LA TIGRA

OM
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28 de enero de 2020
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12:12 am
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LA TIGRA

ACCIONES AUDACES

EN la medida que año a año arrecian los racionamientos de agua, mientras la capital crece en forma desmedida y desordenada –como hormiguero revuelto desperdigado por todos lados– los capitalinos se vuelven más impacientes por esa carencia que afecta tan sensiblemente sus vidas. No es problema nuevo, es el mismo de todos los años, con la única diferencia que mientras no ha habido respuestas a la demanda de la población que se multiplica velozmente –que no sea la misma promesa de represas que nunca construyen, de los pozos que no escavan, de fugas que no reparan– lo que ya era insoportable se agudiza. No hay más que las mismas fuentes de agua –ninguna otra construida– que abastecen la capital. El devastador huracán Mitch dejó a la ciudad sin dos de esas fuentes de abastecimiento. Solo La Concepción quedó funcional. Los Laureles sufrió asolvamiento lo que tomó invertir tiempo y recursos para dejarla otra vez operativa. La tubería de El Picacho fue violentamente desprendida por la tormenta, con tan mala suerte que el río embravecido, arrasó con las bodegas donde se almacenaban los conductos de repuesto. Se trata de tubería con particulares especificaciones que tuvieron que traerse de Francia y volverse a instalar. Solo rehabilitar esa infraestructura dañada tomó varios meses y un esfuerzo colosal.

Sin embargo, los gobiernos que sucedieron debieron preocuparse por resolverle a los capitalinos esa imperiosa necesidad de agua. Pasan más de 20 años que hablan de dar soluciones, de la urgente necesidad de nuevas represas, de recurrir al agua subterránea, y no hay nada. No es novedad que el cambio climático ha hecho estragos. Se siente, año tras año, con esos calores insoportables, los incendios incontenibles y los capitalinos lo padecen –cada día de Dios– con esos groseros racionamientos. La Tribuna ha venido insistiendo –en editoriales y reportajes– queriendo sacudir la autoridad para que actúe. La gente –tan tolerante de todo– ni por eso se revuelve. Resignadamente aguanta la escasez del agua como algo tan desgraciado a lo que no hay de otras que acostumbrarse. ¿A saber cuánta de esa migración obedece a razones de desesperación? La alcaldía municipal –ante la presión ejercida, principalmente por este rotativo–, otra vez anuncia que ya inició el proceso de licitar nuevas represas. Sin embargo, eso no es solo de soplar y hacer botellas. Un proyecto –por más que se apure la burocracia– ya terminado, va llevarse este año y hasta gran parte del otro. Por ello entristece enterarnos de este dato –proporcionado por el mismo gerente del SANAA– y cubierto en portada ayer del periódico. “La producción de agua proveniente del Parque Nacional La Tigra, disminuyó en los últimos años en un 20 por ciento”, en desmedro de la población capitalina.

“Antes la montaña producía 1,100 litros de agua por segundo –revela el funcionario– ahora en el mejor invierno solo produce 900 litros de agua por segundo, situación que baja en los veranos hasta los 300 litros de agua por segundo”. ¿Qué ha provocado esta calamidad? “La situación obedece a factores como la deforestación, incendios y el cambio climático”. La Amitigra sostiene que “el mayor problema de La Tigra es el aumento de las personas viviendo dentro del área; cada año aparecen entre 30 a 40 construcciones nuevas”. El parque nacional La Tigra es la primera reserva natural declarada protegida en Honduras desde 1980. Sin embargo, el director técnico de la Fundación se queja: “Somos la primera oposición ante el avance del urbanismo, pero debemos de entender que el 80 por ciento del parque nacional La Tigra es privado, por lo que la conservación se vuelve tan complicada y compleja”. Difícil entender eso que sea privado si el parque forestal fue declarado reserva natural. Si es reserva natural protegida ¿cómo es que dan permisos de construcción? La protección de toda esa extensión y sus alrededores debe ser atendida por la autoridad sin tanta apangada y sin contemplaciones.

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