La MACCIH y los intelectuales

OM
/
30 de enero de 2020
/
12:56 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
La MACCIH y los intelectuales

Por Carlos Gilberto Sandoval

Un escritor, cuyo nombre no recuerdo, dijo: “Que una moral sin estética es fea y, que una estética sin moral resulta perversa”.

El 23 de enero de este año leí en el prestigiado Diario LA TRIBUNA un artículo denominado “MACCIH”, crónica de una muerte anunciada” del escritor Nery Alexis Gaitán.

He leído a Gaitán siempre que escribe, porque gusto de la claridad y sencillez de sus artículos y de su obra literaria. No obstante extrañé sobremanera el análisis que hace sobre la inesperada desaparición de la MACCIH.

Siempre tuve la impresión de que él era un intelectual libre en el sentido estricto, sin dobleces, sin poses abstractas ante el humor negro de la tragedia. Que sentía en el alma el destino inhumano que golpea en la sórdida vida de los que nada tienen, de los miserables. Pienso que el 70% del pueblo hondureño vive en la más inicua miseria, debido a la inmensa corrupción que campea en las ciudades, en el campo y en todos los estratos del gobierno.

La dualidad es más extraña aún, por cuanto en sus artículos de prensa anteriores, nos dice: “Que se debe renovar el convenio suscrito para que la MACCIH continúe”. “Debe seguir porque es un mecanismo que de una manera o de otra manera ha puesto el dedo en la llaga en la lucha contra la corrupción”.

Ante la famélica desigualdad que existe en el país, los intelectuales deben volcarse en ser los primeros defensores de los pobres y ante el alto grado de marginalidad de la sociedad. No ser de “la inteligencia prófuga que rehúye el compromiso con el pueblo”, aunándose con las aparentes influencias insoslayables de un oscuro y arbitrario juego cerebral.

Lamento mucho la equivocación del escritor Gaitán.

No así la del amigo escritor y académico Edmundo Orellana, cuya posición es encomiable, por su talento, su verticalidad y su indoblegable actitud frente a los jenízaros de turno.

La involuntaria partida de la MACCIH ha dejado al país huérfano. Ya no habrá quién o quiénes señalen a los corruptos.

Seguiremos viviendo en el horror y la incertidumbre, porque nadie los señala. Pero como los delitos contra el Estado son imprescriptibles, esperamos tiempos mejores. Mañana o en cualquier época las cosas cambiarán, porque nada es eterno.

La juventud siguiendo el legado de Morazán se levantará. Es la esperanza. Unámonos todos, viejos y jóvenes para desterrar el monstruo de mil cabezas.

Que así sea.

Más de Columnistas
Lo Más Visto