ENTIERRO Y RESURRECCIÓN

ZV
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27 de enero de 2020
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12:53 am
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ENTIERRO Y RESURRECCIÓN

EN retórica e hipocresía, para tapar el ojo al macho, quedó la oferta del gobierno mexicano de velar por los derechos humanos de los migrantes, como de brindarles oportunidades de trabajo. La embestida que sufrieron cientos de peregrinos cuando cruzaron el río fronterizo para ingresar a territorio mexicano, de parte de pelotones de la guardia nacional es reprochable. Sin duda que lo menos que ameritaría es una queja diplomática formal de la cancillería hondureña por ese trato hostil a nuestros compatriotas. Si bien la suerte de las caravanas –compuestas principalmente de hondureños, pero también de salvadoreños– en su insufrible travesía por llegar a la “tierra prometida” ha acaparado los espacios noticiosos y las portadas de los periódicos nacionales, hay otra noticia que, por lo menos aquí, le hizo competencia. Ello fue el desenlace de las negociaciones entre el gobierno y la OEA en lo relativo a la prórroga del convenio de la MACCIH.

No dejó de sorprender la falta de consenso, cuando muchos creyeron que la intención –con todo y los excesos denunciados por el gobierno de parte de funcionarios de la MACCIH en la persecución del delito– era llegar a un acuerdo modificado. Una vez conocido el desencuentro, llovieron admoniciones de todos lados. Las más peligrosas de legisladores y de altos funcionarios del gobierno norteamericano. La misma Secretaría General de la organización hemisférica emitió un largo comunicado expresando decepción por lo ocurrido. Dejó entrever –en el interlineado del texto– que, si bien era la finalización de la MACCIH, no era necesariamente el fin de la historia. Inmediatamente la atención se centró en lo que funcionaba junta a la fenecida comisión internacional. Las especulaciones giraron en torno a la suerte que correría la Ufecic que, si bien ha operado dependiente del Ministerio Público mantenía estrecha relación con la MACCIH. De forma tal que los funcionarios internacionales de la misión, cuando la Ufecic destapaba algún hallazgo, corrían a dar conferencia de prensa, acreditándose el supuesto logro. En un inesperado giro, el Ministerio Público anuncia la creación de una Unidad Fiscal Especial Contra la Impunidad y la Corrupción, Uferco, adscrita a la Dirección General de la Fiscalía. Comunica que “los agentes de tribunales y demás personal que integraban Ufecic pasarán a formar parte de la Uferco”. Como jefe de la unidad, el mismo fiscal que estaba en la anterior. Además, pasa a la nueva oficina, todos los fiscales, los muebles y para que no quede duda sobre el proceder, con todos los casos pendientes.

“Continuará evacuando –reza el comunicado– las líneas de investigación y sustentando los casos que fueron judicializados por la Ufecic, utilizando las buenas prácticas adquiridas con MACCIH/OEA”. En otras palabras, en lo que respecta a la unidad de fiscales especiales, fue una especie de entierro apresurado con milagrosa resurrección al instante, del cadáver. La sabiduría popular diría que “el mismo mico en distinta rama”. La felicitación de la Embajada norteamericana como de la Secretaría General de la OEA, por el cambio de nombre y apellido de la oficina, no se hicieron esperar. Si a primera instancia en lo operado no pareciera haber diferencia, claro que la hay. Como se nos agotó el espacio, será en otra ocasión que habremos de elaborar al respecto.

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