¿QUÉ NO HARÍAN ACÁ SI SUCEDIERA LO DE ALLÁ?

OM
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5 de febrero de 2020
/
12:34 am
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¿QUÉ NO HARÍAN ACÁ SI SUCEDIERA LO DE ALLÁ?

UNA pesadilla resultó ser la transmisión de resultados del caucus de Iowa. Un Estado clave –el primero donde se realizan consultas– para impulsar o hacer naufragar una candidatura a la presidencia. La vez pasada la Clinton le ganó por un pelito a Bernie, dando lugar a sospechas de fraude cuando los resultados no se conocieron hasta después de la medianoche. Esta vez, con los avances tecnológicos, la cosa suponía ser distinta. El sistema contaba con las más sofisticadas aplicaciones digitales para ofrecer resultados cristalinos al instante. Hasta que estalla el caos. Las aplicaciones no transmiten los números correctos. Hay que volver a contar los votos manualmente. Rumores que se cayó el “app” de última generación utilizado para unificar resultados. Después de mayor escrutinio concluyen que son problemas de digitalización. Una pesadilla logística. (Lección para aquellos aquí que –deslumbrados por las novedades tecnológicas– pujan por que el voto sea electrónico. Para que gane el que contrate al hacker con mayor habilidad. Si lo electrónico es lo que siempre ha fallado. La transmisión electrónica del conteo rápido fue lo que generó nubes de incertidumbre en las elecciones pasadas).

A la hora de contar votos en los 1,680 colegios electorales, los números no cuadran. El favorito –vicepresidente de Obama– en varios distritos no saca el mínimo del 15% que le acredite representantes. El equipo electoral de Bernie, el más izquierdista de todos –alborotador de las juventudes universitarias– alega que ganaron en forma contundente pero que el “establishment” demócrata se ha confabulado en su contra para sacarlo de la contienda. Nerviosismo en los salones y polideportivos acondicionados donde los simpatizantes se han congregado para sufragar. Transmisión de totales a cuentagotas y estadística de ganadores incongruente.

Transcurre toda la noche sin que haya humo blanco. Notas de protesta al presidente del partido de los cuadros de campaña de las candidaturas. Los presidentes de colegios electorales salen –mareados de dar vuelta tras vuelta contando y volviendo a contar– ofrecen datos a las cadenas de televisión. Sin antes comunicarlos a los asistentes de las asambleas, del número de delegados que obtiene cada candidato. La autoridad del partido aclara que no se trata de un ataque cibernético a los sistemas. Pero ahora con tanto molote ofrecen “un recuento manual” para garantizar los resultados. (Sorpresa, la forma arcaica y tediosa –pero al final la única sujeta a verificación– como se cuentan votos en Honduras. Otros estados de la unión están regresando a las votaciones con papeletas y al conteo manual por la mala experiencia que tienen con máquinas poco confiables).

No se supo si ese despelote llegó a oídos de la OEA. Si el Secretario General va a enviar un twitter instruyendo la repetición de elecciones. Tampoco está claro si los opositores a la planilla que salga avante vayan a convocar a sus seguidores a las calles a protestar por el fraude evidente de la consulta y la cuestionada transmisión de resultados. Se ignora si ocuparán los buenos oficios de Igor para moderar un diálogo que dure unos 12 meses donde los políticos convocados –que no desean platicar– manden a sus emisarios a terciar en las conversaciones. A solicitar árbitros extranjeros con facultades vinculantes para decidir sobre los destinos de los pobladores de Iowa. Mientras se dilucidan esas inquietudes el Partido Demócrata en Nevada, que celebrará su caucus en febrero 22, informa que ya no va a utilizar “Shadow Inc.” creadora de la aplicación causante de tanto disturbio, pese a haber pagado sumas de dinero importantes a la filial de la empresa de tecnología. Bueno, seguramente una vez que den los resultados corregidos, el proceso de elecciones internas de los demócratas continuará desarrollándose normalmente. Pero, nada cuesta elucubrar, ¿Qué relajo no harían acá si lo que pasó en Iowa sucediera aquí?

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