Abrir las puertas al Liberalismo

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5 de febrero de 2020
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12:20 am
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Abrir las puertas al Liberalismo

Por Luis Alonso Maldonado Galeas
General de Brigada ®

Cuando en Honduras se condiciona, se compra o se permuta la libertad, cuando desde el poder se abusa tanto que se vuelve una rutina complaciente su usurpación, cuando los cimientos de la República se hunden, cuando las columnas que soportan la democracia se quiebran, cuando las instituciones pierden o se les anulan sus facultades a propósito, cuando el honor es salvado mediante una transacción con baratijas impuestas, cuando la lealtad se relativiza, se dobla o se arrodilla satisfactoriamente, cuando callan las voces de la indignación, cuando se judicializa la política y se politiza la justicia, cuando se sistematiza oficialmente la corrupción y se restringe la sistematización para combatirla; cuando con la desigualdad se privilegia y se degrada estratégicamente, cuando el ciudadano ha perdido la condición de actor preeminente en la toma de decisiones, cuando la soberbia y la vanidad prevalecen sobre la humildad y la modestia, cuando en la gestión del Estado se desconoce deliberadamente la pertenencia y exclusividad del poder y su ejercicio, cuando la pobreza es la identidad de las mayorías, cuando con el crecimiento económico disminuyen los acaparadores del capital, se acentúa la inequidad y decrece el desarrollo humano, cuando se le ponen bozales a la palabra y cadenas al pensamiento libre; como acción decidida de salvataje, rescate y liberación, es la hora de abrir las puertas al liberalismo.

Abrir las puertas a las lecciones, que, en los procesos de evolución de la ciudadanía, de las ideas liberales, de la configuración de los estados y de la forma de gobierno; han marcado el devenir de los pueblos, desde la República de Platón, Pericles y Marco Aurelio, hasta los sistemas federales y naciones independientes, en donde la libertad ha sido una constante histórica.

A los referentes que han dado luces con tinte revolucionario, para eliminar el oscurantismo y el absolutismo a nivel planetario, muchos enarbolando banderas libertarias, otros blandiendo la espada y entre ellos algunos prominentes hacedores de Patria, armados con ambos recursos, en la mayoría de los casos infalibles. Allí están en mármol o en bronce, en las bibliotecas o en las memorias de pueblos agradecidos su legado, traducido en profundas transformaciones de utilidad para la humanidad, en otros casos ignorada su trascendencia, aquí en nuestra patria en deuda permanente.

A Morazán, el ciudadano, quien por sus virtudes, soñó, concibió, impulsó y defendió una causa que aún desafía al tiempo; el estadista que con su visión y ejecutorias concretizó en sus múltiples expresiones los alcances de la libertad, el soldado que cargó sobre sus espaldas el peso de una misión. Toda su armadura valórica estuvo revestida del liberalismo.

A Cabañas, el soldado virtud, valiente, leal y humilde. Todo el fluido de esa personalidad “sin tacha”, debe ser la investidura de todos los hondureños, si la tomamos, la corrupción tiene segura una estocada mortal y la honestidad un sitial dignificante.

A Valle, aquel que soñó primero con la América libre, próspera, digna, unificada, en torno al progreso, a la ciencia, al otorgamiento de la libertad al indio, al negro y a toda forma de dominio humillante, sus lecciones de humanismo y de escenarios prospectivos de prosperidad, están vigentes y a la espera de su adopción y práctica; a todas luces liberales, como su pensamiento.

Abrir las puertas para darle cabida a los pensadores de la libertad; que pase adelante Rousseau, que nos hable de El contrato social, ese que todavía no aplicamos por las ataduras egocéntricas y clasistas que crean los abismos entre el Estado y la sociedad; que pase Montesquieu, para que nos muestre que “para que no se abuse del poder, es preciso que por disposición de las cosas, el poder detenga al poder”. Que entre Voltaire, Dantón y John Locke, recibamos con aplausos a Johan Goethe para aprender y tomar conciencia de su aporte filosófico al decirnos que “nadie es más esclavo que el que se tiene por libre sin serlo”, y, démosle cabida a José Ortega y Gasset, para que cierre contundentemente con indiscutible argumento ”El liberalismo es el más noble grito que ha sonado en el planeta”.

Para que pasen los de la familia más cercana, abramos las puertas al demócrata e ilustre pensador Ramón Rosa, al contenido inspirador de “Mis ideas” de Celio Arias, al fundador del glorioso Partido Liberal de Honduras, Policarpo Bonilla, al “León del Liberalismo” José Ángel Zúniga Huete y a Ramón Villeda Morales constructor de la República e impulsor del liberalismo social. ¡Cuánto legado en nuestras manos, sin costo alguno!

Abrir las puertas al liberalismo, es hablar el lenguaje común al hombre libre: justicia, equidad, igualdad, inclusión, participación, constitucionalismo, legitimidad, cohesión social, seguridad humana, la preeminencia del poder constituyente, la independencia de los poderes, la auditoría social, el municipalismo, ciudadanía, institucionalidad, familia, derechos humanos y otros tantos conceptos, que conforman la cultura liberal del ciudadano.

Para que se internalice y propague el simbolismo expresado en la bandera rojo-blanco-rojo, en el himno del Partido Liberal; así como el empoderamiento, obediencia y aplicación de la doctrina, los principios, el ideario y estatutos que nos rigen, identificándonos con su contenido, comprometidos a ser leales, disciplinados y coadyuvantes a la unidad partidaria.

Abrir las puertas para que la juventud se abreve, se nutra y se empodere del sustancioso y trascendente haber del liberalismo. Es un reto, es una oferta, es un legado, que en la conciencia juvenil, debe ser el detonante para que explote la energía bienhechora de la libertad.

¡Que se abran las puertas de la conciencia y la razón al liberalismo!, ningún poder terrenal resistirá su fuerza avasalladora y libertaria.

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