual que a ella le ocurrió en su juventud, postergaron sus estudios para dedicarse al cuidado de sus hijos.

Todas recibían con entusiasmo las clases del Bachillerato en Ciencias y Humanidades, en la modalidad acelerada, creado gracias al programa del gobierno, Ciudad Mujer, en alianza con la Secretaría de Educación, el Instituto Mixto Hibueras y la Alcaldía Municipal de Tatumbla.

“Sin la ayuda de Dios, nada podemos hacer”, asegura doña María, les dio un título a sus hijos: una es pedagoga, otra bióloga, una ingeniera eléctrica y el varón un emprendedor.

¡PRESENTE PROFESORA!

A ratos, las más “cipotas”, en su mayoría madres solteras, se sentían tentadas a dejar las aulas, sin embargo, más de alguna se obligó a continuar sus estudios, al ver que cada vez que la profesora pasaba lista y decía en voz alta: “¡María Camila Teodora Padilla Cardona!, ella, en primera fila, contestaba con una sonrisa: “¡Presente profesora!”.

“Unas compañeras me decían: ¡púchica doña Camila!, yo sigo aquí porque usted está firme y yo que me quiero retirar… Y yo les decía, miren, yo que estoy terminando de vivir y todavía tengo deseos de estudiar y ustedes que empiezan a vivir tienen toda una oportunidad por delante”.

¿Qué sacrificios le tocó vivir por no tener un título? “A mí me tocó trabajar en el campo, con azadón, con machete, con hacha, de todo trabajé yo. Una vez trabajé haciendo un piñal en el Lago de Yojoa, porque mi esposo trabajaba allí haciendo fletes en un cabezal y a mí no me quedaba de otra porque no tenía el respaldo de una profesión”, cuenta doña María.

Vestida con una toga, como siempre lo soñó, doña María olvidó el dolor en su rodilla, lista para vivir ese logro personal.

Después de asistir a clases, hacer sus tareas y aprobar sus exámenes, por fin llegó el día tan deseado de su graduación, en diciembre del 2019. Vestida con una toga y acompañada por sus hijos, caminó con su frente en alto cuando la llamaron para entregarle su título de educación media.

“El día de la graduación, con falsedad en mi pierna porque tengo el cartílago desgastado, pero yo venía en las nubes y sentí una emoción que no tiene ni idea… ¡Y sigo emocionada!”, asegura la nueva profesional.

Ahora, ¿qué piensa hacer con su título? Doña María confiesa que “si Dios me concede que me mejore, mis planes son ir a la universidad a sacar un técnico corto, siempre en el área de gastronomía o de costura, porque son las cosas que más me gustan, esa es mi meta, si Dios me la concede, porque todo está en las manos de Dios”.

ESFUERZO
¿QUE PASÓ CON SUS COMPAÑERAS?

Igual que doña María Camila Teodora Padilla Cardona, actualmente 279 hondureñas de todas las edades sueñan con concluir sus estudios en el 2020 y ya se matricularon en el Bachillerato en Ciencias y Humanidades que se ofrece en el Centro Ciudad Mujer de Tegucigalpa y el de Tatumbla.

La técnica de la Secretaría de Educación asignada a Ciudad Mujer, Glenis Ramos, del Módulo de Autonomía Económica, manifiesta que la mayoría de las alumnas tienen de 18 a 40 años, por lo que el caso de doña María es excepcional.

Y las compañeras de doña María, ¿se graduaron? Ramos explicó que en la misma promoción de doña María se matricularon 47 mujeres en Tatumbla, de las cuales solo se graduaron 23, “entonces allí puede ver usted que se retiran casi el 50 por ciento por problemas del hogar, la parte económica, a algunas les sale un empleo y prefieren un empleo que seguir estudiando”.

Sin embargo, las “catrachas” no se rinden, ya que aquellas que se retiraron ahora figuran en la lista de matrícula de este año lectivo.

Por su parte, la gerente de Ciudad Mujer Tegucigalpa, Tania Cardona, manifestó que así como doña María ahora se ha trazado la meta de ir a la universidad, cientos de mujeres visualizan un mejor futuro luego de formarse, ya sea a nivel académico, o al recibir capacitaciones como emprendedoras, pues “la meta es lograr su autonomía económica”.

“Este es un programa muy noble, de transformación para la mujer, tenemos seis módulos de atención gratuita en los que las mujeres reciben más de 40 servicios, para empoderarse en su derecho a vivir libres de violencia, el derecho a la salud sexual y reproductiva y el derecho a la autonomía económica”.

DATOS
¿Cuál es la principal razón por la que no está estudiando? Esta interrogante les fue planteada a jóvenes de 6 a 17 años de edad, de los cuales 21,696 respondieron que se casó o quedó embarazada, 308 dijeron está muy mayores para estudiar y 35,916 afirmaron realizar quehaceres en el hogar, como lo refleja un estudio del Observatorio Universitario de la Educación Nacional e Internacional de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), basado en la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2018, del Instituto Nacional de Estadística (INE).

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