LOS MALOS HÁBITOS

OM
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3 de febrero de 2020
/
12:49 am
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LOS MALOS HÁBITOS

ESTA sí es pandemia. Son miles las víctimas que cobra el coronavirus, mientras países en todo el mundo toman medidas drásticas para evitar contaminación. Numerosos países cierran sus fronteras a las personas procedentes de China. El coronavirus 2019-nCoV, transmisible entre humanos, suena alarmas en todo el planeta. Esto es más grave que el dengue que pega duro localmente y mata gente en esta temporada. Aunque la irradiación del vector podría minimizarse. Si Salud y las demás instituciones públicas despliegan brigadas tempranas. Muchas muertes podrían evitarse con adecuada previsión. Pero entendiendo que la responsabilidad es de toda la comunidad. No solo es cosa de fumigaciones masivas en barrios y colonias para eliminar las nubes de zancudos.

La propagación del dengue en el país en parte tiene que ver con los malos hábitos de limpieza. Con la eliminación oportuna de los criaderos de zancudos. En los hogares, en los establecimientos comerciales, en las instalaciones públicas y privadas, en los trabajos y en el monte.

Si los dueños de solares baldíos cortaran el zacate y sacaran los despojos regados dentro de sus propiedades. Si la alcaldía municipal sacara a tiempo su ordenanza de sancionar a los infractores –no después del trueno Jesús María, como ocurrió el año pasado– y organizara brigadas para exigir cumplimiento de la ordenanza y aplicar las multas correspondientes. Si los vecinos tuvieran escrúpulos de mantener limpio el lugar donde viven. Como ejemplo –diríamos mal ejemplo–, aquí en la capital. Si hubiese la suficiente vigilancia para que la ciudad no fuera el basurero público de todo cochino que tira inmundicias por doquier. De los que van tirando, por las ventanas de sus vehículos, los desperdicios a la calle de su merienda. Si los mercaderes mantuvieran aseados sus negocios y alrededores. Si la gente en sus casas tomara medidas higiénicas evitando que recipientes desperdigados y las pilas sirvan de incubadoras del zancudo que transmite la peste. Si hubiese campañas educativas dirigidas a concientizar al público, a enmendar sus malos hábitos. No solo para eso del aseo, sino para ahorrar recursos, como la energía y la gasolina, que despilfarran. (Sugerencia –si se trata de auspiciadores de las campañas– para que esto no sea solo responsabilidad pública, debería exigirse el patrocinio de estas campañas educativas a las empresas maquiladoras a cambio de esos privilegios adicionales que gestionan con el gobierno en una nueva ley que cabildean). Si las “chatarras” de los chats –y los adictos de las redes sociales– en vez de dedicar todo el santo día a la transmisión de mensajes inocuos, desinformando con inventos y mentiras o atacando enemigos, dispusieran utilizar esos medios para hacer el bien. Para un buen aporte a la comunidad.
Ganarse “likes” no por la mayor ofensa propinada al contrincante o ataque dirigido al contrario, sino por transmisión de mensajes útiles, de servicio social, que ayuden a resolver estos males. Volviendo a la otra peste.

“El virus ya ha alcanzado a más de una veintena de países, incluyendo España, el Reino Unido, Alemania, Rusia y Suecia, mientras que África y América Latina parecían de momento exentas de la epidemia”. Sin embargo, Guatemala y El Salvador ya suspendieron el ingreso a su territorio a personas procedentes de China. En China el número de muertos ascendía a 304. “El número de contagios confirmados subió a casi 14,500”. Aquí activaron la Comisión de Operaciones de Emergencias (COE), y ordenaron la vigilancia y monitoreo de viajeros procedentes de los países peligrosos. Ojo con esos flujos migratorios. Tanto de los que se van como de los cientos que regresan. ¿Y habrá voluntad de revertir los malos hábitos?

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