Intervención de la mujer en la seguridad pública

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28 de enero de 2020
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12:03 am
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Intervención de la mujer en la seguridad pública

La necesidad de neutralizar la infodemia

Por José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® [email protected]

Por razones naturales y dado su instinto maternal y aunque como personas o como instituciones no le damos crédito al respecto, debemos darnos cuentas del rol esencial de la mujer en los programas de seguridad pública en una variedad de ambientes iniciando desde sus quehaceres domésticos, en el vecindario, en las relaciones sociales y laborales que por defectos propios de una sociedad machista, tanto en la seguridad pública como en otras actividades de la vida ciudadana, las hemos desestimado dejando con ello de explotar sus dones y habilidades natas, desnaturalizando con ello su gran valía.

Por supuesto es propio de nuestro país y de otros en la región, lo cual no sucede en sociedades con índices de mayor desarrollo que experimentan una mejor convivencia entre sus habitantes, propiciando una mayor consideración a la persona indiferente de su género, y al contrario de lo que nos sucede a nosotros ellos promueven la equidad y la participación de la mujer en iguales condiciones del hombre en los planes y estrategias así como la elaboración de políticas y programas de seguridad nacional y con mayor énfasis en la seguridad pública, aclarando de mi parte que no basta con que ellas formen parte activa de las instituciones armadas y policiales.

Evitando estereotipar los criterios que quiero comentar, y no dar lugar a las confusiones propias en un tema tan complicado, más por desconocimiento que por exclusión intencionada y que yo sin mucha experiencia en esta materia he decidido comentar, porque considero que la mujer es fundamental en cualquier programa de seguridad pública y hay que reconocerlo paladinamente sin ambages.

En mis consideraciones iniciales, hice una valoración de la necesidad que tiene nuestro país de utilizar todo su poder y potencial nacional, lo inherente de emplear las capacidades estratégicas disponibles, entre ellas los recursos humanos, tecnológicos y materiales que posee como Estado, y emplearlos para enfrentar los grandes problemas que frenan el desarrollo de nuestro país como los altos índices de inseguridad ciudadana, una imparable violencia criminal, que junto a la corrupción y la impunidad abaten a nuestro pueblo.

Por supuesto que no intento desvalorar los esfuerzos que se han hecho, lo preocupante es que los resultados se quedan cortos y las organizaciones criminales, incluidas las maras y pandillas no se notan menoscabadas en su contexto organizacional y funcional que les permite continuar en sus rentables actividades como la extorsión, que es su piedra angular de financiamiento en las áreas urbanas, que en palabras de miembros de esa organización que solo extorsionando el transporte privado de uso público, obtienen utilidades superiores a los veinticinco millones de lempiras.

En muchos países europeos se han conducido estudios y acciones en el campo del empleo del valioso recurso humano, proponiendo e impulsando la transversalizacion de género y que según ellos puede definirse como: “La organización (la reorganización), la mejora, el desarrollo y la evaluación de los procesos políticos, de modo que una perspectiva de igualdad de género se incorpore en todas las políticas, a todos los niveles y en todas las etapas, por los actores normalmente involucrados en la adopción de dichas políticas”.

De manera tal que hoy en día, el desarrollo humano de los pueblos, no puede entenderse si no es en relación al respeto de los derechos humanos de mujeres y hombres, entre ellos el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, al trabajo, a la igualdad ante la ley, al respeto a su integridad física, a la libertad de expresión, de movimiento y a la participación política, etc.

En contexto claro, debemos entender y promocionar a los más altos niveles del gobierno y demás poderes del Estado, que el derecho a la igualdad es consustancial al principio de la no discriminación, lo cual obliga a los estados a garantizar la igualdad de trato y oportunidades de las personas independientemente de sus características personales, como el sexo, la raza, la edad, condición física, etc.

Visto así, e insisto en aclarar que no quiero referirme a la participación activa de mujeres en las diferentes instituciones de seguridad, sea como agente o como oficiales de Policía, creo que esa visión sería muy corta, hay que ser más creativos y abiertos, darnos cuentas que las características físicas o los prejuicios que se han levantado por la maternidad o sencillamente poner límites por su periodo menstrual.

Estimo que hay una serie de ventajas y condiciones que en algunos momentos no apreciamos y nos estancamos en el proceso mental atrofiado de maximizar sus “desventajas”, necesitamos un crecimiento insertando a la mujer en áreas de planificación y elaboración de estrategias y políticas de seguridad, aprovechar el don maternal y de protección y servicio al prójimo, darnos cuenta que por su condición pueden ser eficaces en labores de policía comunitaria, en el manejo de situaciones de crisis, no partirnos con la primera opción de acomodarla y cortar su inspiración que la llevó a formar parte de los cuadros de la Policía o de las Fuerzas Armadas.

Cierro comentando que allí nomás en Nicaragua una mujer, la general Aminta Granera comandó exitosamente la Policía Nacional por más de 12 años.

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