Soñar es gratis

OM
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3 de febrero de 2020
/
12:53 am
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Soñar es gratis

Por Otto Martín Wolf

¿Se montaría usted en un avión cuyo piloto y copiloto solo hayan aprobado el 70 por ciento de su entrenamiento profesional?

No obstante haber volado centenares de veces, no puedo negar que de vez en cuando aún siento miedo, aunque la tripulación sea la más experimentada.

Yo no me subiría a un avión manejado por gente que solo haya estudiado un 99 por ciento, no digamos un miserable 70.

Otra pregunta muy parecida: ¿se dejaría operar del corazón por un cardiocirujano que, también, solo hubiese estudiado ese mismo setenta por ciento?

Yo no me dejaría tocar ni un uñero!

Entonces, viene la pregunta más dura de todas, ¿cómo es posible que dejemos que maestros que apenas si sacan un setenta por ciento en sus exámenes, se metan con el cerebro de la niñez de Honduras?

Si un maestro solo sabe el setenta por ciento de lo que tiene que enseñar, cuánto en realidad aprenderán sus alumnos?

Esa triste realidad es la que enfrenta nuestro país, estamos impartiendo una educación mediocre (en el mejor de los casos), precisamente a los niños que más lo necesitan, aquellos que “estudian” en el sistema público.

La educación privada tiende a ser mejor, lo que es bueno, pero tiene algo malo o injusto, ya que la diferencia en calidad aumenta la separación entre las clases pobre y rica.

Los pobres, que son quienes más necesitan aprender, son los que reciben la peor educación; la brecha se ensancha día a día, año escolar tras año escolar.

A propósito de eso, verdad que un país tan atrasado como Honduras no debería de vanagloriarse de “lograr” doscientos días de clases.

Doscientos días de clases en un año de 365 días?

Honduras debería tener años lectivos de al menos 265 días, dejando los cien restantes para los feriados oficiales, huelgas y tomas de carreteras y los demás para “descansar la mente después de tanto estudio”.

Claro, tratar de lograr eso de nuestros maestros (esos que solo saben el 70 por ciento de lo que deben enseñar) suena a sacrilegio, ellos también tienen que descansar el cerebro y el cuerpo 165 días al año.

Ninguna otra profesión tiene semejante descanso remunerado (nosotros les pagamos el año entero más catorceavo, aguinaldo y quién sabe qué otras cosas más).

Qué le costaría a Honduras invertir sesenta y cinco días más al año en el futuro de los niños? Nada, absolutamente nothing.

Al menos podrían emplear ese tiempo para enseñar intensivamente inglés a los niños de las escuelas públicas.
(Claro, no para que se vayan en caravanas ya sabiendo english, sino para darles mayor capacidad en un mundo furiosamente competitivo).

Qué estamos esperando para tratar de ponernos al día o al menos para evitar que la brecha con el resto del mundo se haga mayor cada día?

Será pedir demasiado o simplemente un sueño?

Nothing: igual a nada.

[email protected]
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