Honra y reclamación de Honduras

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29 de enero de 2020
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12:14 am
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Honra y reclamación de Honduras

Por Lizzy Flores

La dignidad de Honduras obliga a escribir las siguientes líneas. Es deber de todo ciudadano cuidar y honrar a la Patria, servirla y defenderla bajo todo propósito y para beneficio de todos.

Hace poco un medio en Honduras publicó una entrevista a María Fernanda Espinosa de Mangas, quien de manera cínica y descarada, de corte y confección de la misma escuela que Delcy Rodríguez y otras discípulas “compañeras”, expone sobre su candidatura a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA). Quien hizo la nota seguramente desconocía o se le olvidó mencionar que existe una reclamación diplomática, luego que esta señora quebró un acuerdo recíproco que tenía Ecuador con Honduras. Reclamación ante la cual nunca se ofreció siquiera una disculpa al Estado de Honduras.

De la mano de la representación de Nicolás Maduro bloquearon el endoso regional de nuestra candidatura hondureña a la presidencia de la Asamblea y luego de manera irregular presentaron a la señora Espinosa de Mangas; asimismo rompiendo la rotación equitativa en la Asamblea General, la cual se había practicado sin alteración por 72 años desde la fundación de las Naciones Unidas. Hasta entonces cada país miembro tenía derecho y oportunidad de ejercer esta representación durante una sesión regular de la Asamblea General. Lastimosamente al igual que otros centros de poder e intereses, en la ONU hay faltas de transparencia y vicios de corrupción en muchos de sus procesos.

Nadie me lo contó. Fui testigo presencial, al defender la aspiración y reclamación de Honduras, en las reuniones de GRULAC y en otros espacios, donde se cometieron arbitrariedades y faltas a las reglas y orden igualitario e inclusivo de la Asamblea General.

El derecho internacional y la diplomacia se sostienen sobre la premisa de la buena fe (Bona fides). Mantener estos principios en la práctica, los cuales generan confianza y seguridad, muchas veces constituyen un desafio y dependen de la voluntad y actitud de los regentes de estas relaciones, más aun si hay actores que operan sin valores, ética o límites de respeto ajeno.

No obstante hay que tener confianza que los designios de Dios son perfectos y aunque muchas veces nos cueste entenderlos, especialmente al observar injusticias, en su amor y misericordia divina aprendemos lecciones y se nos abren oportunidades de crecimiento y conciencia a favor de nuestro prójimo. Por ratos los pesares y malestares también pueden ser buenos, y nos motivan a la acción, a trabajar continuamente para construir un mundo más próspero que funcione para todos. Cuando estamos incómodos o indignados, es cuando salimos de nuestros espacios de confort a compartir con los demás y a motivar los cambios en las estructuras politicas, económicas y sociales. En estas dinámicas humanas encontramos la convivencia, los balances, las prácticas constructivas, que son legadas como ejemplo, a las generaciones venideras.

Los cristianos y personas que procuramos el bien, reflexionamos y perdonamos los agravios, pero esta práctica no significa olvidar o dejar de hacer las reclamaciones correspondientes.

Esperamos que estas reclamaciones en nombre de Honduras tengan buen fin, y las reivindicaciones traigan tiempos mejores para los hondureños, como para todos los pueblos del mundo que quieren la paz.

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